Francisco E. Bustamante realiza la primera ovariotomía en Maracaibo, Venezuela, en 1874. Fue Senador por el Zulia al Congreso Nacional 1891. Rector de la Universidad del Zulia 1898 – 1900. Fundó el periódico de dicha Universidad. Apoyó la teoría evolucionista frente a Manuel Dagnino quien era creacionista. Éste, en la “Semana Literaria”, propicia un proyecto de Universidad Católica con la intención de oponerla a la ya existente en el Zulia, calificada como atea. Fue un maestro muy querido y respetado por sus discípulos, quienes todos los años, el día de su onomástico, hacían una romería hasta su casa para felicitarlo. Había nacido en Coro el 6 de septiembre de 1939; pero de niño fue llevado al Zulia, y se consideró siempre como zuliano. Murió el 30 de diciembre de 1921. Acompaña a Crespo en la Revolución Legalista, y renuncia a la Embajada en Washington que éste le había otorgado cuando Crespo pretende ser continuista. En Maracaibo hay una plaza que lleva su nombre y donde se encuentra su busto.
Palabras clave: Francisco E. Bustamante. Ovariotomía. Cirugía abdominal en Venezuela. Rectorado LUZ. Revolución Legalista.
Francisco E. Bustamante performed the first ovariotomy in Maracaibo, Venezuela, 1874. He represented the Zulia State as Senator in the National Congress 1891. He was Rector of the University of Zulia 1898-1900 and founded the newspaper of that University. He supported the evolutionary theory, facing Manuel Dagnino who was creationist and had proposed in the “Literary Week” the creation of a Catholic University opposing the existing University of Zulia. Bustamante was a very beloved and respected teacher by his pupils, who organized every year a pilgrimage up to his home because of his birthday. He was born in Coro, September 6th, 1839, but he lived in the Zulia State since he was a child and, for that, he considered himself as a Zulian citizen. He died on December 30th, 1921. He accompanied President Crespo in the Legalistic Revolution, but he resigned the Venezuelan Embassy in Washington when Crespo wanted to be re-elected. A square with a bust of him is in Maracaibo.
Key words: Francisco E. Bustamante. Ovariotomy. Abdominal surgery in Venezuela. Rector of the University of Zulia. Legalistic Revolution.
En esta nuestra Venezuela de hoy, donde los valores fundamentales del hombre están siendo sustituídos por el mercantilismo exagerado, por la egoísta indiferencia ante la situación crítica que atraviesa el país, por la postergación de los intereses de todo un pueblo a los intereses de partido o peor aún de uno o varios grupúsculos dentro del mismo, donde se relega y se olvida la provincia, donde se ha perdido la capacidad de protesta, donde lo único importante es parecer ser, hablar de Francisco Eugenio Bustamante es dar una campanada que estremece el corazón del Zulia y de toda Venezuela, recordando que fue un venezolano ejemplar, un zuliano digno de ser imitado.
El hecho de que Bustamante se dedicara al ejercicio de la cirugía, que hiciera de este ejercicio una constante superación, una audacia innovadora y una brillante trayectoria, no fue óbice para que desde las diversas posiciones que ocupó pusiera toda la rectitud de su personalidad, todo su valor como hombre, todo su pasión de zuliano y toda su conciencia de venezolano a luchar por la libertad y la justicia. Para ello usó su verbo demoledor, su corrosiva pluma y las armas de la rebelión. Fue un hombre polifacético este cirujano, Fundador de la Cirugía Abdominal en Venezuela. Fue un hombre como aquéllos a quienes se refería Goethe: “… Hay pocos hombres que, poseyendo entendimiento, estén al mismo tiempo capacitados para la acción. El entendimiento ensancha; pero paraliza, la acción vivifica; pero limita…”. Supo utilizar su verbo en la plaza pública, en la Cátedra o en el Parlamento; pero cuando sus palabras a pesar de toda su elocuencia y poder de persuasión, no eran atendidas por el adversario, buscaba con la acción lograr el objetivo propuesto.
