Médico Internista. Profesor Asociado de Historia de la Medicina UNERG. Individuo de Número de la SVHM.
Recibido el 25 de febrero de 2008.
Médico, profesor universitario, escritor, diplomático y ganadero guariqueño. Bachiller en Filosofía y Letras del Liceo Caracas (1925) Doctor en Ciencias Médicas (UCV, 1932) Profesor Titular de la Facultad de Medicina. Participó en la autopsia al cadáver de Juan Vicente Gómez. Prestó servicios en Cruz Roja, Policlínica Maracay, Hospital Bolivariano de Caracas, Policlínica Caracas e IPASME. Director del Hospital Vargas (1940-1942), Diputado por Guárico al Congreso Nacional (1940-1944), Rector de la Universidad Central (1948-1951). Ministro de Educación (1958-1959) y Embajador de Venezuela en Argentina (1959-1962). Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina, desde 1949, fue su Presidente (1984-1986) Cofundador de: Organización de Bienestar Estudiantil UCV, Colegio de Médicos del Distrito Federal, Sociedad de Medicina Interna (1956), Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina (1944), Federación Médica Venezolana (1945) y Comisión de Fiebre Aftosa. Entre sus publicaciones figuran: “El problema de salud rural en el estado Guárico” (1944), “Hombres y palabras” (1957) y “La ganadería en Venezuela” (1974).
Palabras clave: Julio De Armas. Universidad Central. Academia Nacional de Medicina. Estado Guárico. Ganadería.
Physician, University teacher, author, diplomat and cattle dealer of Estado Guarico. Bachelor in Philosophy and Letters (1925) Doctor in Medical Sciences (UCV, 1932) Professor Titular of the Medicine Faculty. Participated in autopsy to the corpse of Juan Vicente Gomez. He served in the Cruz Roja, Policlinica Maracay, Hospital Bolivariano de Caracas, Policlinica Caracas and IPASME. Director of the Hospital Vargas (1940-1942), Delegated by Guarico to the National Congress (1940-1944), Rector of the Universidad Central (1948-1951). Minister of Education (1958-1959) and Ambassador of Venezuela in Argentina (1959-1962). Individual of Number of the National Medicine Academy, from 1949, was its President (1984-1986) Cofounder of Organization of Student Welfare UCV, Medical College of Caracas, Internal Medicine Society (1956), Venezuelan Society of History of the Medicine (1944), Federacion Medica Venezolana (1945), Commission of Aphthous Fever. Between its publications they appear: “The problem of rural health in the Guarico state” (1944), “Men and words” (1957) and “the cattle ranch in Venezuela” (1974)
Key words: Julio De Armas. Universidad Central. Academia Nacional de Medicina. Guarico State. Cattle ranch.
El escritor Dario Laguna comparó a Julio De Armas con Simón Rodríguez por sus ideas sobre el trabajo y la formación del hombre; con José Maria Vargas por su probidad y la consagración a la Medicina, la educación y el estudio de las enfermedades tropicales; con Francisco Lazo Martí por el halo poético que animó su vida; y con Monseñor Arturo Celestino Alvarez por su bondad y pureza del alma. Wolfgang Larrazábal, ex-presidente de Venezuela dijo de nuestro biografiado “Si hay hombres honestos en nuestro país ese es Julio De Armas y que con su extraordinaria fe que tiene en los pueblos, junto con él se puede hacer bien para la patria”. Ramón Díaz Sánchez elogió la pluma de De Armas, la cual, según su apreciación reflejaba los problemas del país. Carlos Díaz Sosa lo asocia al llano. Ismael Puerta Flores lo definió como “hombre preocupado y apegado a todo aquello que requiere observación y salvaciones de pueblo y tierra”.
José León Tapia definió a Julio De Armas como un venezolano auténtico. Santiago Betancourt Infante afirmó: “...Bien vale recordar a un universitario de la talla de Julio De Armas... Recordarlo es vivir en toda su emoción y profundidad la historia de la universidad venezolana en las duras pruebas de la represión política, cuando la dictadura se enseñoreó sobre los penachos humanos, científicos e intelectuales del Alma Mater”.
El presente esbozo biográfico pretende rendir un sencillo pero merecido tributo a la memoria del Dr. Julio De Armas en el centenario de su nacimiento (Guayabal, Edo. Guárico 25 de octubre de 1908- Caracas 28 de julio de 1990), un médico ejemplar que desde las trincheras que le tocó luchar, bien sea la del Rectorado de la UCV, como Ministro de Educación, Embajador, Presidente de la Academia Nacional de Medicina, en el campo, o en su consultorio fue portador de un sentimiento puro de venezolanidad, signado por la fe y la perseverancia en el trabajo creador y por el amor inmenso a la Patria.
El Dr. Julio De Armas escribió sobre sus ancestros, y especialmente sobre su progenitor, el Dr. Julio De Armas Matute, en el libro “Presencia de un hombre. Biografía de mi padre”. Esta obra, que recoge parte de la vida de los pioneros de su familia o de gente con los apellidos de sus padres sin pretender que sean necesariamente sus familiares, consta de trece capítulos: El campo en la sangre y en el tiempo; Rama troncal paterna; El hato hogar; Cuna, infancia y profesión; Misionero del amor; Agua amarilla, almáciga de esfuerzo y fe; La vieja Secunda; Revés y éxodo; Alma de olivo y vertical de roble; Caracas, cenit del esfuerzo; Maracay, tránsito profesional; Vuelta a la capital y Presencia ante la muerte.
El apellido Armas es de raíz hispánica y es tradicional en las Islas Canarias. El rey Juan II de Castilla concedió en nominativo De Armas a unos armeros reales. En Venezuela el apellido fue diseminado por cuatro hermanos: Doroteo, Calixto, Vicente María y Sebastián de Armas. Los primeros De Armas se asentaron en el pueblo de San Lorenzo, al norte del Estado Anzoátegui.
