Profesora Titular UCV. Individuo de Número de la SVHM.
Recibido el 4 de febrero de 2009.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, surge la necesidad de una reforma del pensamiento médico y a decir de Laín Entralgo, se origina por la conjunción de varios factores, entre ellos, a través del suceso a un tiempo social y científico que determinó la proliferación de las llamadas “especialidades”. Las condiciones para el surgimiento de las especialidades médicas se producen plenamente en el siglo XIX; es ya considerable la extensión y el volumen del saber médico, por lo tanto, resulta imperativo que de manera exclusiva el especialista se consagre a un solo campo de estudio y se constituyen así las verdaderas especialidades que ya habían apuntado: pediatría, neurología, psiquiatría, dermatología y venereología como las pioneras.
Es esta la época en la que nuestro recipiendario de hoy, el Dr. José Francisco, pediatra de reconocida trayectoria, sitúa su trabajo de incorporación, por corresponder ésta precisamente a los albores de la Pediatría en Venezuela y centra su descripción en la vida del precursor de esta disciplina, el Dr. J. M. de los Ríos quien desarrolla su labor en este período intersecular. Establece el comienzo de la docencia pediátrica informal con la clase práctica dictada en 1889 en la Clínica de los Niños Pobres, cerca de la Iglesia de Santa Teresa en la Caracas de ayer, por el Dr. J. M. de los Ríos, quien en compañía del Dr. Francisco Antonio Rísquez atendía gratuitamente a los niños enfermos en este dispensario de caridad.
Pasa seguidamente a narrar en cuatro grandes etapas, el transcurrir de la vida del Dr. De Los Ríos desde la procedencia de sus padres y abuelos, pasando por la infancia y adolescencia en la ciudad de Valencia donde nació, hasta su fallecimiento en Caracas el 29 de marzo de 1914. Nos describe enjundiosamente y con detalles y anécdotas el Dr. Francisco, los estudios de filosofía y de medicina hasta alcanzar el grado de Licenciado en Medicina y el de Doctor en Ciencias Médicas en la Universidad Central de Venezuela y el comienzo de su ejercicio profesional en Valencia, su ciudad natal.
Al referirse al largo y productivo período de su vida en el que se desempeña de nuevo en Caracas, el autor logra situarnos con su vívida descripción en el ambiente de la ciudad de finales de siglo, con sus acontecimientos parroquiales que daban colorido y emoción a la bucólica existencia de la tranquila ciudad. Continúa la descripción resaltando los diferentes aspectos que conformaron la bizarra actividad del Dr. De Los Ríos, como médico, como benefactor y filántropo, como periodista científico, como docente, médico militar y hombre público, como hombre de letras y de cultura, como músico y en fin, como académico, intelectual y humanista integral, facetas múltiples deseables de coincidir en el médico, pero difíciles de encontrarse en una sola persona.
El relato biográfico que me corresponde hoy analizar, presenta, con un carácter poco convencional para los trabajos de este género, la circunstancia de que se aprovecha la oportunidad del relato para incluir al mismo tiempo aspectos relativos al momento histórico que se vive y que se conoce como de renovación de la medicina venezolana, entre ellos la inauguración del Hospital Vargas de Caracas en 1891 y la mención del grupo de notables médicos venezolanos que impulsaron el proceso; hace mención además del Hospital de Niños Linares y del importante papel que le correspondió jugar, como primer hospital de niños del país, en el cual se dictó el primer curso de cirugía infantil.
El siglo XIX es el siglo en el cual se sistematiza la enseñanza de la Pediatría con la creación de cátedras en diversas universidades de Europa. En América Latina, los primeros reportes sobre cuidados del recién nacido y las ventajas de la alimentación materna se deben a F. J. Xavier, médico de Río de Janeiro, publicados en 1833, estos fueron seguidos por trabajos a lo largo del siglo en otros países: en Chile (1869) y en Argentina, Cori en 1885. En Venezuela, en la Revista Gaceta Científica, aparece en 1879 un aviso del Dr. Francisco de Asís Mejía, en el cual se anuncia como “Especialista en Enfermedades de los Niños”, pero es realmente para fines de siglo que tiene lugar la formidable labor pediátrica que Ricardo Archila califica de “impulso creador original”, llevada a cabo por J. M. de los Ríos en Caracas, a través de la Clínica de los Niños Pobres y de la Revista del mismo nombre, la primera publicación de contenido pediátrico editada en América Latina y magistralmente reseñada en el trabajo de incorporación que nos ocupa. Citando nuevamente a Archila, reconocemos junto con el Dr. Francisco que “J. M. de los Ríos, discípulo de Vargas, es el padre de la Pediatría venezolana”.
