1) Parte de esta investigación fue leída en el 41° Congreso Internacional de Historia de la Medicina. México, septiembre 2008
* Miembros de Número de la SVHM y del profesorado de la UCV.
** Miembro Emérito de la SVHM. Ex Directora del Archivo Histórico de Miraflores.
Recibido el 19 de mayo de 2009.
Se analiza la polémica pública sobre la legitimidad científica de la Doctrina de la Descendencia, en Venezuela, durante la última década del siglo XIX y principios del siglo XX. El Dr. Luis Razetti (1862-1932), médico, profesor universitario y co-fundador de la Academia Nacional de Medicina (1904) defiende esta doctrina enfrentando a otros académicos como el Dr. Juan de Dios Villegas Ruiz y autoridades eclesiásticas, como Monseñor Juan Bautista Castro (1846-1915), Arzobispo de Caracas y el Presbítero Dr. Crispín Pérez (1870-1925) defensores de la teoría Creacionista. La doctrina de la Descendencia se enseñaba en la universidad desde 1874 (Adolfo Ernst: Cátedra de Historia Natural), desarrolló el enfoque Positivista de la ciencia en Venezuela y generó cambios en la enseñanza y el proceso de Renovación de la Medicina (1891-1911). Estas corrientes filosóficas fueron ampliamente discutidas en la Academia Nacional de Medicina, transformando la ciencia, la concepción del hombre y la sociedad. Se describen sesiones y posiciones enfrentadas, hasta la declaración pública de la Academia (1905) en apoyo a la teoría Evolucionista. Se plantea la vigencia de la controversia, sustentada en avances científico-tecnológicos y en posiciones conservadoras, cargadas de dogmatismo.
Palabras clave: Evolucionismo. Creacionismo. Positivismo. Luis Razetti. Academia Nacional de Medicina. Historia de la Medicina. Arzobispo Juan Bautista Castro. Ciencia siglo XIX.
We analyze the public discussions about the scientific legitimacy of the Darwin’s theory of Common Descent occurred in Venezuela during the last decade of the 19th Century and the beginning of the 20th Century. Dr. Luis Razetti defended the Theory of Common Descent confronting other members of the Academy like Dr. Juan de Dios Villegas Ruiz and clerical authorities as Bishop Juan Bautista Castro (1846-1915), and Presbyterian Dr. Crispin Perez (1870-1925) who defended the Creationism. The Theory of Common Descent was taught at university since 1874 by Adolfo Ernst (Natural History) which helps the development of a Positivism Science in Venezuela and generated important changes in the education and during the Medicine Renovation Process (1891-1911). The Creationism and the Theory of Common Descent were discussed for a long time at the “Academia Nacional de Medicina” making important transformations to Science, human and society concepts. We describe the discussion sessions until the public acceptance of the Evolution theory by the Academia (1905). The validity of the controversy at the present time is analyzed, supported by recent technical and scientific development against the defending conservative tendencies full of dogmatism.
Key words: Evolutionism. Creationism. Common Descent. Luis Razetti. Academia Nacional de Medicina. History of Medicine. Bishop Juan Bautista Castro. 19th century science.
Pocas interrogantes han captado tanto el interés del hombre como el origen de la vida y la diversidad de las especies, entre ellas el propio género humano. Filósofos, teólogos, biólogos, paleontólogos, naturalistas, científicos, historiadores, pensadores e intelectuales, entre otros, se han dedicado a investigar y reflexionar sobre tan apasionante tema y han originado una gran cantidad de conocimientos, siempre signados por la controversia (l).
El origen de la vida: evolucionismo y crea-cionismo constituyen una larga polémica que pareciera no tener fin, aun hoy las antagónicas y controversiales posiciones enfrentan a científicos y pensadores en todo el mundo y, en toda esta controversia habría que aclarar la concepción de la ciencia, cómo funciona el método científico, qué son las pruebas científicas y qué son los dogmas religiosos.
Por otra parte, es necesario distinguir entre la Evolución como hecho, el mecanismo de la evolución y la historia evolutiva propiamente dicha.
La actividad científica en las décadas centrales del siglo XIX se sustentó en los argumentos o datos paleontológicos como eje central sobre el cual giró la existencia de un marco teórico dominado por la búsqueda de una armonía entre las ciencias naturales (naturalismo), los avances científicos y la Biblia. Fue dentro de estos límites, en los que se debatieron todos aquellos problemas de ciencias naturales relacionados con el origen e historia de la Tierra y el origen y desarrollo histórico de la vida, en ese ámbito tuvo lugar la recepción del darwinismo en la comunidad científica mundial de la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del siglo XX, esta polémica fue muy evidente en el siglo XIX en casi todos los países, Venezuela no fue una excepción. La búsqueda de un diálogo entre quienes creen y mantienen estas posiciones ha sido y sigue siendo sumamente difícil como consecuencia de las distorsiones al exponer o defender ambas teorías con tal pasión y vehemencia que como bien lo ha señalado la publicación “Science, Evolution and Creationism” de la Nacional Academy of Sciences (USA) (2), quienes señalan la idea de que aquellos que intentan enfrentar ciencia y religión generan una controversia innecesaria y, expresa que la ciencia y la religión deben ser vistas como diferentes formas de entender al mundo más que como un conflicto, y que las pruebas de la evolución pueden ser compartidas con la fe religiosa; no obstante, la polémica ha crecido de tal forma, sobre todo hoy en los EEUU, país que desde 1987 ha generado nuevamente un intenso debate que se ha extendido a otros países, generalmente por medio de la influencia de iglesias evangélicas y de otros grupos religiosos fundamentalistas, polémica que hoy cobra más fuerza. Incluso dentro de la Iglesia Católica ha habido un pronunciamiento a favor de algunos postulados, como los del Papa Benedicto XVI, quien ha señalado que: “considerar al hombre y su razón un producto casual de la evolución es irracional”. Así mismo, ha señalado que “la teoría de la evolución no está demostrada fehacientemente” (3). Hoy la polémica continúa y será aun muy largo su debate.