El Dr. Doroteo De Armas nació en Aragua de Barcelona en 1860. Trabajó en Caracas, Ciudad Bolívar y Zaraza. Fue Rector del Colegio Federal de Primera Categoría del Estado Bolívar en 1887. En la Facultad de Medicina de ese colegio dictó clases y en la de Caracas fue profesor de Patología Interna. Telmo Romero (1846 – 1887) aventurero y curandero de oficio, se entera que el presidente Joaquín Crespo tiene un hijo enfermo con un mal terrible que han tratado los médicos inútilmente. Las indicaciones de Telmo Romero dan buenos resultados y el muchacho se salva. Crespo lo designa como Director del Hospital de Lázaros de Caracas y del Manicomio Nacional de los Teques. Aplica sus propias recetas para tratar enfermos mentales: un clavo en la cabeza. Publica su libro “El Bien General” y tiene tanto éxito que se prepara para recibir un Doctorado en EE.UU. Además se menciona su nombre para Rector de la Universidad de Caracas.
Todo esto es considerado una ofensa para las ciencias médicas. El Dr. Doroteo De Armas propuso a los estudiantes un desagravio al Doctor Vargas. Víctor Manuel Ovalles en el prólogo del libro de Torrealba “Pequeños Apuntes” dice que el desagravio “consistió en haber quemado ante la estatua del ilustre patriarca, en la Universidad de Caracas, un ejemplar del libro El Bien General”.
Julio César, el padre del Dr. De Armas, nació en Aragua de Barcelona el 20 de mayo de 1879. En su libro “Presencia de un hombre” De Armas describe una intervención quirúrgica en pleno llano, ejecutada por su padre: “Tuvo lugar el acto quirúrgico en su hato La Becerra, cerca de Agua Amarilla. La operación se llevó a cabo en un caney, sobre una mesa de oscurecidas tablas, y los operadores se auxiliaban con agua caliente para esterilizar; una totuma para colocar algodones con cloroformo como anestésico; poncheras, pailas y muebles rústicos ocupaban aquel improvisado quirófano, de piso de tierra y donde entraban libremente polvo y moscas”. Julio De Armas hijo midió, con un reloj de bolsillo, el tiempo de la intervención, la cual consistió en la amputación del muslo del paciente en su tercio superior por sufrir de gangrena seca por arteritis obliterante senil.
La vocación de médico nació en Julio De Armas, hijo a partir de la intervención quirúrgica descrita. Desde entonces empezó a operar ratones y a soñar con ser médico algún día. Además el ambiente del hato Agua Amarilla predisponía en todo hacia la profesión de Hipócrates. El padre en la farmacia preparaba muchos medicamentos, píldoras, cápsulas, pomadas vermífugos, purgantes, tónicos y reconstituyentes. Daba nombres a sus fórmulas como “Tiro seguro 606” o “Píldoras del trabucazo”, etc.
Los estantes con medicamentos, morteros, espátulas, instrumentos quirúrgicos y el consultorio con los pacientes constituían una atmósfera galénica, digna de recordar y ser imitada más tarde. Los enfermos esperaban su turno de consulta bajo los árboles. De Armas describe el cuadro así: “No puedo olvidar aquellas matas de chaparro y otras que formaban la arboleda a la entrada de la casa, sesteadero de bestias ensilladas y de gentes que se cobijaban del sol, dando el aspecto de un ejército permanentemente acampado”.
Julio De Armas culminó la promoción de la Facultad de Medicina de la UCV que lleva por nombre del insigne médico Leopoldo Aguerrevere, también llamada la de “los médicos que escucharon las clases de pié”. En efecto, eran tantos, 260 estudiantes en total en el primer año, en 1926, que la mayoría tenía que oír las clases de pie. Sólo algunos tenían suerte al llegar temprano y tomar asiento. Procedían de todos los rincones del país y tenían saco cruzado, chaleco y pajilla cuando por primera vez hicieron formación en el patio de la vieja Universidad. En tiempos del gomecismo las puertas de la facultad médica se abrían cada dos años, los pares, para recibir las nuevas camadas de bachilleres. Pero como el ganado en viaje, fueron mermando y al final, en 1932, llegaron felizmente a la meta unos pocos, 37, para ser exactos. Los profesores, tales como Luis Razetti y Pepe Izquierdo, eran estrictos y muy exigentes para con sus pupilos. Así, por ejemplo, Enrique Tejera se encargaba de desanimar a los aspirantes. Al bachiller Julio De Armas le dijo:
–Mira, mijito, ¿Por qué no te dedicas a otra cosa?
Pero Julio De Armas estaba decidido a continuar su carrera y pronto se destacó como un “ahoga-ratas”. El trabajo consistía en cazar las ratas, ahogarlas en un estanque y extraerles el bazo para detectar peste bubónica. Tejera los enseñaba a trabajar con caldos de cultivo. Más tarde De Armas considerará su preparación en parasitología y microbiología como muy buena a la hora de realizar sus investigaciones médicas. Al recibir su título de Doctor en Ciencias Médicas, Julio De Armas no oculta su felicidad y orgullo por haber alcanzado un escalón en sus propósitos y metas profesionales. Así lo manifiesta en su discurso:
“Cuando el deleite de una inspiración se ha acariciado desde largo tiempo, la emoción nos embarga con igual intensidad que la que despierta en el alma del viajero la visión de la tierra ensoñada. Así, al escalar esta tribuna tantas veces ocupada por varones de singular valía, la palabra acierta íntegramente el júbilo que acumula el espíritu.”
Más adelante expresa bellas palabras que tal vez reflejan el estado anímico de todos los estudiantes que ven coronados sus esfuerzos, tras lagos años de estudios:
“En estos momentos únicos que nos depara la vida, la emoción más sublime pone de pie toda nuestra juventud de estudiante con su cortejo de goces y de vacilaciones. Porque si ayer hubo sinsabores al iniciarnos en los senderos de una de las más luminosas de las ciencias, la Medicina, hoy, que ésta, con la pompa de lo trascendental nos arma caballeros contra las lacerías de la humanidad, la alegría tañe sus dorados cascabeles”.
Julio de Armas se graduó de Doctor en Ciencias Médicas de manera brillante. Luego de cursar las disciplinas anteriores debió rendir examen integral, el cual consistía en una prueba escrita, una oral y una última práctica. Todas esas pruebas las aprobó con la máxima calificación de 20 puntos. Demás está añadir que la nota definitiva del examen integral fue de 20 puntos. Por otro lado, cabe destacar que nunca fue aplazado durante sus estudios.
