Caruso fue uno de los tenores italianos más famosos en la historia de la ópera y para muchos el mejor. Cantante popular en cualquier género durante los primeros veinte años del siglo XX y uno de los pioneros de la música grabada. Cantó en numerosísimas salas de ópera del mundo, aunque fue más conocido por haber sido Primer Tenor del Metropolitan Opera de Nueva York, durante casi 20 años. Su repertorio era de unas sesenta óperas y unas quinientas canciones. En 1904 grabó Mattinata y en 1902 su registro de Vesti la giubba, de Pagliacci, fue el primer disco de un millón de ejemplares. Muere en 1921 de una pleuresía complicada. Se describe su enfermedad, evolución y diagnóstico diferencial. Definitivamente fue mal tratado, como sucede con grandes personalidades. Se llama al médico más de moda, pero menos talentoso. Pudo haber sido una tuberculosis, enfermedad que puede cursar con los síntomas descritos, ocultada por “el precio de la fama”.
Palabras clave: Cantante. Ópera. Pleuresía. Tuberculosis.
Caruso was one of the most famous Italian tenors of opera’s history and for many people, the best. He was a popular singer during the first twenty years of the 20th century and one of the pioneers of taped music. He sang in numerous opera halls all over the world, although he was more known for having been First Tenor of the Metropolitan Opera of New York, for almost twenty years. His repertoire was approximately sixty operas and five hundred songs. In 1904 he taped Mattinata and in 1902 his record of Vesti la giubba, of Pagliacci, was the first one of a million records. He dies by a complicated pleurisy, in 1921. The author describes his disease, evolution and differential diagnoses. Being an important personality, his sickness was badly treated and the least talented but fashionable physician was called. It could have been tuberculosis, because symtoms are very alike; but hidden by “the price of fame”.
Key words: Singer. Opera. Pleurisy. Tuberculosis.
Uno de los más grandes tenores de todos los tiempos(1), nace en Nápoles (Italia) el 27 de febrero de 1873, en el seno de una familia de escasos recursos, ocupaba el decimoctavo lugar en una familia de veinte hermanos, de los que sobrevivieron tres. No puede estudiar música, debido a las penurias económicas y tan solo participaba en el coro de la parroquia de San Juan y San Pablo de su barrio. El día de Corpus Cristo de 1888 el sol no templaba las calles de Nápoles y la fuerza de la voz de Carusiello no salía del alma como de costumbre; Enrico tenía para entonces 15 años y cantaba en el coro de San Severino gracias a los esfuerzos de su madre, Ana Bardino, que había convencido a su marido para que dejara cantar a Enrico en una ciudad donde el arte era un lujo para los pobres. Desde pequeño había destacado por su voz y le apasionaba cantar, pero esa mañana no habría querido asistir a la iglesia porque su madre estaba gravemente enferma. Ella le obligó a ir y nunca más volvieron a verse. Tras la muerte de su madre, Enrico siente que ya nada le puede detener y decide dedicarse a la música, aunque esto supusiera separarse de su padre, que jamás comprendió que su hijo no empleara toda su jornada para ganarse el pan como mecánico. “…yo me había resignado a seguir mi trabajo como el aprendiz de un mecánico;…sin embargo mi corazón estaba lleno de tristeza, encima de mi pérdida irreparable, yo no encontraba ninguna razón que justificase seguir sacrificándome por la música…” fueron palabras de Caruso muchos años después recordando estos lamentables hechos.
Continúan los problemas con su padre. Sin embargo, su madrastra lo anima y retoma el canto; el padre le da un ultimátum, con lo que Caruso ha de abandonar la casa paterna y buscarse la vida por su cuenta. Se dedica a cantar por su cuenta en tabernas y calles(2), aquellas canciones populares napolitanas, para obtener algún dinero. La gente se fija en él, admira su forma de cantar y empieza a llamarlo “Carusiello” y “el divo pequeño”.
A lo largo de su vida, mantuvo su pulcritud y elegancia, y no desaprovechaba las horas de baño y las visitas al barbero para estudiar o ensayar el papel que representaría.
En 1891 conoce a Vergine, famoso profesor de canto en Nápoles, quien se ofrece a enseñarle a cambio de 25 % de sus ganancias en los primeros 5 años que siguiesen a su debut como artista. Esto fue funesto ya que Vergine le exigió fuerte pago por sus actuaciones, no de cinco años naturales, sino de 825 actuaciones.