Siendo Senador por el Zulia en el Congreso de 1891, sus intervenciones en la Cámara eran, en ciertos casos, directas y concisas; en otros, agudas y chispeantes, pero siempre lograban causar impacto en el auditorio. En una de esas intervenciones, al discutirse el proyecto de Constitución, el Dr. Bustamante, afirmó: “… Quiero dejar consignado como canon el derecho de insurrección, porque cuando los pueblos se hallan oprimidos, cuando tienen cerradas todas las puertas de la legalidad, cuando no pueden quejarse ni a la Providencia… ¿qué recurso le queda al pueblo? Pues tomar las armas: yo quiero pues el derecho de insurrección para el pueblo…”.(1)
Esta pasión por la política, esta necesidad de llegar a la justicia por la expresión de su pensamiento o por la puesta en marcha de la acción se manifestó siendo estudiante de medicina, cuando decide batirse contra las tropas rebeldes de Pedro Vicente Aguado, abandonando por momentos el bedelato del Colegio Roscio, con el cual se ganaba casa y comida en los inicios de su carrera, y dejando también “los libros de estudio por las presillas de teniente, empeñarse en una campaña de 9 meses, durante los cuales cumple como bueno con la causa de sus afecciones y principios, recorriendo las más diversas regiones y cimas de la República, asiste a la toma de La Guaira y Maiquetía; pelea en Tiznados … sufre la memorable derrota de Santa Inés …, y finalmente obtiene su licencia en mayo de 1860, para ir en solicitud de aquélla su digna y mejor senda, temporalmente abandonada”>(2).
Desde entonces, Bustamante va a llenar su vida y a forjar su obra movido por su interés científico y su pasión política. Lo más admirable de él, fue que las vicisitudes y avatares políticos no mermaron nunca su capacidad como médico, sus logros científicos.
En las ocasiones en que a Bustamante le tocó representar al Zulia como parlamentario, una de sus principales preocupaciones fue el lograr primero, y hacer efectiva luego, la autonomía del Estado Zulia, su Estado adoptivo y la de los otros Estados de la Unión. En sesión conjunta del 29 de marzo de 1898 afirmó “… porque he dicho en el Senado y ahora lo repito; desde que se estableció la Federación no hemos tenido ni un solo día de verdadera Federación. Estados autónomos sin autonomía, eso es lo que hemos tenido; farsa, federación “in nómine” y nada más que farsa… quiero que los Estados vuelvan a ser administradores de sus riquezas y no continúen bajo la tutela del Presidente de la República…”. Pasaron los años, el s. XIX se apartó para que surgiera el s. XX, y éste, a su vez, fue desplazado por el s. XXI y las palabras de Bustamante siguen teniendo vigencia; el Zulia sigue esperando que se respeten sus derechos de entidad Federal, el Zulia sigue esperando que cese la imposición a sus gobernadores de asignaciones insuficientes por el gobierno nacional, el Zulia sigue esperando que cese la desidia con que se le trata y el abandono en que se le tiene.
Si revolucionaria fue la actitud de Bustamante en el Congreso Nacional y revolucionarios fueron sus enfrentamientos al luchar por las causas justas, también lo fue su gestión al frente de la Universidad del Zulia. Ocupó el cargo de Rector el 1 de septiembre de 1897, iniciándose con él en esa casa de estudios una de sus más brillantes y agitadas etapas. Desde el 12 de febrero de 1898 hasta el 1 de junio de ese mismo año, cuando fue sustituído interinamente en el Rectorado por el Dr. José Domingo Montero, para asistir al Congreso Nacional. En 1900 por renuncia de Bustamante al llegar Castro al poder, lo sustituye definitivamente el Dr. Rafael López Baralt. Según el Dr. Adolfo D´Empaire, su consecuente discípulo: “… en este pequeño lapso causó una revolución en la Universidad; sacudió la apatía que estaba cayendo sobre el Instituto y con su dinamismo y energía le infundió una nueva vida…”(3).
Pero en ese pequeño universo, ese medio donde quiso acicatear la investigación científica, modernizar los métodos de enseñanza y exponer a la libre discusión las modernas concepciones ideológicas y teorías científicas, no se supo comprender la verdadera intención de Bustamante, cual era convertir a la Universidad en centro docente de primer orden, donde convergieran las más modernas corrientes universales del pensamiento y de la ciencia y donde existiera absoluta libertad de expresión, imprescindible para él en cualquier humana actividad. La confrontación de ideas se convirtió en ruda lucha, que se desvió muchas veces de los estrictos cauces ideológicos hacia terrenos personales. De cualquier manera Bustamante libró su combate y salió de él con su indomable espíritu fortalecido.