El tema en discusión fue la defensa de la legitimidad científica de la doctrina de la descendencia defendida en Venezuela principalmente por el médico y docente universitario de brillante trayectoria académica el Dr. Luis Razetti (Figura 1) quien junto a un prestigioso grupo de médicos y científicos hicieron férrea oposición frente a la vigencia de la teoría Creacionista, enseñada de manera continua en la Facultad de Medicina de Caracas desde su fundación hasta 1893. Sin embargo, la filosofía positivista y la doctrina de la descendencia se enseñaba en la Universidad Central de Venezuela desde 1874, cuando Adolfo Ernst (1832-1899) eminente naturalista llegado al país desde Alemania, introdujo el positivismo y el naturalismo en las cátedras universitarias y contribuyó a crear nuestras primeras sociedades y revistas científicas. Ernst regentaba, la Cátedra de Historia Natural en la Universidad Central de Venezuela e introdujo los más modernos postulados naturalistas y darwinianos, le acompañaba en estos nuevos postulados Rafael Villavicencio (1838-1920), médico y farmaceuta, uno de los más fervientes divulgadores y defensores del positivismo quien dictaba un curso de Historia Universal en la UCV, sustentado en la evolución social según los postulados de Augusto Comte, señalaba Razetti “de ellos aprendimos la concepción mecánica del universo, la unidad de la materia las leyes naturales, el concepto materialista de la vida y se abrieron ante nosotros los más vastos y desconocidos horizontes” (4).
Esta situación formó parte de los cambios experimentados en la enseñanza médica en el país a raíz del desarrollo del enfoque positivista de la ciencia, y del proceso de renovación de la medicina venezolana (1891-1911), que tuvieron en el eminente médico Dr. Luis Razetti su principal impulsor y en especial a partir de una clase magistral de anatomía dictada por él a los estudiantes de las Facultades de Medicina y de Derecho de Caracas en 1904, sin embargo, desde 1893, se hacía presente en el país un impulso renovador, no solamente en Caracas, ya que la provincia también fue partícipe de este movimiento. Le acompañó en esta epopeya una élite intelectual de médicos entre los que se encontraban: Santos Aníbal Dominici, Juan de Dios Villegas Ruiz, José Gregorio Hernández (época Hernandista), Francisco Antonio Rísquez, el Br. Rafael Rangel, Pablo Acosta Ortiz, Francisco Bustamante, Lisandro Alvarado, Manuel Díaz Rodríguez, Antonio María Pineda, Emilio Ochoa, Adolfo Frydensberg, José Manuel de los Ríos Llamozas entre muchos otros (5).
Indiscutiblemente que se trató de un movimiento progresista sustentado en una concatenación de hechos tales como: Fundación del Hospital Vargas de Caracas (1892- ) y del Hospital “Linares”, primer hospital de niños de Venezuela (1893-1907), fundación de la Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas (1893), publicación de la revista Gaceta Médica de Caracas (1893- ), creación de las cátedras de Histología y de Fisiología experimental, establecimiento de las clínicas, primer laboratorio de microscopía, bacteriología y serología (1894) en el Hospital Vargas, concursos de internado y externado en los hospitales (1895), creación de la cátedra médico quirúrgica en los hospitales de Maracaibo, fundación del Colegio de Médicos de Venezuela (1902) y de la Academia de Medicina (1904); entre muchos otros acontecimientos. Indiscutiblemente que este clima científico, político y académico fue propicio para el debate, fue éste el escenario de nuestra interesante polémica.
La mayor parte del material citado en este trabajo corresponde a conferencias dictadas, a numerosos artículos de prensa y libros escritos sobre el asunto por quienes se oponían al cambio o defendían la teoría creacionista, y en especial lo publicado por el Dr. Razetti en gran cantidad de artículos en la prensa nacional y en libros como Qué es la vida? y Doctrina de la descendencia; las disertaciones de la polémica recogidas en las Actas de las sesiones ordinarias de la Academia de Medicina de Caracas de principios del siglo XX y en las sesiones de la Sociedad Médica de Caracas (1893-1905) de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, publicadas en la Gaceta Médica de Caracas (6-8). Durante más de 20 años estas concepciones formaron parte de la visión bipolar del mundo y de la ciencia, gestándose profundas y filosóficas polémicas en nuestro país, todas plasmadas en una densa documentación biblio-hemerográfica.
La literatura sobre el tema es abundante y, en Venezuela, la polémica ocupó cientos de páginas en periódicos y revistas de la época, pero a pesar de ello podemos concluir que son solamente tres la tesis fundamentales que se han planteado hasta hoy día: l) la versión bíblica del Génesis acerca de la creación divina del mundo y de todas sus criaturas vivientes, incluido el hombre, en seis días, fundamento principal de la teoría creacionista. 2) Las pruebas anatómicas, fisiológicas, paleontológicas bioquímicas y genéticas que estructuran la teoría evolucionista. 3) Las propuestas conciliadoras, entre ellas las del teólogo católico Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), quien expresaba su creencia en la evolución general y progresiva del hombre (1)
Históricamente desde las remotas culturas (antigüedad clásica grecorromana) son fuentes inagotables de saber en la búsqueda del origen del hombre. Según Heráclito, las especies se transforman. Desde hace más de dos mil años Aristóteles publicó sus elementos de historia natural dando cabida a los cambios y las especies. En la Escuela Jónica nos encontramos con Anaximandro que cree que el hombre procede del reino animal. Empédocles postula una especie de Naturaleza “seleccionadora” que destruye lo inservible y sólo deja lo viable, sin duda un esbozo anticipado del darwinismo. El griego Magástenes considera que los monos son una especie de “hombres selváticos”. Para el poeta romano Lucrecio, los antepasados del hombre fueron seres animales selváticos que sobrevivieron gracias a la lucha con ramas y piedras (8).
De manera sucinta es posible advertir la existencia del germen de una teoría evolucionista en la antigüedad clásica, aunque no exenta de elementos religiosos y espirituales, tales como los expresados por Aristóteles quien propuso que los organismos estaban moldeados por un principio perfeccionador, entiéndase por una inteligencia equivalente a Dios, que los hacía cambiar de lo más simple a lo más complejo y, los sostenidos por Platón, según quien las realidades siguen siendo exactamente como son, mientras el espíritu reflexiona sobre ellas. Fueron principalmente las ideas platónicas retomadas por el cristianismo de la Edad Media y la dificultad con ideas menos especulativas y pruebas más concretas, algunas de las causas por las cuales esta teoría evolucionista embrionaria no se arraigó, ni se desarrolló sino hasta finales del siglo XVIII (7) (8). Posteriormente el estudio de la anatomía comparada y de la embriología, condujeron a George Leclerc Buffon (1707-1788) y a Erasmus Darwin (1731-1782), abuelo de Charles, a plantearse ideas que sugieren que las especies no son fijas, ni inmutables.