Antes de ser designado Inspector Nacional de Sanidad Militar, el Dr. Julio De Armas tuvo su primera experiencia en ese campo trabajando en Turiamo. El inicio de su carrera médico-militar data del 25 de enero de 1933. Su labor consistía en atender a la tripulación con sus oficiales y a los soldados de las fuerzas de infantería acantonados en el campamento de Santa Ifigenia.
De Armas hace una descripción geográfica del sitio: “Observando con mirada telescópica tendida desde el sitio La Cumbre, que está situado como indica su nombre en el punto más alto del ramal de la Cordillera de la Costa en el trayecto de la carretera Maracay-Turiamo, se nos muestra al norte, la Bahía que se insinúa entreabriéndose en un valle arcilloso, poblado de cocoteros y montecillos de árboles y arbustos de variadas especies. En el extremo Noroeste se abre paso al mar Caribe, la turbia y raquítica corriente del río Turiamo”.
En estas notas de Julio De Armas sobre su desempeño como médico militar en Turiamo se plasma un estilo literario elegante, preciso. El reporte sobre un tema asociado a la medicina o la notificación sobre alguna investigación científica se hace en un lenguaje ameno, atractivo. Hay descripciones detalladas de parajes y jornadas laborales. El médico observa las condiciones del pasaje, el clima, la constitución geológica, la flora, la fauna de la zona. Todo en su conjunto es importante a la hora de tratar de comprender el origen de las enfermedades. Hay una relación entre el ambiente y la salud de los habitantes. Esa fue la apreciación de Hipócrates en su tiempo.
El Dr. Julio De Armas fue poseedor de un espíritu inquieto, infatigable; siempre atento y en la búsqueda constante de un algo provechoso para intentar y realizar una gran obra. Él hace suya la máxima del Apóstol Martí de que el hombre debe estar allí dónde es más útil y necesario. Por eso piensa y hace por su terruño, por su llano, por su gente.
Julio De Armas es poeta y soñador. Es paciente y contemplador como el sabio pero también es suspicaz y estricto como el científico. Su método es la duda cartesiana y allí donde todos quieren ver centauros llaneros; en lapsos de griegos lirismo, él simplemente ve hombres subyugados y desnutridos, jinetes infelices. Entiende que los niños barrigones y pálidos, por las parasitosis intestinales, no representan el esperanzador futuro de la patria.
El rancho llanero, carente de las mínimas condiciones higiénicas, es la materialización más patética de la miseria humana. La mujer llanera no es el fuego del hogar como en otras latitudes y civilizaciones pues no posee el don y el deseo natural junto a la predisposición de ánimo inmanente a su sexo para mantener el órden y la armonía de la vivienda bajo un principio estético elemental y humilde pero decente. Las causas no están en un determinismo geográfico fatal sino en la esencia de los mismos hombres sometidos al imperio de la ignorancia. Por eso y mucho más el llano le arroba pero no le engaña. El sentimiento telúrico siempre le acompaña y le fustiga el alma del llanero cabal, comprometido pero no empeña su juicio y no obnubila su raciocinio de hombre de ciencia.
Entre Alberto Soria y Santos Luzardo prefiere al último en la manera optimista de vislumbrar el futuro del país y como el héroe de Doña Bárbara ve también en el llano un inmenso latifundio donde reina el atraso y la explotación de sus hombres y acepta la realidad pero también la posibilidad del progreso. Es así como Julio De Armas vuelve a su llano, mirándolo como objeto de investigación científica, analizándolo desde el punto de vista médico y como un conjunto problemático socioeconómico. Le interesa la salud de sus hombres, la higiene ambiental y la perspectiva de la introducción de normas y mejoras que permiten superar ese estado depresivo de los llaneros como grupo humano peculiar.
Sus estudios sobre el llano y la salud de sus habitantes los recoge en el libro intitulado “El problema de la insalubridad rural en el estado Guárico”, laureado en diciembre de 1941, con el premio “Alejandro Próspero Reverend”, en el certamen médico anual promovido por la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
El Dr. Julio De Armas fue designado Rector de la Universidad Central de Venezuela de 1948 en sustitución del Dr. Santiago Vera Izquierdo. La designación provenía del Ministerio de Educación Nacional por disposición de la Junta Militar de Gobierno; y la juramentación se realizó el día 20 de diciembre en el Paraninfo de la Universidad Central. En la misma hicieron acto de presencia el Ministro de Educación Nacional, profesor Augusto Mijares; el Rector Saliente, el Director de Educación Superior, Secundaria y Especial, Dr. Héctor Guillermo Villalobos. El Dr. De Armas en su intervención abogó por la autonomía universitaria como poder en función de gobierno y por la promulgación de un estatuto orgánico de las universidades como su instrumento legal. Una vez afirmó con modestia:
“Llegué al Rectorado de la UCV por la magna-nimidad de un Presidente y de dos Ministros de Educación: el General Isaías Medina Angarita y los profesores Rafael Vegas y Augusto Mijares, más que por mis meritos personales que sólo aportaron una inquebrantable mística, deber de servir y devoción institucionales.”
Coronaba su carrera universitaria iniciada como médico de la institución y luego en calidad de Director de la Organización de Bienestar Estudiantil, docente y Vicerrector. El Dr. Julio De Armas en el poco tiempo que dirigió los destinos de la UCV trató de defender la autonomía de la institución en una época signada por un régimen producto de las bayonetas. A propósito de este tema sus palabras mantienen extraordinaria lozanía y vigencia en los actuales momentos:
“Es necesario –si aspiramos que la universidad triunfe– que se ahogue todo sectarismo, que se margine toda intención que no responda a la razón que para servir a ella, nos desvela y nos impulsa. Que el juego de los intereses personales deje de minar las bases de este viejo y noble claustro. Nuestra posición es de permanente respeto por las ideologías, que sin negarlas, no permitiremos su práctica dentro del aula por considerarlas perjudiciales frente a los intereses netamente universitarios. Por eso hemos mantenido firme la hermosa tradición de evitar que intereses extraños traten de inmiscuirse en la función universitaria, utilizando la universidad como sede de actividades de otro orden.”