Para lograr la proyección del quehacer universitario dentro y fuera de sus fronteras fundó en 1898 un periódico mensual de circulación gratuita, “La Universidad del Zulia”, tribuna para sus profesores y estudiantes.
“… Propúsose nuestro distinguido amigo y sabio maestro el fundar un periódico que sirviera de órgano a la Universidad del Zulia, brindar un hermoso palenque donde los profesores y alumnos de tan acreditado plantel de instrucción, exponiendo con claridad sus ideas más o menos ilustradas, fijasen por modo indiscutible, el criterio que debe reinar en asuntos científicos, por medio de la discusión culta y razonada, para dar así realce y nombre al Zulia y para no quedar atrás en las hermosas lides del pensamiento”(4). Bien pronto el periódico fue tildado de perjudicial para la juventud por ser libre pensador su fundador y a la Universidad se le calificó de atea por las doctrinas que propagaba y enseñaba. Las críticas arreciaron considerablemente con motivo de varios concursos promovidos por el Dr. Bustamante para la celebración del IV Centenario del descubrimiento de tierra firme en América. Son tres los certámenes científicos que abre la Universidad del Zulia en esta ocasión: el primero sobre Ciencias eclesiásticas, el segundo sobre Ciencias políticas y el tercero sobre Ciencias médicas. Los temas fueron los siguientes:
Tan pronto se conocieron las bases y los temas se comenzaron a lanzar, desde todos los ángulos y por medio de todos los órganos de la prensa de entonces, ataques contra Bustamante, envueltos en sutilezas algunas veces, directos otros, pero, en todo caso, reconocibles sin duda alguna contra el Rector “ateo” de una Universidad libre pensadora.
“… Espíritus pequeños y envidiosos, que no han tenido valor de atacar al rector personalmente, buscan la manera de ridiculizarlo en sus actos, haciéndolos aparecer como perjudiciales para el Zulia, cuando bien convencidos están de que siempre ha propendido con la mejor voluntad al desenvolvimiento y bienestar de este pedazo de tierra…”(5).
El breve discurso de apertura del acto de la Apoteosis de Colón, lo pronunció el Rector Bustamante, y sus palabras constituyeron nuevos motivos de crítica para sus adversarios, por los conceptos expresados sobre el origen de la vida y el hombre, por su conocida ideología determinista y su apoyo a la teoría evolucionista. En un artículo publicado en periódico zuliano “El Avisador” y titulado “El Doctor ante la ciencia”, se dice lo siguiente: “… No desperdiciemos la ocasión de formarle un proceso cuya sentencia habrá de ejecutarse cuando se le olvide esta derrota y nos vuelva a pronunciar un discurso como aquél de la Apoteosis. Recojamos esta perla que en su precipitación se le escapó: “… el hombre apareció en la tierra hace más de trescientos mil años…”. Bustamante quien nunca rehuía una polémica replica los argumentos del minorista Raggio, autor del artículo anterior, envía su respuesta a “Los Ecos del Zulia” del 11 de agosto de 1898; pero en este periódico no le dan cabida por falta de espacio.
“La Semana Literaria” propició un proyecto de Universidad Católica, con toda la intención de responderle a la ya existente en el Zulia: “… esto y mucho más producen las universidades en cuyas aulas y en cuyos actos públicos se enseña el ateísmo, el materialismo, la irresponsabilidad individual, pregonando el determinismo en las acciones en nombre de una pseudociencia hasta hoy o ciencia en ciernes como la Antropología…”(6).
Varios números dedican las páginas de “La Semana Literaria” a desarrollar el proyecto de la Universidad Católica en uno de cuyos párrafos se lee: “… Pensemos pues todos en fundar una escuela salvadora que sirva mañana de contrapeso a los libre-pensadores y para ello tenemos dos caminos: o cristianizar el gobierno del porvenir o fundar una Universidad que, como en Bélgica, en Holanda, en Francia, en Estados Unidos, en Alemania, en Inglaterra se llama Universidad Católica y en la cual podrán educarse no sólo con la milicia de la Iglesia que son los eclesiásticos, sino todos los que quieran librarse de las enseñanzas corruptoras que adrede instaron algunas veces los Rectores por pertenecer a la Secta…; pero ¿cómo puede evitarse Señor Ministro, que en las Universidades y Colegios de su jurisdicción se enseñe en alguna parte que el hombre es un hijo del mono?...”(7).