La primera teoría evolucionista completa con argumentos concretos, pero inexactos, fue la del naturalista francés Jean Baptiste Lamarck (1744-1829) quien a principios del siglo XIX, publicó su “Filosofía zoológica”, en ella, describe que las especies cambian por la acción del medio ambiente y que dichos cambios son heredables, este último punto no es aceptado. Aun así, Lamarck tuvo el inmenso mérito de atraer la atención de los naturalistas de su tiempo hacia la interpretación evolucionista. Un poco más tarde, en 1859, Charles Darwin (1809-1882) publicó en su libro “El origen de las especies,” muchos de los fundamentos de las más modernas teorías de la evolución se sustentan en ella, luego de viajar entre 1831 y 1835 a las Islas Galápagos y otras regiones del mundo, identificó un mayor número de elementos que sustentaban su teoría evolucionista. En esta obra, Darwin (Figura 2) sostiene que la selección natural es uno de los principales mecanismos evolutivos de las especies, en tal sentido a Darwin se le reconoce como el padre de la evolución.
Por otra parte, debemos hacer notar también que el zoólogo británico Alfred Russell Wallace (1823-1913), casi simultáneamente con la publicación del libro de Darwin había llegado a conclusiones similares, aunque con una sustentación menos acuciosa que la de aquel. De hecho, Darwin y Wallace presentaron un informe conjunto sobre la teoría ante la “Sociedad Linneo” (Londres). Los estudios sobre fósiles, viajes y descubrimientos de navegantes desde épocas remotas ampliaron el panorama del mundo y revelaron la extraordinaria diversidad de los seres vivos nutriendo la teoría Evolucionista (8).
La teoría de Darwin tuvo una honda resonancia en los medios sociales, científicos, culturales e intelectuales de la Inglaterra y de la Europa de su tiempo y posteriormente en el proceso de mundialización de la ciencia (siglo XIX), su repercusión en América fue de tal fuerza que produjo en casi todos los países polémicas similares a las existentes en Venezuela. Enfrentó virulentos ataques personales, puesto que consideraban que su teoría de la selección natural, en la cual se esbozaba los humildes orígenes “simiescos del hombre” que luego profundizaría en su libro “El origen del hombre y la selección natural en relación al sexo” (1871) era un insulto a la dignidad del hombre y una humillación a Dios, puesto que le mermaba y ponía en entredicho la omnipotencia creadora. Se ha interpretado que la intención de Darwin era manejar el problema dentro del plano estrictamente científico, evitando a todo trance las especulaciones filosóficas, al efecto afirmaba: “cualesquiera que sean mis convicciones sobre este punto ellas no pueden tener importancia sino para mí solo, (…) en mis mayores oscilaciones no he llegado a negar la existencia de Dios. A medida que envejezco, la descripción más exacta de mi estado de espíritu agnóstico” (9). Darwin provocó una verdadera revolución la cual no es la intención de analizar en este trabajo. Se ha señalado que la muerte de Darwin en 1882 aplacó la furia de los ataques, no obstante el tema continuó discutiéndose con gran interés, pero con un carácter más científico y racional y menos emocional.
La Teoría Creacionista, sustentada sobre la versión bíblica del Génesis acerca de la creación divina del mundo y de todas sus criaturas vivientes, incluido el hombre, en seis días, constituye el fundamento principal de la teoría, inspirada en dogmas religiosos, que dicta que la tierra y cada ser vivo que existe actualmente proviene de un acto de creación por un ser divino, creados con un propósito divino, Dios creó el universo de la nada, lo creó en orden, el relato de la creación del Génesis no contiene verdades científicas y antropológicas sino verdades religiosas (10) (11).
Las cosmogonías y mitos de carácter creacionista han estado y permanecen presentes en muy distintos sistemas de creencias, tanto monoteístas, como politeístas o animistas. El movimiento creacionista más activo es de origen cristiano protestante. Bajo esta premisa, la Iglesia estimula una investigación diligente seria y honesta, así han señalado que algún día, los científicos puedan conocer con certeza el método que Dios utilizó para llevar al ser humano y al universo hasta su estado de desarrollo; para los creacionistas la repuesta final no debe causar conflicto entre la verdad científica y la verdad de la fe, Dios es el autor de ambas, pero lo más importante al comentar la creación según el Génesis es entender el lenguaje del Génesis. La Iglesia Católica permite interpretar el relato en forma figurada y no de manera histórica o científica, se sustenta básicamente en la fe. Razetti en Venezuela, define en su obra al Creacionismo como: “Teoría según la cual cada forma específica ha sido objeto de un acto particular de creación por parte de una potencia sobre natural…la teoría de las creaciones fue admitida por naturalistas como Cuvier y más recientemente por Agassiz. Esta teoría no tiene fundamento científico alguno y hoy ningún naturalista la admite” (7).
Cabe señalar que dentro del Creacionismo encontramos diferentes corrientes que van desde las más fundamentalistas hasta las posiciones menos radicales que buscan una raíz científica que concilien de manera no excluyente ambas visiones, otros buscan una teoría neutral, la selección natural es la única conocida que pueda explicar la existencia de la adaptación en la naturaleza, no obstante no toda variación evolutiva es necesariamente adaptativa.
Después de revisar brevemente ambas concepciones cabe aceptar, por todo lo expuesto que la teoría evolucionista es más lógica a la luz de los conocimientos actuales para una gran mayoría de personas y se ha ido completando con el aporte de otras ciencias, hoy se puede hablar de una teoría sintética de la evolución a todo lo cual se suma la teoría de las mutaciones y de la genética moderna (7).