En junio de 1951, Julio De Armas renuncia al rectorado por presiones provenientes del gobierno central, ya que era un profesional que tenía un criterio peculiar sobre la política en la universidad. Por eso una vez afirmó al respecto:
“Sobre la política en la universidad comparto la respuesta que una vez dio en una oportunidad el ilustre ex rector de Salamanca, Don Miguel de Unamuno, cuando dijo que la única política que admitía en la Universidad era la política de la entereza. Es decir la política de mantener y defender los principios y fueros que conforman la fisonomía institucional universitaria: la autonomía académica, el estudio, la investigación, la disciplina.” Luego agregó: “La política convierte a la universidad en casa de partidos políticos, en forum para la violencia, así como también es inaceptable que pueda ser escogida por minorías como cuartel de subversión y escenario para la delincuencia”.
El 26 de junio de 1954, en el auditorio del Colegio de Médicos del Distrito Federal, se efectuó el acto de homenaje en honor a Julio De Armas. Los estudiantes que culminaban sus estudios de medicina lo habían escogido para que la promoción llevara su nombre. Los bachilleres que en ese entonces se graduaban en 1954 iniciaron su carrera en 1948, por lo tanto se formaron como galenos en tiempos cuando Julio De Armas regentaba los destinos de la UCV. Eran 148 nuevos médicos, que a decir de De Armas establecieron un diálogo que desbordaba el ritmo acelerado al auscultar los pechos jóvenes para sentir el viejo latir del Alma Mater.
En su discurso De Armas se refirió a la mística institucional, es decir al amor y vocación por la universidad; al espíritu universitario o sensibilidad cada vez más inclinada al estudio; a la fe de los profesores en su papel como ductores de las nuevas generaciones; a la universidad como institución encargada de estudiar los problemas nacionales; y al trabajo en equipo como expresión de coordinación y planificación para lograr resultados completos y positivos.
Sobre la autonomía universitaria expresó que ella es base sólida funcional de la institución; así como la política en la universidad debe girar en torno al respeto de propios y extraños, con la observancia de los principios básicos institucionales: la cultura, la formación académica y la libertad del pensamiento exclusivamente científico. “La universidad tiene función específica y definida. Es nuestro concepto de ayer, de hoy y siempre, el que dentro del recinto, la militancia y el choque violento de las pasiones políticas, lesionan sus sagrados intereses al tomarla como reducto de luchas partidistas”. “La Universidad es un templo donde todos debemos culto al estudio y a la unidad del espíritu y de la sangre”.
Trató el tema de los estudiantes que se acercan a la carrera de medicina sin una verdadera vocación profesional por lo que su desempeño es pobre mientras estudian y peor todavía luego de graduarse. Resumió esa situación peculiar con palabras de Houssay : “Si un mal estudiante es una carga presupuestal, un mal médico constituye un peligro”. Citó jocosamente a Nicolle, quien expresó que “el médico tiene la suerte de que sus triunfos los ilumina el sol, pero sus faltas las oculta la tierra”. Criticó las especializaciones extremas de la medicina que en la práctica son una desintegración de la misma “que aminoran cultura médica general a los galenos”.
Definió la profesión médica como un apostolado en el que no hay espacio para los cómodos e indolentes con afán de lucro y ánimos de explotar el dolor ajeno. El médico responsable, entonces, es un eterno estudiante que absorbe los conocimientos del día, que atiende con solícitos cuidados a sus pacientes, y que observa la ética profesional constantemente. El Dr. José Ramón López Gómez, quien intervino en nombre de los graduandos, reconoció las virtudes de Julio De Armas como Maestro y Rector. Sobre lo primero destacó sus cualidades docentes para orientar a muchas generaciones médicas que han sabido extraer de su ciencia el precioso caudal de los conocimientos clínicos y de su altruismo el alto sentir humanitario de la ciencia hipocrática.
López Gómez califica al Rector que conoció, como “hombre recatado y sencillo, cumplido ciudadano respetuoso de la dignidad humana, accesible a todos y para todos”. Haciendo gala de fina intuición coordinadora en momentos de crisis en todos los órdenes sociales, movió los resortes capaces de salvaguardar los intereses del movimiento científico y cultural”. También habló el Dr. López Gómez sobre el principio de la Autonomía Universitaria, defendido con firmeza por Julio De Armas.
El 23 de julio de 1954 en el local de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales en Caracas le fue entregado a Julio De Armas el Premio Henry Pittieer correspondiente al año 1953. El Premio Henry Pittier al Mérito Agrícola fue instituido por John Phelps en 1952, en memoria del eminente científico, Dr. Henry Pittier y como estímulo a quienes laboran por el avance de la agricultura en Venezuela, en la acepción más amplia de la expresión, que incluye todo lo relativo al aprovechamiento del campo en los ramos agronómicos, ganaderos y forestales. Así lo explicaban los promotores del premio.
El Dr. De Armas fue postulado por los estudiantes de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central. Obedecía esa postulación a su destaca labor en numerosas actividades agropecuarias, que abarcaban desde los campos de la producción, extensión, docencia y legislación hasta la investigación netamente científica. Como Rector de la Universidad Central mejoró las condiciones de funcionamiento de las Facultades de Ingeniería Agronómica y Medicina Veterinaria. A esas mencionadas facultades las dotó de abundante material de laboratorio y fortaleció sus cuadros docentes.
Los estudiantes remataron su postulación de esta manera: “...(su) labor universitaria que hoy reconocemos, es justamente producto de la síntesis en un hombre, con vocación por el campo y sus problemas, reflejada en la acción positiva que en cada oportunidad de la vida ha podido materializar desde cualquier posición o cargo que ocupase”.
En vísperas de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, el nombre de Julio De Armas sonaba para el cargo de Ministro de Educación. El régimen lo tenía en la lista de los conspiradores por lo que De Armas se ocultó ante las persecuciones y se abstuvo de participar en manifestaciones públicas. El 23 de enero de 1958 la gente coreaba en Miraflores el nombre de Julio De Armas para un cargo ministerial. Por la radio se enteró que la Junta Revolucionaria lo invitaba a Palacio y al hacer entrada al mismo, el Dr. Edgar Sanabria, Secretario de la Junta de Gobierno le dijo: “A usted lo eligió el pueblo”.