Representantes de la Iglesia atacaron las doctrinas filosóficas que Bustamante pregonaba. El Pbro. Antonio María Guijarro en un artículo titulado “Error contemporáneo”, aparecido en “El Avisador” concluye de la manera siguiente: “… De aquí que el racionalismo erigido en una unidad simple e indivisible como sujeto ofrezca el rarísimo contraste de ser, él mismo, el objeto en filosofía, ciencia, religión y arte, él es el maestro dixit; y al sentarse en la cátedra de su hogar privado, cae en el ridículo de hacerse su propia y peregrina personalidad dogmática, filosófica y moral, Dios y orador, Maestro y discípulo…”.
A pesar de la oposición tenaz que se le hizo durante el breve tiempo de su Rectorado (1 de septiembre de 1897 al 1 de enero de 1900) Bustamante le dió un brillo singular y modernización en todos los aspectos de la enseñanza universitaria, procurando que del seno de esa Casa de Estudios egresen, no sólo profesionales capaces de ejercer acertadamente sus respectivas especialidades, sino ciudadanos que sepan que, paralelamente al ejercicio de su profesión, deben en función del engrandecimiento de la Patria, comportarse como buenos venezolanos dedicados a la tarea de luchar por superarse ellos día a día, para que unidos pudieran llevar a Venezuela a ocupar el puesto que merece dentro del concierto de naciones. Ya hemos visto que hubo personas como el Dr. Adolfo D´Empaire que reconocieron lo positivo de la obra de Bustamante al frente de la Universidad del Zulia: “… Con él se inicia para nuestro Instituto una de sus épocas más brillantes y agitadas, respondiendo a las imperativas exigencias de los tiempos en la cuestión de las ideas filosóficas y doctrinas científicas que invadían los centros intelectuales y docentes del mundo”(8).
Más allá de críticas y aplausos, el mayor homenaje que puede recibir un maestro, un Rector, es el respetuoso cariño de sus discípulos. Y los de Bustamante se lo prodigaron dentro y fuera de la cátedra. “… Si regresamos un poco en el tiempo, llegamos a aquella época feliz de nuestra vida de estudiantes y recordamos con verdadera satisfacción y placer que el día del onomástico del Dr. Bustamante todo el alumnado de Medicina y aún el de Derecho, se reunía y en alegre romería invadía con una serenata la casa de habitación del Dr. Bustamante, para ir a ofrecerle el homenaje de cariño, respeto y reconocimiento de méritos a que se había hecho acreedor…”(9).
De este modo correspondían los discípulos a los afanes del Maestro, mientras fue Rector para lograr dentro y fuera de las fronteras de la Universidad del Zulia la proyección del quehacer universitario. Hemos visto como lo logra fuera de ellas a través del periódico que fundó y al cual nos hemos referido, que llamó “La Universidad del Zulia”. Dentro de la propia Universidad creó nuevas cátedras, entre otras citaremos la de Clínica Médica regentada por el Dr. Adolfo D´Empaire, de Medicina Operatoria por el Dr. Julio Fonseca, de Ciencias Naturales por el Dr. Guillermo Quintero Luzardo, de Antropología por el Dr. Marcial Hernández, de Clínica Quirúrgica por el Dr. Antonio Acosta Medina y de Bacteriología por el Dr. Manuel Dagnino. Se preocupó por la Biblioteca de la Institución aumentando en quinientos títulos su Colección, reclamó al Ministerio de Instrucción Pública el establecimiento de Concursos, el tiempo completo de dedicación y mayores salarios para los profesores.
El recuerdo de su obra en el Rectorado no se borrará fácilmente de la Universidad del Zulia, por cuya creación había luchado desde el Senado de la República, siendo el propulsor del Decreto para erigir en Universidad el Colegio Federal de Varones acompañado de los otros Senadores por el Zulia: Rafael López Baralt y Antonio Aranguren. El periódico que él fundó en su primera etapa concluyó con la salida de Bustamante del Rectorado, reapareciendo la segunda etapa en junio de 1956, en los tiempos del rectorado del Dr. José Domingo Leonardi. Esta etapa se extiende desde ese año hasta 1972. En esta ocasión el periódico sustituye el anterior formato de un octavo por el formato tabloide que aún se mantiene. En 1972, en la gestión Rectoral del Dr. Régulo Pachano Añez se decide suspender la publicación formal del periódico por una hoja tamaño Standard, impresa por una cara, que se propone salir semanalmente con el nombre de “Avance de la Universidad del Zulia”.