Una vez terminados sus estudios, Enrico Caruso consiguió que su maestro le consiguiera un papel de tenor sustituto en una pequeña compañía ambulante de ópera... Pero su primera intervención fue un desastre. Un día que la compañía visitó una ciudad donde Caruso tenía conocidos, el cantante, seguro de que sus servicios no serían requeridos, salió a tomar unas copas con sus amigos. Para su sorpresa, después de un rato llegó el recadero a avisarle que su presencia era necesaria en el teatro. Y salió a escena, pero traía demasiadas copas encima. Aunque cantó bien, su estado lo hizo tropezar con otros actores y dar traspiés mientras el público reía a carcajadas y le gritaba “borracho”. El resultado de su primera actuación fue el despido, pero al público le había caído tan en gracia que cuando se hallaba ya en su pequeño cuarto desolado por su fracaso, volvieron a buscarlo porque el público lo aclamaba. Tenía entonces 19 años(3).
A los 21 años es llamado al ejército y el día de pascua, el comandante Nagliotti le pidió cantar y después del postre cantó el “Brindisi” de Cavaleria Rusticana; fue aclamado por sus compañeros y unos días después fue eximido de algunos trabajos; fue presentado al barón Costa quien le sugirió abandonar el ejército.
Regresó a Nápoles (1894) y debuta en la ópera con L’amico Francesco de Morelli en el Teatro Nuovo de Nápoles. Actúa en otras obras, destacando en muchos y variados papeles. Su primer gran éxito llega solo hasta 1898, en Milan, cuando representó a Loris en El Sombrero, obra de Giordano. Viaja a San Petersburgo, Montecarlo, Londres, Roma y Lisboa. Gran éxito fue en la Scala de Milan en 1900, con el papel principal de La Boheme de Puccini. Un año más tarde en Nápoles canta L’elisir d’amore de Donizetti; allí fue muy criticado por el público y llego a jurar no cantar más nunca en su ciudad natal. Juramento que mantuvo durante toda su vida.
No fue sino hasta 1902 cuando el reconocimiento fue universal, después de sus actuaciones en Montecarlo con La Boheme y en el Convent Garden de Londres con Rigoletto de Verdi. La misma cantó poco después en su debut americano en el Metropolitan Opera House de Nueva York, el 23 de noviembre de 1903. Diecisiete años pasará cantando en ese sitio en forma ininterrumpida, estrenando temporada; representando un total de 36 papeles diferentes en 607 actuaciones. En su vida como artista representó un total de 57 papeles diferentes en 832 actuaciones distintas, lo que significa que más del 70 % de sus actuaciones la realizó para el Metropolitan.
Fue uno de los más famosos y mejor pagados tenores de su tiempo, firmando contratos millonarios. Grabó por primera vez con fonógrafo, lo que hizo que adquiriese fama mundial y su voz escuchada y admirada en distintos lugares del planeta llegando a grabar más de 200 piezas de su extenso repertorio operístico además de diversas canciones. Algunas de estas todavía son asequibles en nuestro tiempo.
Rigoletto fue la ópera de sus principales debuts: desde 1903 en el Metropolitan, luego también en París, Berlín, Buenos Aires y Viena. Como la Callas en Violetta, Caruso se acoplaba divinamente en el papel del Duque de Mantua.
Caruso adoraba vivir bien. Poseía el gusto de Pavarotti hacia la comida, el amor de Domingo por las mujeres y el disfrute de lo melodramático de José Carreras. Fumaba fuertes cigarrillos egipcios y tabacos habanos.
Sus coqueteos sexuales eran legendarios. Se rodeó de las bellezas de su época y las amó a todas. Estuvo ligado a Billie Burke y Lotte Lehmann. Aunque era un consumado Don Juan y buen maestro de la seducción, tardó años en conquistar a la embrujadora soprano Ada Giachetti, años mayor que él, pero que vivió con el cantante cuando conquistó la fama, durante diez años, naciendo dos hijos Rodolfo en 1898 y Enrico Jr. En 1904(4).
Existe una historia vivida por Caruso en La Habana, objeto de un libro(5), que relata en mayo de 1920, cuando pasa una larga temporada cantando óperas y cuya cronología es la siguiente:
Caruso disfrutó su estancia en Cuba asistiendo a cuanta peña, tertulia cultural hubiera. Visitó las fábricas de tabacos La Corona, H. Upman y Partagás donde cantó entre los trabajadores tabaqueros, La Donna e Móbile de Rigoletto, durante 10 minutos sonaron las chavetas y le lanzaron una lluvia de tabacos de la marca Romeo y Julieta.