Venezuela no se mantuvo al margen del debate universal, por el contrario, el siglo XIX se conoce como el siglo de la ciencia, de la Biología y de la universalización de los saberes. Con mayor certeza este periodo abarca aproximadamente desde 1789 a 1914 (De la Revolución francesa a la Primera guerra mundial) otros le han llamado el siglo europeo de la ciencia, el siglo de la medicina, siglo de la naturaleza, pero también y más recientemente el siglo de la mundialización de la ciencia, señalado por George Basalla, el historiador de la tecnología (12), quien la sustenta en tres momentos: l) La colonia como fuente de información científica para la metrópoli, 2) La que se corresponde con la “ciencia colonial” dependencia casi absoluta de la metrópoli y la 3) Relacionada con una “ciencia nacional” caracterizada por el surgimiento de las primeras comunidades científicas (élites intelectuales) a partir de instituciones propias nacidas en el seno de América, así como de vías de comunicación, enseñanza y cambios académicos en las universidades, se constituyen las sociedades científicas, construcción de hospitales e instituciones del saber como laboratorios, bibliotecas, etc., a la imagen y semejanza de Europa y más concretamente por la presencia y circulación de una importante prensa científica, entre muchos otros aspectos. Así, los países recién configurados en repúblicas independientes buscaban subvertir el colonialismo científico, construían el camino y la presencia de una ciencia latinoamericana en el ámbito del proceso eurocentrista, abriendo paso en la búsqueda de un espacio público para su propia ciencia o una “ciencia nacional” que les permitiera conocer e investigar sus propias realidades, en este espacio y en este ambiente donde encontramos el enfrentamiento de posiciones en torno al tema evolucionismo y creacionismo.
En este trabajo hacemos referencia a la interesante polémica ocurrida en el recinto de la Academia Nacional de Medicina, cuyas largas discusiones condujeron a tomar posición a la citada academia, extendiéndose las mismas a la prensa, a la Iglesia y al movimiento científico nacional, no obstante, el país vivía un clima propicio para el debate y el quehacer científico.
Hacia finales del siglo XIX y principio del siglo XX se consolidan los estudios de las ciencias físicas y naturales, matemáticas, químicas y medicas en la Universidad Central y en otras universidades, los cuales avanzaban desde las reformas de Vargas en 1827. Los venezolanos ilustrados interesados en las ciencias asumían los cambios y volvían su mirada a la ciencia europea, surgía la preocupación por el conocimiento del ámbito nacional, las nuevas corrientes científicas y filosóficas prepararon el camino a las reformas. En este ámbito, un pequeño grupo de médicos (élite intelectual) encontró el clima más propicio, unido al apoyo gubernamental, para la transferencia de conocimiento, por una parte trasladándose a continuar estudios en la ciudad luz de la ciencia como era París y por otro lado, con la construcción de instituciones acordes con el desarrollo de las exigencias de la ciencia.
En la segunda mitad del siglo XIX existió la imperiosa necesidad de identificar, explorar y conocer el territorio nacional, influidos por el gran auge del naturalismo, el positivismo y la consolidación de la república, situación que fue común a toda América. Como parte de todos estos cambios, el gobierno venezolano del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl decretó, en 1888, la creación del Hospital Vargas de Caracas, y becó al joven médico José Gregorio Hernández a estudiar microscopía, bacteriología, histología, patología y fisiología en Europa; otro grupo de eminentes galenos, entre ellos Santos Aníbal Dominici, Luis Razetti, Pablo Acosta Ortiz también se van a Europa, y a su regreso en 1892 el gobierno había construido el gran Hospital Vargas de Caracas donde se combinaría la docencia con la asistencia médica, así las cátedras universitarias se fortalecieron en el desempeño y desarrollo hospitalario (Concursos de internado y externado médico, técnicas clínicas y quirúrgicas, laboratorios, sociedades médicas y científicas, publicaciones, y las especialidades médicas). A estos médicos se sumaron muchos otros y la medicina nacional se fortalece. La Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas (1893), la revista “Gaceta Médica de Caracas” (1893- ), la Universidad y sus reformas, la Academia Nacional de Medicina (1904- ) y las revistas y periódicos de la época, constituyeron los principales foros para el debate científico, filosófico y académico del conocimiento, influidos por los movimientos como el darwinismo, el positivismo, la fisiología experimental, el evolucionismo, los avances de la biología, la botánica, la química, la herencia (leyes de Mendel), el higienismo y la bacteriología, entre muchos otros avances y teorías científicas que penetraron las mentalidades de estos hombres de ciencia y se abrían nuevas vertientes en la investigación científica venezolana.
El positivismo se introduce al país a través de las cátedras universitarias y en la investigación de las ciencias experimentales y del pensamiento social; los científicos entendieron y aceptaron las novedades científicas; desde mediados del siglo XIX nos encontramos con la presencia de estas ideas que suscitan las más fervientes polémicas.
La corriente materialista del positivismo que predominó durante largos años, así como el evolucionismo sobre la espiritualidad fueron seguidas y defendidas por los seguidores de Rafael Villavicencio, especialmente por los doctores Luis Razetti, Acosta Ortiz, Elías Toro, A. Herrera Vegas y Guillermo Delgado Palacios. Razetti perteneció a una generación de médicos venezolanos sobre quienes ejerció una influencia determinante la Escuela Médica Francesa, así lo expresaba: “la medicina francesa es la gran madre de todos los genios, la nodriza intelectual del mundo, la incansable popularizadora de las conquistas del espíritu y el centro motor de la civilización universal” según expresión del mismo Razetti, quien orgulloso reconoce “soy discípulo de la escuela francesa y un gran admirador de la gran república Latina”(5). Por su parte, José Gregorio Hernández (Padre de la Medicina Experimental venezolana) es otro protagonista de la célebre polémica que se desarrolló con más fuerza en Caracas a comienzos del siglo XX y más específicamente entre 1904-1905 en el seno de la Academia Nacional de Medicina, llega de París a Caracas en 1889 impregnado de adelantos científicos y se incorpora fervientemente a estos cambios con una radical posición creacionista. El Positivismo se introduce al país en el ámbito de la investigación y contribuye al abandono de la verdad contenida en los prejuicios religiosos y metafísicos, la prioridad era poner el saber al servicio del país, bajo una fuerte influencia de la ilustración y bajo un fin práctico (desarrollo de la ciencia).