Esto constituyó en la práctica una segunda suspensión del periódico hasta 1977, durante la gestión rectoral del Dr. Humberto La Roche. Desde entonces hasta 1981 se puede ubicar la tercera época de “La Universidad del Zulia”. La cuarta época se inicia con la edición de “La Universidad del Zulia” del 1 de octubre de 1988, a noventa años del impulso inicial del Dr. Francisco Eugenio Bustamante, según se expone en un artículo titulado “El periódico de la Universidad del Zulia. Un sobreviviente del siglo pasado”, aparecido en el ejemplar de ese día.
En la faceta de Bustamante como cirujano hay dos puntos que queremos resaltar dentro de la secuencia que culminó con la operación que realizó en 1874. El primero es que Bustamante, después de venir de París, que era entonces el centro mundial de la medicina al lado de los grandes maestros de la época, Nelaton, Regnault, Gousselin, Velpeau, Tardieu, Fort y otros, observando junto a ellos las modernas técnicas y asimilando al máximo esas enseñanzas en un centro científico tan importante, llega a Maracaibo e inmediatamente encuentra soluciones nuevas para hacer realidad lo asimilado durante sus dos pasantías francesas, superando los problemas que le presentaba un medio aún no preparado ni técnica ni psicológicamente para aceptar su audacia como cirujano. Esta es una enseñanza a adquirir y un ejemplo a seguir por los jóvenes cirujanos, que después de realizar sus posgrados en el exterior, al llegar a Venezuela se sienten inadaptados por no encontrar en los hospitales de su país todos los adelantos técnicos conque cuentan los centros hospitalarios de los países donde hicieron sus cursos de especialización.
El segundo punto que es necesario destacar es que la hazaña quirúrgica realizada por Bustamante no afectó de manera alguna sus afanes revolucionarios, así como también confirma con hechos las palabras que pronunció en el Senado en 1891, que lo llevaron a enrolarse como Jefe del Estado Mayor en un ejército formado en su mayoría por jóvenes idealistas, que pronto serían derrotados por la superioridad numérica de las fuerzas del gobierno, debiendo Bustamante tomar de nuevo el camino del destierro con destino a Cúcuta, la ciudad-refugio por excelencia para Bustamante. Esta vez la fuerza de la naturaleza lo iba a obligar a regresar a Maracaibo, al ser herido a consecuencia del terremoto ocurrido en esa ciudad colombiana el 18 de mayo de 1875. Allá se encuentra con la orden dada por Guzmán de seguir a Caracas donde iba a tener la casa por cárcel. El año siguiente fue llevado a las mazmorras de La Guaira. Protesta por escrito ante el Presidente del Estado, sin resultado. Finalmente fue su madre Doña Concha, la mujer fuerte, quien intercedió con éxito para que su hijo traumatizado física y moralmente fuera puesto en libertad. Cinco años después del terremoto de Cúcuta sufre Bustamante un nuevo exilio, y otra vez es Cúcuta su destino, después de aquella tan comentada fuga de que hablamos al comienzo. El año 1884 marca otro camino hacia el exilio. Pasa luego dos años en San Cristóbal para regresar a Maracaibo en 1889, mientras gobernaba el país Rojas Paúl. Pero Bustamante, el político no puede permanecer tranquilo por mucho tiempo. En 1892 acompaña a Joaquín Crespo en la Revolución Legalista y junto a él hace su entrada triunfal a Caracas. Más tarde siendo Embajador en Washington, renunció a dicho cargo cuando Crespo decide continuar en el poder, más allá de lo pautado para su período presidencial. A comienzos del presente siglo y estando ya Castro en la presidencia, emprende de nuevo el camino al exilio, esta vez a Curazao después de que, gracias a la petición de su esposa María, sale en libertad de la prisión a que lo había sometido el Restaurador.