A pesar de la intensa labor cumplida por De los Ríos en el campo de la enseñanza de la Pediatría, es en 1895 cuando según lo refiere nuestro autor, se incorpora la asignatura en los programas de 5º y 6º año de la carrera médica y es en 1940 cuando con carácter oficial se crea la primera Cátedra de Pediatría y se designa como profesor al Dr. Pastor Oropeza, insigne pediatra venezolano.
Igualmente resalta en el trabajo presentado, que hubo de transcurrir la tercera parte de un siglo para que la publicación “Clínica de los Niños Pobres”, revista pionera en el continente americano, desaparecida en 1907, reanudara en 1939 la labor informativa de los adelantos en Pediatría, ahora a través de los “Archivos Venezolanos de Puericultura y Pediatría”, que se mantienen hasta el presente.
Desde 1943, el Hospital Municipal de Niños lleva con orgullo el nombre de José Manuel de los Ríos y es en ese centro, crisol de la Pediatría venezolana y formador por excelencia de nuestros especialistas, en el que se forma el Dr. José Francisco, cuyo trabajo de incorporación me ha correspondido considerar hoy y con el cual aspira a ser incorporado como Individuo de Número de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina. Dicho trabajo, a mi juicio, cumple a cabalidad con los requisitos exigidos por los Reglamentos de esta Sociedad para proceder a su incorporación en el sillón Nº XXXI, sillón que fuera honrosamente ocupado con anterioridad por el Dr. Edward Grom, predecesor del Dr. Francisco, a quien corresponde continuar su destacada trayectoria, lo cual no será difícil por ser poseedor de las cualidades intelectuales y profesionales que lo han acercado a nuestra Sociedad.
El Dr. Francisco, nacido en Caracas en 1931, se ha distinguido en el ejercicio de su especialidad; recibió su título de Médico-Cirujano en la Universidad Central de Venezuela en 1957 y de Doctor en Ciencias Médicas en la Universidad del Zulia en 1979. Además de su Postgrado en Puericultura y Pediatría en el Hospital de Niños “J. M. de los Ríos”, realizó el Curso de Pediatría y Obstetricia Social en el Centre International de l’Enfance en París en 1974. Se ha desempeñado como Médico Interno voluntario, Interno, Residente, Consultante, Adjunto y Jefe de Servicio del Hospital de Niños, hasta alcanzar la Jefatura de la Cátedra de Puericultura y Pediatría de la Escuela de Medicina Vargas de la Facultad de Medicina de la UCV. En su carrera docente ha sido Director del Postgrado universitario y Coordinador del Comité Académico de los Postgrados de la especialidad en la Facultad de Medicina.
En el campo de la Salud Pública desempeñó el cargo de Director Nacional Materno-Infantil y de Director General Sectorial de Salud del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Su marcada sensibilidad social se pone de manifiesto en la orientación de su trabajo científico y sus múltiples publicaciones en este campo y también sobre la lactancia materna, de la que es un incansable defensor. Es coordinador de la Unidad de Abuso Sexual Infantil del Hospital de Niños y ha trabajado con inigualable tesón en la lucha contra el maltrato infantil. Realiza actualmente su ejercicio privado en el Hospital Privado Centro Médico de Caracas, después de haber trabajado en la Clínica Florida y en la Clínica de Emergencia Infantil.
Mucho podríamos abundar en la obra del Dr. Francisco, pero en aras de la brevedad, sólo agregaré que la importante misión que me fuera asignada, de realizar este juicio crítico en especial, la he aceptado con particular agrado por conocer de cerca su calidad humana, su excelencia profesional, su interés docente y su vocación de servicio, sobre todo hacia los más desposeídos. Debo añadir, para completar esta semblanza, que contrajo matrimonio con la Licenciada en Bibliotecología Consuelo Ramos, cuya influencia se revela en la excelente y exhaustiva revisión bibliográfica que complementa el trabajo presentado y que lo acompaña en su interés por la Historia en general y por la de la Medicina en particular y a quien pronto esperamos recibir también como Individuo de Número en nuestra Sociedad.
He revisado aunque muy rápidamente algunas de las valiosas credenciales que realzan la personalidad científica y académica del recipiendario, puedo concluir en nombre de nuestra Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina, que es motivo de gran satisfacción darle al Dr. Francisco la más calurosa bienvenida y decirle que nos honra con su presencia entre nuestros numerarios, ya que sabemos que continuará haciendo importantes aportes que contribuirán a realzar la calidad científica de la Sociedad.
Caracas, marzo 2003.