El sabio Rafael Villavicencio no aceptó el dualismo “creacionista-cristiano”, más bien fue partidario de una filosofía espiritualista, monoteísta y panteísta. La corriente materialista del positivismo predominó sobre la espiritualista y encontramos sus rasgos prácticamente en todos los campos del saber.
En el caso del Dr. Razetti no fue propiamente biólogo ni pretendió ser filósofo, fue básicamente un excelente médico integral, el ejercicio médico en el hospital y la docencia fueron su pasión. Estuvo claro en que la investigación científica no puede avanzar si no se vale de las teorías: “Sin las teorías que son las que abre el camino de la verdad, no es posible la existencia de ninguna ciencia” (7). Razetti combate cualquier forma de dualismo y es evidente partidario de una visión monista de la realidad, sustentada en la ciencia experimental y en la filosofía científica, Razetti es materialista, permanece aferrado al positivismo y otorga el carácter de dogma a la doctrina de la descendencia, como bien está planteado en su obra ¿Qué es la vida? (13).
Razetti no aceptó la generación espontánea y consideró la doctrina del origen de las especies como hipótesis y no verdades absolutas, siempre desde la óptica del positivismo, dando a la ciencia una magnificencia para la explicación y búsqueda de la verdad en los principios científicos. Razetti fue un cientificista y representa mejor que nadie la actitud científica del país para la época, pero además supo integrar los conocimientos. Su visión integradora le permitió un enfoque más claro y de avanzada al integrar y complementar las diferentes teorías científicas dilucidadas para el momento; en religión era agnóstico y filosóficamente determinista, decía:”Creo que todos los fenómenos de la naturaleza están sometidos a leyes absolutas y que cada uno de ellos tiene sus causas particulares, necesarias y suficientes…” (4), en algunas ocasiones expresó que nunca aceptaría las discusiones entre ciencia y religión, porque el dogma religioso no admite discusión, ni es posible demostrar y la discusión entre ciencia y religión sería estéril. “La ciencia niega en absoluto la creación, como niega la generación espontánea de los organismos superiores”…( 4).
Guillermo Delgado Palacios otro de los polemistas, menos apasionado que Razetti, sostiene durante las discusiones de la Academia que las corporaciones científicas no pueden prescindir de las teorías si es que desean progresar, situación también planteada por Razetti. Delgado Palacios expresó además, que aceptaba la doctrina de la descendencia, pero respecto a la generación espontánea como la describía Ernest, H. Haeckel, expresaba que las teorías no pueden ser consideradas como simple producto de la fantasía científica, ellas constituyen “aproximaciones a la verdad, son concepciones legítimas, evolucionan con la ciencia misma…y gradualmente por la experimentación de los sabios y de los siglos llegan a acercarse tanto a la realidad que se confunden con la verdad misma” (14) (15).
Las sesiones dedicadas al debate sobre esta controversial polémica se iniciaron el 1° de septiembre de 1904, en la sesión ordinaria Nº XI, dirigida por el Dr. Alfredo Machado, presidente de la Academia para ese entonces, el Dr. Razetti expuso ampliamente: “La legitimidad científica de la doctrina de la descendencia”. Iniciaba su amplio discurso expresando: “La doctrina científica que explica el origen y desarrollo de los seres organizados por descendencia no interrumpida, desde las más simple combinación de la materia en sustancia viva, hasta las formas más complicadas de la animalidad, está hoy universalmente aceptada por todas las Escuelas y la proclaman los más famosos sabios desde las más altas cátedras del saber humano (…) científicamente fundada por Lamarck en la aurora del siglo XIX; llevada por el genio de Darwin hasta las últimas consecuencias, magistralmente desarrollada y perfeccionada por Heckel y sus discípulos en la época actual, esa doctrina es el fundamento de toda la Historia Natural y junto con las teorías celular y atómica, y las leyes de la indestructibilidad de la materia y de la conservación de la energía, es una de las bases científicas de la Biología moderna y de las ciencias de la aplicación que de ella se derivan entre las cuales las principales son la Medicina y la Higiene” Analiza la Química, la Física, las propiedades de la materia, la Embriología, explica que la fisiología y la patología de los órganos ha sido sustituida por la fisiología y la patología de la célula, la Fisiología moderna es ante todo celular, fundamentada en la experimentación (sustentadas en las observaciones del alemán Richard Oken en 1805, Marcelo Malpighi, Robert Brown, Gabriel Valentín) continúa, señala y justifica la Anatomía y el papel de algunos órganos como la presencia de la epífisis en el cerebro humano, el músculo piramidal del abdomen, etc., que según expresara Broca: “vengo a despertar al hombre por que todo lo ata a la animalidad” (15)(16).