Bustamante realizó en Maracaibo (1874) la primera ovariotomía en Venezuela. Hazaña audaz, más no improvisada. Audaz, porque muchos médicos de la época se opusieron a la decisión tomada por él de operar a pesar de todas las condiciones adversas del Maracaibo de entonces, cuya situación y ambiente hospitalarios no eran los mejores para la práctica quirúrgica, teniéndose que realizar las operaciones en ambiente abierto: la propia casa de la paciente, Francisca González, en mesa improvisada del comedor de la casa, ante la disidente expectativa de sus colegas, sin ninguno de los adelantos de la cirugía moderna, sólo contó con la ayuda de la anestesia. Esto sucedió cuando Venezuela contaba apenas con 2 075 245 habitantes y el Inspector de Hospitales afirmaba que los hospitales de Caracas eran casas inmundas en donde se hacinaban los infelices que no tenían dónde morir; pero Bustamante se opuso a los elementos adversos, ambientales y humanos y triunfó sobre ellos. Pero si audaz fue la decisión que tomó Bustamante el 31 de agosto de 1874 de intervenir quirúrgicamente a la paciente Francisca González, a quien el 11 de ese mismo mes se le había diagnosticado “quiste ovárico simple y sin adherencias”, el cirujano zuliano al mismo tiempo, planificó cuidadosamente y ejecutó hábilmente esa intervención, la cual sería la primera ovariotomía realizada en Venezuela, como consta en la descripción de la misma, hecha por el Dr. Temístocles Vaamonde, testigo presencial de la intervención.
Entre los historiadores médicos venezolanos, la mayoría se había pronunciado porque se considerara al Dr. Francisco Eugenio Bustamante como Fundador de la Cirugía Abdominal en Venezuela; entre estos se encuentran los doctores Ricardo Archila y Oscar Beaujon. Sin embargo, en el curso de las deliberaciones del V Congreso Venezolano de Historia de la Medicina (10 al 14 de octubre de 1989 en Maracaibo), coordinado por el Dr. Fernando Bermúdez, el Dr. Francisco Plaza Izquierdo, exPresidente de la SVHM, planteó de manera definitiva que el Dr. Alonso Ruiz Moreno fue el iniciador de esta importante actividad médica, al realizar una cesárea en Cumaná en 1820. La madre apenas sobrevivió 2 días; pero el hijo que se llamó Ramón Nonato Badía prolongó su vida hasta más allá de los 80 años. El Dr. Alberto Silva Alvarez, participante de la mesa redonda consideró a Ruiz como el iniciador de la cirugía obstétrica y a Bustamante como iniciador de la cirugía ginecológica. Otros integrantes de la Mesa Redonda, los doctores Tulio Briceño Maaz, José León García Díaz, Orlando Arrieta Meléndez y quien esto escribe, consideramos a Bustamante como iniciador de la cirugía abdominal en Venezuela y a Ruiz Moreno como precursor.
Cronológicamente, no queda ninguna duda de que la cesárea practicada en Cumaná en 1820 por el Dr. Alonso Ruiz Moreno fue no sólo la primera practicada en Venezuela sino también en América Latina. En consecuencia, corresponde a este eminente médico el mérito de haber realizado la primera laparotomía en nuestro país. Por su parte, el Dr. Francisco Eugenio Bustamante fue autor de la primera ovariotomía en Venezuela y de la séptima en Latinoamérica, pero con la hazaña del Dr. Ruiz Moreno sucede algo similar a lo que comentaba Vicente Guarner en su trabajo “Un siglo de Cirugía Abdominal. La evolución de un proceso creativo” (10). “… En el año de 1809, en el pueblo de Danville (Kentucky), Efraín McDowell llevó a cabo en la heroica señora Crawford la primera resección de un quiste del ovario. McDowell realizó más tarde otras dos intervenciones y envió un informe a su antiguo maestro John Bell de Edimburgo. Los tres casos aparecieron publicados en “The Eclectic Repertory and Analytical Review, Philadelphia 1817”. Si bien estas tres operaciones pueden ser tal vez consideradas como las primeras intervenciones abdominales llevadas a cabo con éxito, acontecieron en una época precaria y obscura y, sobre todo, constituyeron hechos aislados y carecieron de esa continuidad necesaria y acorde con el fluir constante de su tiempo (*).
(*) Nota: OVARIOTOMÍA. Término erróneo introducido en Cirugía en aquella época por Charles Clay de Manchester en su libro “Peritoneal section for the extirpation of diseases of the ovary (1848).