Acerca de si la designación de Ministro de Educación era la cúspide como educador, De Armas contestó:
“Creo que cuando se ejerce esa noble misión con sinceridad no se alcanzan cumbres, sino se persiguen metas y se acredita la vigencia”.
A Julio De Armas le correspondió hacer justicia al reintegrar en sus cátedras a los profesores que fueron desplazados arbitraria y policialmente de sus cargos, incluyendo los que venían del exilio y los que salían de las cárceles. Un logro positivo fue el establecimiento del escalafón universitario, del magisterio y de profesores de secundaria. De Armas impulsó la creación de nuevas Direcciones como la de Técnica Industrial y de Administración Comercial y la de Educación Física. La historia también le reconoce la realización del proyecto decretado para la apertura de la Universidad de Carabobo y el estudio de la creación de la Universidad de Oriente. Los logros durante su breve pasantía por el Ministerio de Educación los resumió así:
“...Por encima de todo, mi tranquilidad de conciencia por el clima de convivencia entre el personal docente todo, para no establecer diferencias entre “caídos y victoriosos”, el logro de la unidad del estudiantado, y la íntima satisfacción de haber sido siempre un hombre justo.”
El Dr. Julio De Armas fue designado embajador de Venezuela en la República de Argentina el 3 de julio de 1959, y tomó posesión de ese cargo el 8 de agosto de ese año. Su misión diplomática duró hasta el 1º de julio de 1962. La prensa de la época calificaba a Julio De Armas como uno de los políticos más tranquilos y hábiles del país y su nombre sonaba cada vez más para ocupar una sede diplomática. Así lo aseguraban los voceros del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El Dr. De Armas desde hace mucho tiempo mantenía vínculos de carácter científico, social y cultural con Argentina. En 1956, fue fundador del Centro Cultural Argentino-Venezolano, siendo el primer presidente de dicha institución, lo que le valió acoso policial por parte de la Seguridad Nacional en tiempos de la dictadura. Por su actividad en ese centro, el gobierno de Pérez Jiménez declaró “no gratos” a los doctores De Armas y Gabaldón Márquez, directivos de esa institución. El régimen notificó al embajador argentino en Caracas sobre esa decisión. Por lo que ahora el nombramiento como embajador tenía un gran significado para la democracia recién instaurada en Venezuela.
Aunque Julio De Armas debutaba ahora en la diplomacia ya antes había cumplido misiones protocolares en diferentes países. Formó parte, en 1947, de la misión presidencial, con Rómulo Betancourt a la cabeza de la Junta de Gobierno, con motivo de la inauguración en México de una estatua del Libertador. Viajó igualmente a Nueva York, como delegado oficial y con rango de embajador, para la reinauguración de la estatua de Bolívar en el Central Park. Su última misión diplomática, antes del nombramiento para Argentina, la había cumplido en México en ocasión de la instauración presidencial de López Mateos.
Luego de las diferentes reuniones de despedida, Julio De Armas se trasladó con su familia a Buenos Aires a bordo del vapor norteamericano Brazil. Fue recibido en el puerto por el jefe de protocolo argentino, el embajador Carlos Leguizaron. El Dr. De Armas reemplazaba en sus funciones a José Nucete Sardi. El 19 de agosto de 1959 presentó sus credenciales respectivas ante el presidente de las República Argentina. Dr. Arturo Frondizi:
En Buenos Aires De Armas desarrolla una amplia labor para difundir nuestros valores culturales. Organiza la visita de Rómulo Gallegos, invitado por el diario La Prensa por haber obtenido el premio Alberti- Sarmiento; al mismo tiempo toma parte muy activa para lograr la adhesión de los círculos intelectuales argentinos a la candidatura del autor de Doña Bárbara para el premio Nobel de Literatura. Presenta al Dr. Ernesto Mayz Vallenilla en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en una conferencia sobre la universidad venezolana. En la Facultad de Ciencias Médicas Julio De Armas representa a la Universidad Central, la de los Andes y la de Carabobo, en la Tercera Asamblea General de la Unión de Universidades de América Latina. Dicta conferencias sobre Reforma Agraria en Venezuela, habla ante la sociedad Bolivariana Argentina, inaugura la Escuela República de Venezuela en Santa Fe, promueve el concurso literario Bolívar-San Martín, prepara los actos para celebrar los ciento cincuenta años del 19 de Abril y es nombrado por el gobierno argentino miembro principal de la Comisión Directiva del Sesquicentenario de nacimiento del educador Domingo Faustino Sarmiento, siendo el único extranjero distinguido con ese honor.
El Dr. Julio De Armas desarrolló en Buenos Aires una labor amplia para difundir el pensamiento bolivariano y tal vez a esto se debe el gesto del presidente de la Argentina, Dr. Arturo Frondizi de entregar al gobierno venezolano, a través de su embajador, un borrador de puño y letra del Libertador Simón Bolívar. En esa carta Bolívar acusa recibo de un despacho de la Asamblea General, donde se le informa acerca de la constitución del cuerpo representativo de las provincias del Alto Perú. La carta está fechada en Lampa, el 4 de agosto de 1825.
En abril de 1962 el presidente argentino, Dr. Frondizi fue derrocado. El presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, expresó que su línea política en el plano internacional consistía en no reconocer gobiernos que no haya surgido del voto popular. Por esas razones el embajador Julio De Armas recibió instrucciones de regresar al país. Antes de hacerlo, la Sociedad Bolivariana de la República Argentina lo condecoró con la medalla al merito bolivariano en agradecimiento por la colaboración prestada a la entidad durante su permanencia en Buenos Aires..
Julio De Armas, médico internista, fue elegido Individuo Número de la Academia Nacional de Medicina el 28 de julio de 1949. Su elección se hizo de manera directa para suceder al Dr. Hermógenes Rivero Saldivia. El 28 de octubre de 1965 se incorporó a la Academia con el trabajo titulado Antímano y su comunidad. Estudio Médico-Social, cuyo juicio crítico leyó el Dr. Miguel Zúñiga Cisneros. El acto de recepción se verificó el 7 de diciembre de 1967, dándole la bienvenida el Dr. Pastor Oropeza. Cuando escogió su tema de incorporación lo hizo en el ámbito de la Medicina Social, con una serie de argumentos que aún mantienen su vigencia y validez para las nuevas generaciones de investigadores.
