Infeliz maestro el que no haya sembrado en el alma del discípulo sentimientos de gratitud y de afectuosa y permanente adhesión; desgraciado el discípulo que no guarde tales sentimientos toda la vida para con el maestro, cualesquiera sean las vicisitudes en la existencia de ambos! . La amistad de Vargas y Acosta resplandece en nuestros anales médicos, y en los fastos humanos, como dechado de consubstancialidad moral y científica de maestro y discípulo

Santos A. Dominici

Caracas: febrero de 1.945.

SOBRE LA HERENCIA DEL MUY ILUSTRE SEÑOR CORONEL DON JUAN VICENTE BOLÍVAR Y PONCE

No todos tal vez, pero la acuciosidad del más joven de nuestros académicos, dio con una serie de documentos que se refieren escandalosamente al padre del Libertador: de esos papeles no es difícil deducir, de las travesuras sexuales, aretinescas de aquel Casanova de Aragua, las galanterías la conquista del amor que como una necesidad de su obra llevó a Bolívar a los confines de su empresa continental.

El hombre sabía derrochar el dinero, y cuando se le nombró procurador general, escribe Luis Alberto Sucre, el esplendor de la fiesta fue tal, que la memoria de ella se conservó en la tradición de los caraqueños por más de un siglo.

Cuando sus enredos con maritornes y mocitas de San Mateo, el señor Bolívar y Ponte era hombre hasta de 39 años de edad. Cuando se casó con la niña María de la Concepción Palacios, ésta apenas tenía 15 años, en tanto que él era ya hombre maduro puesto que había cumplido los 47 años.

Bolívar y Ponte llevaba al matrimonio una naturaleza agotada, envejecida prematuramente: su descendencia iba a cargar con muchas anormalidades emanadas de su organismo y con algunas deficiencias de la joven esposa.

Además, hay que contar con la herencia relativamente lejana que ignoramos pero que podemos aceptar: entre los Palacios hubo una tía carnal del Libertador, Josefa Palacios, la esposa del General José Félix Ribas, que durante seis años estuvo encerrada en su habitación. Esta señora respondió al edecán de Morillo que cumplía bondadosamente una exigencia de Bolívar, con esta frase de una matrona romana pero que corresponde a una neuropatía denominada claustrofobia:

Dígale Ud. a su General que aquí estaré hasta que los míos vengan a sacarme.

En resumen, el patrimonio morboso que recibió el niño Simón Antonio de la Santísima Trinidad, pudo haber obedecido a las dolencias siguientes de parientes determinados, dejando yo, naturalmente, el campo abierto a los críticos e intérpretes:

  • El P. Sojo: místico y melómano;
  • Don Feliciano Palacios: acaso el menos anormal de los parientes, aunque en el rigor de los negocios debió de ser un avaro;
  • El Coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte: específico, aretinesco y empecinado sexual
  • Doña María de la Concepción Palacios y Blanco: contrajo prematura-mente matrimonio con un personaje agotado y tal vez contagiado con la sífilis: murió tuberculosa y sin duda que transmitió a su hijo la predisposición del mal.

La fuente de morbosidades paternas y maternas, aumentó naturalmente en el último de los Bolívar Palacios si exceptuamos a la póstuma, que duró pocas horas, y cuya venida al mundo pudo ser el resultado de un aborto provocado por la naturaleza específica del Coronel Juan Vicente, al trasmitir la sífilis a su mujer.

Bolívar fue pues, hijo de una tuberculosa y de un padre probablemente sífilítico y envejecido prematuramente; y esto pudiera caber en el caso citado por Lombroso entre las fuentes de la genialidad: según recuerda Marro, comentado por Lombroso, existe la gran influencia de la edad madura de los parientes sobre la inteligencia y sobre la locura de los hijos; y cita numerosos genios nacidos de padres que como Don Juan Vicente Bolívar y Ponte, fueron viejos o prematuramente ancianos:

  • Federico II,
  • Napoleón I,
  • Alejandro Dumas,
  • Honorato de Balzac,
  • Disraeli, (Benjamín)
  • William Pitt,
  • Louis Racine,
  • Shopenhauer…………..y muchos más.

Esta herencia directa de los padres del Libertador, no se limitó a su persona sino que para quien conozca la Historia, no es difícil recordar que:

María Antonieta fue mujer fogosa, de carácter imperiosa y de muy sospechosa sensualidad;

Juan Vicente, fuera tal vez un misántropo, hombre sin entusiasmo para la obra de su hermano y de acción lenta en sus actividades mentales, sociales y políticas;

Juana fue mujer sin personalidad;

Cuanto a los hijos de Juan Vicente alguno fue degenerado, y Fernando, a pesar de su educación en Estados Unidos fue sujeto muy mediocre;

Anacleto, hijo de Antonia, fue hombre tumultuoso, olvidadizo de sus funciones como fundador de un hogar, jacarandero y tahúr de oficio.

Podríamos concluir admitiendo que fuera de Rufino Blanco Fombona, y de algún otro que no conocemos, las generaciones que fluyeron del matrimonio Bolívar y Ponte-Palacios y Blanco, fueron y continúan siendo de mentalidades comunes.

En Simón Bolívar se agotaron todas las causas de la etiología genial que le vino de sus padres y de los antepasados de sus padres.

Diego Carbonell.

Campo-Alegre, abril del 45.