Después de la cesárea de Ruiz Moreno tiene que pasar casi un siglo para que se repita la operación en Caracas por un médico venezolano. Esto sucedió en 1907 con magníficos resultados: niño y madre vivos. El cirujano fue el Dr. Miguel Ruiz. En el caso del Dr. Bustamante, a los seis años de su hazaña quirúrgica ésta es repetida en Caracas por el Dr. Manuel María Ponte y a partir de entonces el mismo Bustamante realizó otras dos ovariotomías, una de ellas con éxito, una laparotomía para tratamiento de oclusión intestinal por íleo paralítico, una enterectomía y la sutura de una fístula vesico-vaginal. Fundó en la Casa de Beneficiencia de Maracaibo una Cátedra de Clínica Quirúrgica libre. En Caracas el Dr. Miguel R. Ruiz ejecutó la primera histerectomía en el Hospital Vargas y allí mismo practicó 4 años más tarde, la primera apendicectomía en Venezuela, realizando la segunda el mismo año de 1898 el Dr. Acosta Ortiz, y la tercera el Dr. Miguel A Seco en 1899. Es decir que hay una continuidad de hechos quirúrgicos importantes después que Bustamante realizara su primera ovariotomía.
Dentro del contexto internacional, Bustamante interviene a Francisca González por quiste del ovario en la década de los 70, dentro de la cual el año 1877 se considera como el del comienzo de la cirugía abdominal contemporánea, con Spencer Welles y sus 1 000 ovariotomías con un 11 % de mortalidad, a pesar de haber sido Laumonnier quien primero la realizó en Francia en 1781 y Efraín McDowell en EE.UU en 1809 y de que Claude d´Allaines en su Historia de la Cirugía coloca la apertura de un quiste del ovario por aquél, en el número de las operaciones que se podían efectuar antes de la aparición de la asepsia y que fueron consideradas grandes proezas. Ahora bien no es a Spencer Welles a quien se le da el título de “Padre de la Ovariotomía en Inglaterra” sino a Charles Clay, de quien en la Bibliografía consultada no se dice cuándo ejecutó su primera ovariotomía ni cuántas hizo. Por lo tanto, no hay criterio definido para aplicar el término de “Padre de la ovariotomía”: por iniciador de la Cirugía abdominal o por mayor número de casos exitosos intervenidos.
Ya hemos hablado de lo bien planificada que estuvo la ovariotomía que efectuó Bustamante en 1874; pero luego de revisar la cronología histórica de esta intervención en Europa y EE.UU podemos afirmar igualmente que no fue improvisada, pues el cirujano zuliano al hacerla, venía de Europa donde Welles preparaba su récord de ovariotomías y donde Bustamante vió al cirujano francés Pean siete veces hacer esta intervención.
Existen opiniones que, por venir de cirujanos que han dado lustre a la cirugía venezolana, que han sido grandes maestros de la medicina en nuestro país y que han proporcionado ejemplo de rectitud y honradez con sus vidas, tienen un inobjetable valor para hacer un análisis ponderado de la operación de ovariotomía efectuada por el Dr. Francisco Eugenio Bustamante a la cual nos hemos venido refiriendo. Citaremos los conceptos que sobre la misma emitiera el Dr. Razetti en la sesión extraordinaria de la Academia de Medicina, celebrada en homenaje al eminente cirujano zuliano con motivo de su jubileo doctoral el 2 de octubre de 1914(11), de donde extraemos el párrafo final que dice:
“… Señores: Los que hemos consagrado nuestras facultades a la práctica del arte heroico de la cirugía, que a diario nos obliga a luchar frente a frente con la muerte; los que hemos sentido las grandes emociones que experimenta el cirujano en la mesa de operaciones, cuando la sangre corre a torrentes o la asfixia amenaza la vida del enfermo, los que sabemos cuántas y variadas son las dificultades, las sorpresas y los peligros que acompañan a las grandes intervenciones en las cavidades esplácnicas, y que hay momentos supremos durante el acto operatorio en los cuales un error insignificante, un descuido involuntario o la fragilidad de nuestra memoria, pueden ser causa suficiente para que la escena que debía terminar con la prolongación de una existencia, se tome inesperadamente en espantosa tragedia de muerte; los que así como hemos tenido satisfacciones infinitas y perdurables, porque hemos asistido a los más hermosos triunfos del arte, también hemos tenido que sufrir dolorosos fracasos, a veces inevitables e incomprensibles; pero siempre crueles, somos los que mejor podemos comprender el mérito de la obra quirúrgica del Dr. Bustamante y los que con más derecho podemos saludarlo en este hermoso día de júbilo y de satisfacciones para su espíritu. Yo me atrevo, sin temor a que se me acuse de parcial, a asumir la representación en estos momentos de todos mis colegas los cirujanos venezolanos, y en nombre de la cirugía venezolana, enviar al Dr. Bustamante un sincero voto de admiración y aplauso…”.