Julio De Armas ocupó el Sillón XXXV y tomó parte muy activa en la vida de la Academia: hizo numerosas publicaciones, fue director de la Gaceta Médica de 1976 a 1978; de 1982 a 1984 fue vicepresidente de la Academia y llegó a ser su presidente en 1984; cargo que ocupó hasta 1986. Con motivo de su elección como Presidente de la Academia Pedro Ramón Romero en La Figura de Hoy, del Diario 2001 escribió: “Bajo los mismos techos que años atrás le cobijaron sus ansias de estudiante; entre los mismos rincones que lo vieron transitar hacia la cátedra de Patología u otra de la misma rama médica, ahora se encuentra como nuevo presidente de la Academia Nacional de Medicina el eminente médico Julio De Armas Mirabal. Efectivamente, en el mismo lugar que años atrás realizara sus estudios de medicina tendrá que desempeñar la alta distinción de Presidente de la Academia Nacional de Medicina, por cuanto en un acto solemne realizado en la sede de dicha Academia fue electo por unanimidad.
Es decir, que el Dr. Julio De Armas Mirabal deja la Vicepresidencia para ascender a una mayor responsabilidad dentro de la cual le corresponderá velar por todo aquello que surja a la actualidad mundial para beneficio de la institución; igualmente incentivar la investigación científica y promocionar a los miembros que logren connotación dentro este difícil campo.” De Armas dijo en su discurso de incorporación entre otras cosas: “…el honor de haberme elegido mis bondadosos colegas académicos para presidir nuestra Academia Nacional de Medicina en el bienio venidero se suma a la obligación de agradecer el haber sido vocero oferente de estas palabras a nombre de nuestra Corporación. Pero por ahora, no es más que una esperanza realizable, soñadora en este país joven, en espera de que sus Pediatras Presidenciales le sirvan con el fervor patriótico que profesan a un pueblo digno y democrático, un pueblo necesitado de eficaces y honestos administradores, sin olvidar jamás aquella realidad terrible descrita por el gran poeta Andrés Eloy Blanco: “Los niños comiendo tierra y la tierra comiendo niños”.
Entre las múltiples actividades de Julio De Armas el estudio de la historia ocupó un capítulo especial. Su interés por esa disciplina fue más allá de lo relacionado netamente con Medicina y abarcó la investigación de acontecimientos universales, sin olvidar los de trascendencia regional y el ensayo biográfico de personalidades relevantes. Varios libros salidos de la pluma del Dr. De Armas nos hablan de la profundidad de sus indagaciones humanísticas: Camino Real, Hombres y Palabras, General Florencio Jiménez Madrid, y el ensayo histórico La Ganadería en Venezuela, entre otros.
El Dr. Julio De Armas localizó el uniforme que vestía el general Joaquín Crespo el día de su muerte y la hamaca en que lo envolvieron para trasladarlo. Ambas reliquias las donó al Museo Militar de la Planicie de Caracas. Por los rastros de sangre y las perforaciones de la vestimenta De Armas reconstruyó la trayectoria del proyectil, calibre 45, que le segó la vida al caudillo. Así lo expuso en un Congreso de Historia de la Medicina, con la maestría del forense y la destreza del investigador acucioso:
“Órganos interesados y trayectoria del proyectil: penetra por el segundo espacio intercostal izquierdo, sigue en sedal, de adelante atrás, de arriba abajo, del pecho a la base derecha del tórax, atraviesa la arteria pulmonar, cúpula de la aurícula izquierda, lóbulo medio del pulmón derecho, borde y parénquima del lóbulo superior del hígado, para salir destrozando en herida anfractuosa, las tres últimas costillas derechas, en su sector medio, desgarrando músculos y piel. Gran hemorragia por los órganos interesados y destrozados. Diagnóstico: Muerte súbita por herida de proyectil de arma de guerra. Sangramiento masivo.”
En el contexto del estudio de la historia es importante la relación de Julio De Armas con la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina (SVHM). Dicha sociedad fue creada el 28 de julio de 1944, en Caracas. El 3 de julio de 1945 la SVHM realizó la última asamblea de esa primera etapa. El 16 de junio de 1952 se reorganizó la SVHM con presencia de cinco de los fundadores, en la casa de Víctor Manuel Ovalles.
De Armas fue el primero en ser elegido por votación el 3 de mayo de 1955 como Individuo de Número, ocupando el sillón N° XXX. Se incorporó el 9 de agosto de 1955 con el trabajo: “Vida y obra de un gran venezolano: Doctor Rafael Herrera Vegas”. El acto de incorporación se realizó en la sede del Colegio de Médicos del Distrito Federal, con presencia del presidente de la SVHM, Dr. Zúñiga Cisneros y de los Drs. Ceferino Alegría y Franz Conde Jahn, entre otros muchos. Le contestó el Dr. Ricardo Archila. Otros trabajos presentados en la SVHM son los siguientes: Aspectos históricos de la fiebre aftosa; contestación al Trabajo de Incorporación del Dr. Joaquín Quintero, titulado “Consideraciones generales sobre el médico de ayer y de hoy”; Doctor Samuel Darío Maldonado; Datos históricos sobre el principio hemolizante; Rasgos biográficos y personalidad del Doctor Manuel Díaz Rodríguez; Bosquejo patobiográfico del General Joaquín Crespo; Palabras del Presidente de la Academia Nacional de Medicina en el IV Congreso Venezolano de Historia de la Medicina. Por otro lado el seminario realizado por la Academia Nacional de Medicina en 1971 y dedicado exclusivamente al estudio de la participación de los médicos en la Batalla de Carabobo se hizo sobre la base de una moción formulada por el Dr. Julio De Armas.