Después de enumerar las teorías fundamentales de la ciencia de la vida, Razetti enuncia el papel de nueva Biología “(Pro Veritate)”. Para él, los problemas de la vida en los inicios del siglo XX están planteados en términos naturales; en tal sentido señalaba: “(…) todos sabéis que antes que médicos sois hombres de estudio, cuan rico es el acervo científico que la centuria pasada ha llegado a este siglo, sobre todo para la solución de los grandes problemas que se relacionan con el conocimiento de la vida y la conservación de la salud (…) Entiendo que la teoría científica es legítima, cuando esta doctrina es suficiente para explicar todos o la mayor parte de los fenómenos naturales a la luz se pretenden conocer” (16). Explica las teorías de la gravitación universal, la teoría atómica, la teoría celular, la microbiana, las teorías indestructibles de la materia y de la conservación de la energía y expresa que todas han sido demostradas experimentalmente, expresa luego los fundamentos de esta doctrina y deja al auditorio (lee) las palabras de doctor Max Verworn profesor de la Universidad de Jena uno de los grandes maestros de la Biología quien es el padre de teoría “La descendencia de la materia viva” al final expone: “para concluir les expreso que la doctrina que acabo de leer es tan indiscutible como la de la gravitación universal (…) no deseo influir en ustedes. Pero ninguno de vosotros puede concebir una Historia Natural no evolucionista, como no se concibe, una Geometría no Euclidiana (…) Esta Academia por ley debe ocuparse de todo lo relativo al estudio de las Ciencias Biológicas, es decir de las ciencias que se ocupan de la investigación de los fenómenos que se verifican en la materia viva” (6). Posteriormente expone las conclusiones las cuales considera que están ajustadas al estado actual de los conocimientos biológicos de la época; sintetizadas en tres grandes principios:“l) La sustancia viva representa únicamente una parte de la materia del globo(…) 2) Los organismos que viven actualmente o que han vivido antes en la superficie de la tierra, derivan por descendencia no interrumpida de aquella materia viva, la primera y la más sencilla que salió de la materia bruta, por lo tanto todos organismos están unidos unos a otros por un lazo real de parentesco (…) 3) El hombre es un organismo animal, es un vertebrado, mamífero, monodélfico, primate es el Homo sapiens de la Zoología. La doctrina de la descendencia, que explica el origen de los seres organizados, debe necesariamente aplicarse al conocimiento del origen natural del hombre” Firmado (L. R. Profesor de Anatomía) (16). Con este, científico, explícito y ferviente discurso se inició el debate entre las grandes teorías: creacionista y evolucionista, en el seno de la Academia, pero el mismo se extendió a la prensa, a las universidades, a otras academias, a la Iglesia; el debate y el discurso de la teoría evolucionista se hizo público, los médicos reaccionaron sin dogmatismo alguno, con una tendencia mas bien al eclecticismo ante la evidencia de tales hipótesis planteadas por Razetti que eran sustentadas por la mayoría de los más eminentes científicos; Razetti solicita y exige que la Academia se pronunciara y tomara una postura firme, científica y definitiva frente a la realidad biológica aquí planteada, él deseaba una Academia de pensamiento científico lúcido, dispuesta a debatir y esclarecer las hipótesis (14).
En la sesiones ordinarias de la Academia realizadas durante septiembre y octubre de 1904 y los primeros meses de 1905 (sesiones XII a la XVIII,) y en sesiones posteriores (XVIV-XXXIX), igualmente en el Consejo de la Facultad Médica de Caracas se debatió el polémico tema de manera permanente, el Dr. Luis Razetti ilustraba e intervenía de manera casi permanente dando a conocer las nuevas corrientes, tendencias y posturas que se sumaban a la tan debatida doctrina de la descendencia, durante las largas sesiones fue planteando y desarrollando las posturas e hipótesis como: las teorías de Bufón (1804), teoría de Bechamp (1883), la de Haeckel (protoplasmas, protozoos,1893), sistemas perigenistas, teoría de Erlsberg (célula como unidad primaria,1876), Roux (la biomecánica y la auto-determinación, 1881), la teoría de la pangénesis de Darwin modificada por Galton (1875), la teoría de los Citozoarios de Virchow, la generación espontánea de Pflüger (1875), la física (ondas-efectos) de C. Johann Doppler (1842), “la Philosophie” de Jean Baptiste Pierre Monet, Chevalier, “la filosofía zoológica” (cambio de las especies por acción del medio ambiente) de Jean Baptiste Lamarck (1744-1929) y muchas otras (Véase actas de la Academia Nacional de Medicina). Tras revisar cada una de estas teorías explicadas fehacientemente por Razzetti, el ilustre maestro señala: “Lo que he leído (Varias intervenciones) para que se pueda medir la importancia de aquellos que, sin toda la autoría científica necesaria, hacen gala de despreciar esa obra inmensa de la sabiduría humana, sin ni siquiera analizarla, y toman en conjunto todas las teorías y todas las hipótesis de la ciencia, que representan una suma inmensa de la sabiduría de esfuerzo cerebral y las arrojan a la hoguera que la intolerancia mantiene en actividad para destruir la obra del pensamiento y ahogar con su humo sofocante la voz de la inteligencia y de la libertad” (6).
El 3 de septiembre de 1904 en la XIII sesión ordinaria, El Dr. Razetti intervino defendiendo sus planteamientos, anotados y descritos anteriormente, los cuales fueron considerados inoportunos y hasta peligrosos por muchos colegas de la época (6,7). El 22 de septiembre de 1904 en su intervención el Dr. Razetti nuevamente alude: “durante los días transcurridos tuve la honra de desarrollar desde la tribuna de esta Academia mi tesis sobre la legitimidad científica de la doctrina de la descendencia de la materia viva (…), de ello he tenido noticias de que algunos de mis honorables colegas estiman inoportuna la consideración de mi tesis, y parece que no falta quienes lleguen hasta creer que una discusión sobre la materia sería peligrosa (…) Confieso que dichas noticias me han causado profunda y desagradable impresión porque no sospechaba siquiera que en el seno de la Academia, compuesta de hombres de estudio, de erudición y de saber, pudiera haber quienes consideren que no es oportuno declarar la legitimidad de una doctrina científica y que semejante declaración pueda ser peligrosa en nuestra época de análisis en nuestro país, cuyos hombres de ciencia han manifestado siempre la mayor independencia de espíritu (…) Desearía de todo corazón poder afirmar que esos rumores no son ciertos que son noticias falsas. (…) es casi una impertinencia pedir a una Academia biologicista, que declare que la doctrina de la descendencia es legítima, (…) una academia científica debe ocuparse de adoptar teorías que sirvan de base a sus futuras investigaciones y decisiones(…) Sin las teorías que son las que abren el camino a la verdad no es posible la existencia de ninguna ciencia”(6,7).
En la sesión ordinaria del 6 de octubre el galeno Delgado Palacios inició la lectura del libro “Orígenes de la vida”, lo cual se llevó varias sesiones por lo extenso del texto y en la sesión del 13 de octubre el Dr. Juan de Dios Villegas Ruiz hizo una larga y erudita exposición, objetando las afirmaciones del Dr. Luis Razetti respecto al origen de la vida y dice venir a cumplir su deber de católico, negándole el voto a la tesis de aquel por considerarla, en primer lugar, anticientífica, ya que es un grosero esbozo del origen de la materia viva. Para concluir señala que para formarse una idea completa de la vida y de su origen, hay que considerar tres fenómenos: “físico-químicos, los fenómenos psíquicos y los fenómenos vitales” (6). La discusión duró más de cuatro meses, y el Dr. Villegas Ruiz se declaró adversario decidido de la Descendencia, posteriormente salva su voto (7).