Famosas son sus caricaturas; era buen dibujante entre ellas figuran sus autocaricaturas(6) .
En 1918 se casó con Dorothy Benjamin Park, con quien tuvo una hija, Gloria.
Sufrió amenazas de la llamada Mano Negra, los gangsters de la baja Sicilia, que supuestamente le exigían 15 mil dólares en billetes si el tenor deseaba continuar con vida. Por lo mismo pedía que todas las pistolas en el escenario de la ópera Tosca, fueran revisadas, para asegurarse de que las balas eran de salva. Toscanini que dirigía la orquesta en el Metropolitan, se aseguraba de tener guardias apostados detrás del escenario; una vez que cierto pedazo de escenografía se desprendió en escena, Caruso juró que se trataba de la Mano Negra.
Tuvo un alumno preferido, Ed McNamara, un policía cantante de Paterson, New Jersey.
Comienza en agosto de 1920 su largo sufrimiento. En una carta dirigida a su amigo Bruno Zirato, le cuenta que desde su regreso de La Habana, tres semanas antes, viene sufriendo de un fuerte dolor costal izquierdo. Su carácter se había hecho irritable por la tos que presentaba, además de cefaleas e insomnio. Para ese entonces se le diagnosticó una enfermedad del riñón.
De allí en adelante Rico, como le decía su esposa Dorothy, empieza su final.
Se preparaba para la apertura de la temporada del Metropolitan, para el 15 de noviembre canta allí Vesti La Giubba; canto esa ópera también en Filadelfia; el 3 de diciembre cantó Sansón en el Metropolitan (cuando le cae parte del escenario, golpeándolo en el tórax).
Al día siguiente, caminó por el Central Park y “cogió un resfrío”, agravándose su tos, pero su médico, Dr. Horwitz, dictaminó que se encontraba bien para cantar. Seguía fumando. El 8 de diciembre cantaba Pagliacci, su voz se quebró cantando Vesti la Giubba, cayó desplomado en escena y tambaleante y como ciego salió del escenario cayendo desfallecido en manos de Zirato; en una versión encontrada refiere “que la funcion fue interrumpida”(7); en otra refiere “que en su camerino, semi inconsciente, se quejaba de fuerte dolor en el costado. Su médico le diagnóstico una “neuralgia intercostal”, le vendo el hemitórax y le permitió continuar con el acto segundo. Al caer la cortina la audiencia le prodigó un aplauso comprensivo”(8).
El doctor habitual de Caruso restaba importancia a la sintomatología que presentaba el tenor, lo que desesperaba a Doro que veía que además del fuerte dolor en el costado, su esposo estaba cada vez más enfermo.
En la noche del 11 de diciembre, se presentaba en Brooklyn, en la Academia de Música con L’Elisir d’Amore; ya vestido como Nemorino, presentó un acceso de tos y experimentó la primera crisis de hemoptisis, vio con desesperación que manchaba el lavamanos con sangre. A pesar de los ruegos de Doro, insistió en salir al escenario. Presentó tos en el primer acto y los espectadores notaron la sangre en la vestimenta de Nemorino. En el intervalo se limpiaba la sangre con toallas y el Dr Horwitz dictaminó que se trataba de una pequeña vena rota en la base de la lengua; una vez que paró la sangre, salió para el segundo acto.
De nuevo y por insistencia de su médico, que restaba importancia a su enfermedad, siguió cantando hasta navidad, cuando después de una velada infernal por culpa del dolor en el costado, tuvo que tomar cama.