Julio De Armas por encima de todo fue un universitario, dentro y fuera de las aulas. Consideraba la educación su misión más valiosa y relevante para orientar y formar hombres y mujeres de mentalidad cultivada para enfrentarse con el destino del país. Los faros para orientarse en el mundo de la enseñanza estaban en Bolívar, Bello, Rodríguez, Vargas, Toro, Sanabria, Acosta, Nuñez Ponte, Razetti, Rísquez, Hernández, Martínez Centeno y Gallegos, entre muchos otros. Ellos consagraron sus vidas hasta alcanzar en la plenitud de todas sus virtudes, el más puro sendero de enseñar, sembrar rumbos, inculcar ejemplos, forjar principios, cultivar el intelecto, afirmar la moral, servir al pueblo, erigirse en dirigentes para honrar el más ansiado título de maestro, como constante vital.
Sus reflexiones sobre la universidad, Julio De Armas las plasma en sus discursos, arengas y escritos para la prensa. El eje central es la autonomía como núcleo fundamental para desarrollar toda la actividad propia de las casas de educación superior. No estaba de acuerdo con la universidad elitesca, consecuencia de los desniveles de los estratos sociales y que dividía y aun divide al país “en dos caras”. Detectó y rechazó el hecho injusto de la existencia de una población marginal para cuyos hijos las puertas de la universidad estaban cerradas.
Además de la universidad elitesca, De Armas diferenciaba otros tipos de universidad: la popular, la populista y la tradicional. El mismo afirmó: “La primera, si es la que busca y va al encuentro del pueblo como institución matriz, hay que darle aliento y apoyo, cuando se vuelca a la calle, al camino, al ámbito de las necesidades y de los problemas nacionales” La segunda, la popular, la veía con sumo cuidado y sujeta a la aplicación de correctivos hasta la elevación de sus ideales para evitar el desorden institucional específico.
La Universidad tradicional es herencia boloñesa y salamanquina con viejas estructuras napoleónicas y por tanto muy cuestionada. Los cuestionamientos se hacen contra los métodos, la pedagogía. Por eso necesita rediseño de programas y nuevas planificaciones para la investigación. Urge aplicarle una dosis de espíritu crítico y analítico. El fundamento del espíritu universitario, según De Armas, está en el respeto mutuo dentro del binomio profesor-estudiante, y bajo el concepto bien entendido de la autonomía universitaria: “Si la ejercemos a cabalidad es la auténtica Universidad democrática, matriz fecunda, Alma Mater”.
De Armas analiza la política dentro de la universidad y concluye que la misma cuando tiene carácter activista es dañina para la institución, no así la política como ciencia, ni la ideología política por convicción, independiente o partidista. “...La politización que ha llegado a nuestras casas de estudios superiores, pretendiendo posesionarse muchas veces de su destino, como si fuera una casa o forum de partidos políticos de permanente y agresiva pugna,...no ha traído sino graves perjuicios para la universidad.”
Siempre se refería a Unamuno al tocar el tema de la política en la universidad, argumentando que el Rector Magnífico de Salamanca la entendía como responsabilidad en el estudio, conducta respetuosa, dedicación a la actividad vocacional, analítica y critica para alcanzar la mejor formación y no sólo información profesional.
Quienes conocieron al Dr. Julio De Armas hablaron de su calidad humana y competencia profesional. Darío Laguna lo catalogó como “uno de los venezolanos más útiles de este siglo”, en una conferencia con ese mismo nombre, en homenaje a nuestro personaje, con motivo del Primer Congreso de Literatura Guariqueña realizado en Calabozo en 1988.
Para Laguna, De Armas es “un guariqueño excepcional, escritor versátil de acrisolada cultura y ponderado estilo”, que ha dedicado su vida al servicio público y conoce las raíces formativas del pueblo llanero, conoce las emociones y sentimientos de los hombres, sabe curar las enfermedades de sus pacientes y los males sociales de los venezolanos. Lo compara con Simón Rodríguez, por sus ideas sobre el trabajo y la formación del hombre; con José Maria Vargas por su probidad y la consagración a la Medicina, la educación y el estudio de las enfermedades tropicales; con Francisco Lazo Martí por el halo poético que animó su vida; y con Monseñor Arturo Celestino Alvarez por su bondad y pureza del alma.
Como educador fue maestro rural y alfabetizador de adultos hasta llegar a Profesor Titular Universitario, Vicerrector y Rector de la Universidad Central de Venezuela y Ministro de Educación. Como profesor durante treinta y cinco años al frente de de la Cátedra de Clínica Médica es comparable, según Laguna, con Luis Razetti, Francisco Antonio Rísquez y José Izquierdo. Como Ministros de Educación implementó la Prima por hijos para los maestros. De Armas se graduó de médico con honores Summa Cum Laude el 27 de julio de 1932. Se inició como Médico Militar, con el grado de Capitán, en la Base Militar de Turiamo; luego ejerció su profesión en ciudades como Maracay y Caracas, en Hospital Vargas, en el Clínico de la UCV, en instituciones privadas y en la provincia.
Como hombre de campo fue becerrero, pajarero de conucos, aguador, recogedor de ganado, leñador, quesero, baquiano de caminos, jinete, coleador de toros, gallero y criador de gallos de pelea, sembrador de maíz y de pastos, abridor de picas, castrador de colmenas, cuidador de la fauna y de la flora, albacea de los árboles y de los pájaros, repetidor de leyendas, tasajeador de carne, volador de papagayo en la infancia, domador de potros en la adolescencia y administrador de hatos. Al jubilarse de la UCV fundó la Escuela de Caporales de Hatos. De Armas fue un gran defensor de la naturaleza como Francisco Tamayo y Ricardo Montilla. Le interesaba el folklore y el deporte de manera muy viva. Fundó la primera manga de coleo de Caracas, la Casa Guárico y organizó espectáculos deportivos en el Nuevo Circo. En su juventud fue boxeador, campeón de coleo, jugador de polo y futbolista. Fue diestro con la soga y a la hora de bailar un joropo estaba entre los mejores como un llanero cabal. Fundó un museo del llano con sillas de montar y otros implementos de la vida llanera.
En política fue Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Aragua, Diputado al Congreso Nacional, candidato a la presidencia del Estado Guárico en 1939, Embajador en Argentina y precandidato presidencial en 1959. El académico llegó hasta la presidencia de la Academia Nacional de la Medicina. Fundó y presidió la primera Asociación de Ganaderos. Fue fundador y Director del Banco Central de Venezuela, Presidente del Hipódromo, miembro de la Sociedad Bolivariana y directivo del IPASME.