Otra opinión que mencionaremos data de la misma época de la anterior, es la del Dr. Adolfo D´Empaire, dilecto discípulo de Bustamante, quien rindió con motivo de las Bodas de Oro Profesionales del Maestro, homenaje a éste en nombre de la Casa de Beneficiencia y recordó el gran día de agosto de 1877:
“… en que con el corte de su brillante bisturí, trazó Bustamante el camino que debíamos recorrer los que veníamos por atrás … Nosotros los que operamos con la perfeccionada técnica moderna; con un arsenal quirúrgico capaz para dar frente a cualquier emergencia; con la confianza que inspira la casi seguridad del éxito, garantizado por la asepsia y la antisepsia, tenemos que hacer un gran esfuerzo de la imaginación, para trasladarnos a aquellos brumosos tiempos y para dar su verdadera significación y poder apreciar en toda su magnitud, la trascendencia del acto de valor necesario, para ejecutar una ovariotomía en una apartada región de la América del Sur, en un medio inadecuado, por no decir hostil, en aquella época en que la ginecología estaba en pañales todavía, y en que abrir el abdomen, esa esfinge de terror de los cirujanos de entonces, estaba reservada, aún en los centros de mayor civilización, a unos pocos privilegiados. Agréguese a esto la oposición de los compañeros y la falta de elementos indispensables, que hubieran de suplirse con ingeniosas modificaciones…”(12).
La tercera y última opinión que vamos a reseñar en este trabajo es la del Dr. Domingo Luciani, Maestro de cirujanos que se encuentran dispersos a todo lo largo y ancho de nuestra Venezuela actual. Dice el Dr. Luciani refiriéndose a la primera ovariotomía practicada por Bustamante:
“… Para valorar en toda su magnitud este hecho, para medir la capacidad y entereza de quien lo realizó, debemos tener presente las ideas que prevalecían en aquella época acerca de la excesiva y casi fantástica vulnerabilidad de la gran serosa abdominal ante el traumatismo operatorio; ideas que, justo es decirlo, no constituían un mito sino una realidad aterradora, consecuencia lógica de la total ausencia de las prácticas listerianas. Luego, hay que recordar la pobreza del instrumental, la falta de mesas operatorias adecuadas y el desconocimiento de la posición de Trendelenburg que tan gran ayuda presta el ginecólogo; a la cual añadiré la carencia de anestesistas y ayudantes entrenados y finalmente como remate, la atmósfera de pesimismo que rodeaba al operador… Así conquistó el joven maestro el título de Fundador de la Cirugía Abdominal en Venezuela…”(13).
Francisco Eugenio Bustamante, hijo adoptivo del Zulia, logró que el pueblo de esa tierra tan amada le reconociera en vida sus merecimientos, y que a ese gesto se sumaran colegas y amigos de la capital de la República. Fue con motivo de su jubileo doctoral, cuando se inauguró el busto del gran cirujano con la inscripción siguiente: “Al Dr. F.E. Bustamante, Fundador de la Cirugía Abdominal en Venezuela. El gremio médico del Zulia – 1914”. Este busto se erigió en la Plaza que se llamaría “Plaza Bustamante”. La placa fue cambiada por personas desconocidas, pero en 1936 el Dr. Pedro Iturbe pidió y obtuvo del Concejo Municipal de Maracaibo permiso para reponer la inscripción original. Udón Pérez, en su exquisita sensibilidad de poeta, captó el gran cariño del Zulia por Bustamante y la poca importancia de que estuviera o no inscrito en el bronce; porque ya lo estaba en el corazón de sus habitantes. Su “Legatus Honoris” finaliza así:
“Y aún aquí quien se asombre
Sobrio y patriota ejemplar,
Y proteste en tono adusto
Huelga el bronce… en cada hogar
Porque se te niegue un busto
Zuliano vive presente;
Para perpetuar tu nombre! …
Hay un recuerdo en cada mente…
¡Dicen bien! Para este hombre
Y en cada pecho un altar!