En una carta a su hermano Giovanni, fechada febrero 1 de 1921, describe esa navidad de la siguiente manera: “…esa noche que esperaba pasar como algo muy hermoso puesto que, además del árbol de navidad con presentes para amigos y niños, mi esposa había colocado en la chimenea un pesebre. Como a las 12:30, cuando me encontraba en el comedor haciendo entrega de los regalos a la servidumbre, tuve un dolor que jamás había experimentado…fui al baño. Comencé a enjuagar la boca, el extraño mal de nuevo me afectó, por lo cual decidí tirarme en el agua caliente, llene la bañera, e ingresé en ella, pero antes de poder sentarme me doblegué como una rama seca, gritando como loco. Todos acudieron y me sacaron. Trataron de ponerme en pie, pero yo me mantenía doblegado presionando mi lado izquierdo con mi mano izquierda y dando aullidos como una can herido, tan agudos que fueron escuchados por todo el hotel y hasta la calle. Me sentaron en el diván y apareció el médico del hotel, quien no conocedor de mi enfermedad, no se atrevió a darme nada, solo un paliativo, hasta que llegó mi doctor…Estuve cinco días entre la vida y la muerte debido a la terquedad de este doctor…solo fue hasta que consultaron a varios doctores y el último dijo: si este hombre no es operado en doce horas, habrá de morir. Se pensó en un cirujano y este fue hallado. Luego del consentimiento de mi esposa emprendió su trabajo. Se trataba de seccionar dos costillas porque había llegado a la conclusión de que yo padecía de una pleuresía purulenta y que el pus había comenzado a llegar al corazón. Finalmente operaron y al llegar la punta del bisturí al fondo de la lesión, él lanzo grandes gritos de “hurra”. Lo que sucedió fue que al hacer la incisión para llegar a las costillas, el pus salió como una explosión cubriendo al doctor y a lo que había alrededor, a toda la habitación. No fue necesario seccionar las costillas y rápidamente mejoré…”.
Su enfermedad continuaba, presentó fiebre y dolor, debieron drenarle nuevamente la pleuresía y resecar costillas.
En la mencionada carta a su hermano le dice: “…Sabes que es una pleuresía? Y le dice que era el mal que tenía desde hacía varios años y causa de todos mis problemas”.
La primera toracentesis se la practicó Antonio Stella(8), las otras fueron practicadas por el doctor John F. Erdman, profesor de la Universidad de Columbia(8).
En febrero entró en coma. Su estado se agravó hasta el punto que el día 15 le fue administrada la extremaunción. Durante una semana se mantuvo entre la vida y la muerte. Se le practicaron cinco operaciones sobre el tórax y dos transfusiones de sangre. Recibía numerosas visitas y en las iglesias rezaban por su recuperación. Miles de mensajes llegaban al Hotel Vanderbilt, donde residía. Entre las visitas estuvo Tita Ruffo, que había aceptado cantar Otello en la próxima temporada con Caruso. Al salir de la habitación dijo sollozante “Su torso magnífico es solo un esqueleto”.
Contra las predicciones de los doctores, comenzó a mejorar y en una ocasión expresó “No moriré”. Sin embargo, cuando supo que Beniaminio Gigli, lo sustituiría en Andrea Cheniere en el Metropolitan, dijo con amargura: “deberían haber esperado a que yo muriera”.
En la carta a su hermano dice: “…devoro como un lobo para ganar peso, ahora me siento bastante bien. Ya comienzo a caminar alrededor del cuarto, permaneciendo por horas sentado al sol, cuando brilla, o en la sala jugando con Gloria. La herida ha cicatrizado pero debe ser abierta por cualquier eventualidad. Tomará unos meses para cerrar. Pasaré la mitad de marzo en la playa y la otra mitad en la travesía en el barco para llegar allá…”.
Para abril de 1921 Caruso se había recuperado hasta el punto de poder salir al Central Park. Prometía a sus admiradores, que contemplaban con preocupación su tez pálida, que volvería al Metropolitan después de unas semanas bajo el sol de Italia.
Y comenzaron, con optimismo, los preparativos para el viaje a Italia. Pero surgió un nuevo y preocupante síntoma: extrema debilidad en su mano derecha. Y así zarpó la familia Caruso entera, y un séquito de acompañantes y voluminosos equipajes en el S.S. President Wilson, el 28 de mayo de 1921, con destino a la Villa Bellosguardo en Nápoles. Llegaron a Italia el 10 de junio. El grupo se albergó en el Hotel Vittoria de Sorrento, con vista sobre Nápoles. Pronto se sintió mucho mejor, ganó peso y se recreó en la playa. Con la piel bronceada, Caruso aparecía saludable. Hizo una visita a la Madonna de Pompeya. Y un día, ante la admiración de su esposa Dorothy, durante una audición en el hotel a un tenor local poco talentoso, Caruso cantó de nuevo con la dulzura de siempre. “Doro, ¡puedo cantar! ¡Puedo cantar! No he perdido mi voz. ¡Puedo cantar!”.
Gatti-Casazza vino a visitarlo en julio y se deleitó al verlo jovial y de buen aspecto, aunque recomendó que no se apresurara a aceptar compromisos en Nueva York y los que le llegaban de Londres. Pero pronto, en ese mismo mes, regresaron los terribles dolores en el tórax y de nuevo tuvo un colapso y fiebre alta.