El escritor se dedicó a ese oficio desde la infancia cuando empezó a publicar el periódico “Primicias”, una hoja mecanografiada, en 1918 en Zaraza. Publicó muchos libros de carácter científico, ensayos históricos y revistas. Escribió guiones para cortometrajes, prólogos, portadas de discos y pronunció numerosos discursos. Como narrador, afirma Laguna, De Armas practicaba una literatura oral, como los antiguos poetas griegos o los juglares de la Edad Media. Escribió también poemas dedicados a los pájaros y a sus caballos preferidos. A su esposa dedicó los versos “Romance de ausencia y pena”. Para los niños compuso el relato “El pájaro de los siete colores”.
Laguna remata su semblanza sobre Julio De Armas haciendo hincapié en su vida activa y afortunada por la variedad de las tareas personales y sociales que cumplió de manera exitosa y cree que cuando nació “de pronto, como en los cuentos maravillosos, entró al cuarto sigilosamente, sin ser vista, la Diosa Fortuna, se acercó al niño y lo besó levemente…luego abrió la ventana y se fue con la brisa”.
Wolgfang Larrazábal, ex-presidente de Venezuela dijo de nuestro biografiado “Si hay hombres honestos en nuestro país ése es Julio De Armas y que con su extraordinaria fe que tiene en los pueblos, junto con él se puede hacer bien para la patria” Marcelino Herrera Vegas, destacado cirujano argentino, reconoce su labor médico social y su talento como escritor y poeta. Luego agrega: “Sin querer ser profeta, puedo vaticinar que usted culminará no sólo como médico en Venezuela, sino que también en cualquier otra actividad que desee emprender, estándole reservada una actuación brillante como político y parlamentario, donde se pondrán de relieve sus descollantes condiciones”.
Bernardo Ezequiel Koremblit, escritor y crítico argentino, celebra a De Armas como escritor, poeta y científico. “…Es esencialmente un poeta. Suficiente es leer los capítulos de la Vieja Segunda y Mis arbolitos dan sombra (del Libro Camino Real para advertir que, en prosa o en verso, el doctor y llanero De Armas es muy legítimamente, compatriota de Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos y Mariano Picón Salas”. Más tarde califica su estilo como objetivo, edificante, claro y didáctico.
Ramón Díaz Sánchez también elogió la pluma de De Armas, la cual, según su apreciación reflejaba los problemas del país: “Variados en su motivos y diversos en su tónica y estructura, ellos nos dan la medida de un pensamiento atento y honesto y la imagen de un escritor inquieto, capaz de manejar con igual soltura la prosa y el verso”
Lorenzo Rubín Zamora en su Diccionario Biográfico Cultural del Estado Guárico lo califica de “Distinguido médico que, aun cuando los atractivos de su actividades políticas, diplomáticas y literarias le han exigido absoluta consagración; ha sido firme y consecuente con su profesión”
Carlos Díaz Sosa lo asocia al llano: “Cátedra viva ha sido el llano para este hombre sereno y sencillo, a quien leemos en la prensa, escuchamos en televisión, en la cátedra universitaria, en el consultorio, en la brega diaria por saber más del cuerpo y del alma. La tierra en que nació y se crió le dio amplitud espiritual y un amor transparente para su patria..: Tal vez, lo más importante en Julio De Armas ha sido su pasión venezolana para estudiar situaciones y problemas, hombres, pueblos y caminos”.
Ismael Puerta Flores lo definió como “hombre preocupado y apegado a todo aquello que requiere observación y salvaciones de pueblo y tierra”. José León Tapia escribió: “...Julio De Armas Mirabal fue un venezolano auténtico, de esplendida sencillez en todos los actos de su existencia, hasta cerrar su currículo con la presidencia de la Academia Nacional de Medicina, el más alto honor a que puede aspirar un médico. Lo conocí y admiré desde mis años universitarios, recorrí a su lado esta llanura barinesa hablando de Venezuela, de guerras, de caudillos, ganados, caballos, de la medicina nacional en profunda decadencia ética, humanística y humanitaria y hasta recordamos las colgaderas de toros en los días cuando en un alazán melao despejaba plaza en la manga de Guayabal, para no olvidarse nunca de que era hijo de ese pueblo...Eso era Julio De Armas, médico internista, escritor, humanista, hombre público descendiente de lanceros independentistas, de sentimiento venezolano por sobre todo otro sentimiento. Un ser tan enteramente nuestro, que se identificaba con el alma nacional que no perece nunca.”
Santiago Betancourt Infante afirmó: “...Bien vale recordar a un universitario de la talla de Julio De Armas, quien voló a las alturas de la eternidad. Recordarlo es vivir en toda su emoción y profundidad la historia de la Universidad venezolana en las duras pruebas de la represión política, cuando la dictadura se enseñoreó sobre los penachos humanos, científicos e intelectuales del Alma Mater”. Eduardo Delpretti en una memorable entrevista que le hizo con motivo de sus setenta años de vida, escribió:
“Como Rector le tocó participar en el proceso de formación de la entonces Escuela de Periodismo, cuyos promotores tenían andando el proyecto. Gradúa a la primera promoción de periodistas de la Central, entre ellos a Miguel Otero Silva, María Teresa Castillo de Otero, Casado, Vellorí, Lourdes Morales y José Manuel Siso Martínez”.
Adolfo Rodríguez anotó, en uno de sus innumerables artículos periodísticos: “Creo que Julio De Armas alguna vez usó un seudónimo muy consecuente con uno de sus afectos: Julio Del Llano. Pero pudo usar tantos otros correspondientes a esa fiera voluntad de hacer y crear vida...”. Rodríguez le adjudica varios epítetos a De Armas: Julio de la Universidad, Julio de la amistad, Julio de las tertulias, Julio de la tradición, Julio de los toros coleados; y como abarcó todos los caminos y todos los sueños nunca dejará decaer JULIO DE LA VIDA.”
Por último Concepción Rachadell le dedicó unos cuartetos
Aristóteles una vez afirmó que en la poesía hay más verdad que en la historia. Por eso sirvan estos versos para cerrar este esbozo biográfico sobre Julio De Armas, un venezolano ejemplar que vivió intensa y útilmente su vida como la pensó.-.