El Dr. Razetti continuó el debate extendiendo sus explicaciones, en la sesión del 27 de octubre (Sesión XVIII), hace una exposición global de las teorías generales de la Biología, las que según el profesor Delage, se pueden dividir en tres grupos: teorías evolucionistas, teorías micromeristas, y teorías organicistas. Como conclusión Razetti dice: “Mi objeto principal por el momento está cumplido, lo que he leído y expresado en esta corporación basta para comprender que el problema biológico de la vida, el origen, constitución y descendencia de la materia orgánica en la tierra, no es como parece que lo consideran algunos neo-metafísicos o neovitalistas, un problema de fácil solución; que basta presentar la hipótesis indemostrable de causas ignotas, que se esfuman ante la simple síntesis química para proclamar ex cátedra la existencia de una fuerza vital..(…) de una entidad inmaterial distinta y superior a la energía, capaz de determinar por sí sola todo el proceso de la vida” (6).
En la sesión XVII, del 5 de enero de 1905 el Dr. Razetti hace un resumen de todo lo expuesto por él en las sesiones iniciadas el 1° de septiembre del año anterior, allí expresó que en los cuatro meses de debates sólo cuatro miembros habían tomado la palabra, piensa que el silencio de sus miembros indicaban la aprobación de la tesis que había presentado y que se declarase agotada la materia.
En la sesión ordinaria XXVIII del 12 de enero de 1905, el Dr. Juan de Dios Villegas Ruiz hace una exposición sobre el vitalismo. La Academia declaró agotada la materia y el presidente de la Academia nombró relatores a los doctores M. A: Dagnino y M. Pérez Díaz, no se discutió la legitimidad científica de la doctrina de la descendencia entre las sesiones: XXIX y XXXVIII, pero el tema se vuelve a incorporar el 6 de abril de 1905, en la sesión XXXIX, los relatores presentaron su informe que concluyó en la siguiente sesión del 13 de abril del 1905, las conclusiones suscitaron un intenso debate, realmente ésta fue la verdadera discusión. Participaron en el derecho de palabra los doctores; Juan Antonio Díaz, Juan de Dios Villegas Ruiz, Emilio Ochoa, Rafael Medina Jiménez, Tomás Aguerrevere Pacanins. Alfredo Machado, Guillermo Delgado Palacios, Martín Herrera, Manuel Pérez Díaz y Luis Razetti, no se llegó a conclusión alguna y el debate fue aplazado (6).
En la sesión del 4 de mayo (XLII) de 1905 el Dr. Juan de Dios Villegas Ruiz propuso modificaciones en el informe y señaló que los relatores se extralimitaron en sus funciones, los doctores Herrera y Pérez Díaz defendieron la doctrina de la descendencia, y se solicitó a los académicos la opinión sobre la legitimidad científica de la Descendencia (6).
Legitimidad Científica: Después de largas y eruditas exposiciones del Dr, Razetti, se polemizan las discusiones y se evidencia poca participación de los académicos durante tardes enteras dedicadas a plantear tan vigentes teorías, el Dr. Juan de Dios Villegas Ruiz concluye en la sesión ordinaria del 13 de octubre de 1904 con la siguiente reflexión: “La tesis de la Doctrina de la Descendencia fue tratada y discutida en más de una ocasión en el seno de la Academia de Medicina con lujo de erudición y de saber y bajo diferentes enunciados por Centros científicos y por Academias, tales discusiones han sido discutidas y tratadas por filósofos y por naturalistas sin otro resultado que la íntima convicción entre ellos de no poderse entender y mucho menos convencerse en sus diversos modos de juzgar la cuestión” (6).“Sostengo además que es imposible abordar de una manera completa la tesis que se discute sin los auxilios de la Filosofía en el terreno de la metafísica[5*] …¿Cree el Dr. Razetti que yo, por ejemplo católico convencido, voy a declararme satisfecho con la explicación que quiere hacernos del origen de la vida sobre la tierra, cuando tal explicación además de ser completamente hipotética, pugna con las creencias que profeso?(…) desaliento es lo que me produce ver que un cerebro como el del Dr. Razetti, de inteligencia clarísima y de ilustración nada común, al averiguar el origen de la vida ó de la materia viva, se contente con que unos señores alemanes y uno que otro inglés profesores de universidades de sus países, asienten dogmáticamente que unos cuantos principios ciánicos existentes allá, cuando la corteza terrestre estaba en incandescencia y otros compuestos del carbono cambiándose y reaccionando a raíz de las lluvias que se desencadenaron con motivo del enfriamiento del globo, tomó nacimiento la materia viva…y esto por la disposición ó acomodamiento de los átomos de oxígeno, de hidrógeno, de carbono y de azoe en el edificio atómico de esa materia (…) para formarse una idea completa de la vida y de su origen debemos considerar tres fenómenos irreductibles los unos a los otros; los fenómenos psíquicos” (6) (17).
Entre las contestaciones más precisas y corta sin explicación alguna figura la del Dr. José Gregorio Hernández quien dijo: “Hay dos opiniones usadas para explicar la aparición de los seres vivos en el universo: Creacionismo y Evolucionismo. Yo soy creacionista” ( 7).