Dos famosos cirujanos, los hermanos Giusseppe y Rafaelle Bastianelli, reconocidos como los mejores médicos de Italia, traídos de urgencia, diagnosticaron una afección del riñón izquierdo el cual, dictaminaron, debería ser extirpado en Roma, pero aconsejando una semana de espera. El cuadro febril se agravó, por lo cual se decidió su traslado por tren especial a Roma, con escala en Nápoles. El domingo 31 de julio llegaron al Hotel Vesubio, Caruso muy enfermo y con gran dolor.
También relata Jackson(9) que el médico local, presumiblemente agobiado por la responsabilidad del cuidado de tan famoso paciente, trastabillaba y no acertaba a administrar la dosis de morfina, por lo cual Dorothy, impaciente e impulsiva, se vio forzada a hacerlo ella misma. Otros médicos fueron llamados, quienes, se dice, encontraron absceso en el riñón izquierdo, pero no se atrevieron a operar, a pesar de la insistencia de Dorothy, quien opinaba que deberían drenar haciendo una incisión en el costado izquierdo. Continuó el deterioro, con Caruso delirante, y finalmente, el 2 de agosto de 1921 expiró, diciendo a su esposa: “Doro no puedo respirar”.
La capilla ardiente se puso en el “Hotel Vesuvio” y a ella acudió muchísima gente. El funeral se celebró en la iglesia de San Francesco di Paola, honor reservado a la familia real. Después de recorrer el mundo con su voz, Caruso abandonó su ciudad natal, Nápoles, como un rey.
De que murió Caruso?
Mucho se ha hablado y escrito al respecto. Su muerte ha podido ser por un cáncer del tracto respiratorio. Primero localizado en la garganta, laringe o parte posterior de la lengua además de pulmón, manifestado por una hemorragia durante una actuación. Fue un fumador empedernido. El dolor torácico y lo que fue un empiema se explicarían por necrosis y perforación del tumor a la pleura.
Más parece ser que su enfermedad comenzó al final de ese año 20, con un resfriado mal tratado, acompañado de jaqueca y debilidad. Acostado en uno de los camerinos, en una mesa de metal, un practicante le aplicó planchas de zinc y corriente eléctrica, seguida de calor. Más adelante apareció el dolor costal y fiebre.
Hemoptisis. Luego fue diagnosticado de pleuresía y probablemente neumonía. Los tres médicos consultados coincidieron en el diagnóstico realizado por el Dr. Evans. Durante esos días, un neumococo fue aislado del esputo del tenor en el Laboratorio del Dr. Hans Zinsser en el Columbia University Collage of Physicians and Surgeons(10).
Luego fueron practicadas varias toracentesis, con salida de abundante líquido purulento y mejoría del enfermo. Se dejó un drenaje torácico y el ruido del aire saliendo por la trampa molestaba al enfermo. Más tarde en la evolución de la enfermedad se le practicó una toracostomía con resección costal y salida de abundante pus fétido. Una radiografía practicada esos días refiere “que su pulmón izquierdo estaba contraído”, (atelectasia)(10).
La aparición luego de parestesia y atrofia visible de su mano derecha, no está clara en el diagnóstico final. Si fue un cáncer como mencionamos anteriormente, podría deberse a una metástasis cerebral y parálisis. Otros atribuyen esto a una mala posición del brazo, con lesión del plexo braquial durante una de las toracostomías. ¿Pero porque del lado derecho, si las toracostomías fueron izquierdas?.
Luego viajó a Italia y en su gravedad final fue diagnosticado por los hermanos Bastianelli, de absceso renal izquierdo y subfrénico que ameritaban cirugía urgente. Ya en los últimos días se complicó con ruptura del absceso y peritonitis, que no se llegaron a tratar por cirugía.
Poniendo todo en conjunto parece que fue: neumonía, empiema, abscesos satélites en la fascia y músculos del tórax del lado izquierdo. Finalmente absceso subfrénico izquierdo, absceso peri-renal y probablemente peritonitis. El germen inicial pudo haber sido un neumococo complicado con un estafilococo. O sea una infección de gérmenes resistentes, mal tratado al principio; falta de drenaje a tiempo?
Definitivamente fue mal tratado, como sucede con las grandes personalidades. Se llama al médico menos adecuado, al más de moda pero menos talentoso.
Pudo haber sido una tuberculosis, enfermedad que puede cursar con todos esos síntomas pero ocultada por “EL PRECIO DE LA FAMA”.