Después de largas discusiones sobre si aceptar o no la tesis, en su sesión del 12 de mayo de 1905 (Sesión ordinaria XLII) la Academia aprobó la Legitimidad Científica de la Doctrina de la Descendencia con la siguiente votación: 16 votos a favor y 2 en contra, expresado dicha aprobación en un importante y expresivo considerando, donde se señala la imparcialidad, la dilatada experiencia de la historia y de los avances científicos y la legitimidad de la ciencia actual (para la época). Hasta el 13 de julio de 1906 se estuvo discutiendo, la posición asumida por la Academia. Al respecto señala Razetti: “Aunque yo no podía replicar que nadie era responsable de que la inmensa mayoría de los académicos hubiera permanecido en silencio; o demostrar que ese silencio podía explicarse en sentido favorable a mis ideas, desde luego que si los académicos no emitían opinión debía ser, o porque estaban de acuerdo con lo expuesto por mí o porque carecían de argumentos contrarios, pues la abstención no podía traducirse ni por ignorancia ni por negligencia, preferí exigir privadamente su modo de pensar a cada uno de mis colegas, y así lo hice, por medio de una circular que les pasé el 15 de abril de 1905, en la cual les pregunté si creían que mis conclusiones eran ó no legítimamente científicas”(6). “El resultado fue el siguiente, se encuestaron 32 académicos, me contestaron 30, de los cuales 22 fueron favorables, 4 contrarias y 4 abstenciones. Así no le podía quedar duda que la mayoría efectiva de la Academia consideraba legítimas sus conclusiones” (6). “La Doctrina de la Descendencia triunfó en la Academia, pero la Academia se exhibió entonces sin convicciones propias determinadas. Triunfó la doctrina porque no tuvo sino dos adversarios y esos adversarios –a pesar de su talento y su ilustración– no presentaron ningún argumento fuerte en contra de mis conclusiones” (6). Después de largas discusiones el Dr. Razetti retiró su proposición, no obstante esta polémica ya había penetrado las mentalidades de tan insignes galenos y levantó interesantes posiciones y arduas polémicas en la prensa nacional, todo apuntaba y se hacía alusión a lo que ocurría en la Academia de Medicina y en la Facultad Médica (Figura 3). La Iglesia se hizo eco de una defensa a ultranza como era lo propio; el tema estaba en los diarios de la capital, en ellos sobresale el escrito del Dr. Pedro Herrera Tovar, como una interpretación personal sobre el dictamen de la Academia. Le siguieron las de Monseñor Juan Bautista Castro (1846-1915), Arzobispo de Caracas y el Presbítero Dr. Crispín Pérez (1870-1925), de Valencia (1), Juan de Dios Méndez, Juan Eduardo Álvarez (Pepe Coloma), entre otros. El Dr. Venancio J. Hernández desde Maracaibo sostiene una polémica a través de los artículos publicados y recogidos en su libro titulado “Comentarios a dicha doctrina”.
Todos estos comentarios se refieren no sólo a la postura de Razetti en la Academia, se dirigen también a las afirmaciones de Razetti en la columna a su cargo en el periódico “El Constitucional”, cuyo director era Gumersindo Rivas, la columna aparecía todos los lunes, llamándose “Lunes científicos”. En los inicios el Dr. Razetti no responde a las críticas y posiciones u observaciones planteadas por algunos prelados de la Iglesia, como el Presbítero Crispín Pérez, Monseñor Castro y otros sacerdotes.
Al respecto Razetti afirmaba:… “no he discutido ni discutiré con sacerdotes de ninguna religión sobre los orígenes del hombre y de la vida” y explica por qué no lo hace con Monseñor Castro, Arzobispo de Caracas, ni con el Padre Eduardo Álvarez quien escribía en el periódico “La Religión” con el seudónimo de “Pepe Coloma” (1). Por otra parte, en 1883 el Dr. Francisco Bustamante publica en Maracaibo “El Gran Libro” en homenaje al centenario del natalicio del Libertador. En el texto, Bustamante se muestra solidario de la doctrina darwiniana de la evolución de las especies y no se hacen esperar los ataques a las doctrinas filosóficas de Bustamante por parte de representantes de la Iglesia en Maracaibo al igual se hiciera en Caracas con Razetti; la prensa de Maracaibo se hace eco del controversial dilema.
Con respecto a un libro que publicara Monseñor Castro, Arzobispo de Caracas, dice Razetti: “él me ha dispensado la honra de combatir públicamente mis opiniones científicas… pero él debe defender los dogmas del catolicismo, cuya guarda le está encomendada en Venezuela y yo debo enseñar en mi cátedra aquellas doctrinas científicas que estén universalmente aceptadas por los maestros de la ciencia” (4). En este debate de prensa señala Razetti que los creacionistas se dividen en dos categorías: unos creen en un Dios personal, otros en la existencia de una causa creadora, eterna omnipotente, incognoscible, con todo lo que de aquí se desprende lógicamente. Sobre esto vuelve Razetti cuando afirma: “no es posible aceptar entre hombres de ciencia el principio de la existencia de un Dios personal hecho de una materia cualquiera” (18-20).
Indiscutiblemente, los rasgos fundamentales de Razetti se sustentaban en el cientificismo, el monismo materialista, la crítica a la metafísica, el mecanicismo y el determinismo. En él aparecen con toda nitidez el darwinismo, la filosofía monista, opuesta a cualquier tipo de especulaciones metafísicas.
Tras la revisión de las actas de las sesiones de la Academia, publicadas en Gaceta Médica de Caracas durante 1904 a 1906 podemos concluir que el Dr. Luis Razetti no tuvo interlocutor válido en el seno de la Academia, a la altura de su preparación. Era evidente su inteligencia, cultura y conocimiento actualizado de la ciencia y sobre las nuevas teorías que se debatían en el mundo científico de la época, pero sobre todo su capacidad integracionista para revisar sistemáticamente e integrar dichas posturas científicas desde la perspectiva de cinco grandes doctrinas: la descendencia, la atomicidad, la celular, la conservación de materia y energía y la doctrina microbiana.
Para Razetti y los evolucionistas de la época el concepto evolutivo de las especies era un hecho comprobado por medio del monumental aporte de Darwin y de los otros tantos científicos, la observación de las mutaciones (De Vries, 1848-1935) y los estudios de genética moderna (21)
Al penetrar en los dominios de la historia buscaremos el origen remoto de las ciencias naturales, hemos de llegar a Aristóteles, padre de la zoología, el primero que intentó hacer una clasificación de las especies animales.
La polémica venezolana en el campo de la medicina y el ámbito académico logró su cometido como bien lo expresara Razetti al señalar que su intención manifiesta y su objetivo se había cumplido al intentar leer, explicar y comprender el problema biológico de la vida, el origen, constitución y descendencia de la materia orgánica en la tierra, que estaba conciente que no era (no es) un problema de fácil solución, pero llamó la atención para no despreciar la inmensa sabiduría humana expresadas en las teorías expuestas. Razetti, en la Academia, ilustró a los médicos venezolanos de la colosal obra de la Biología y esperaba de ellos más que la aceptación de la doctrina, la posición ideológica responsable para asumir la posición cientificista que le correspondía como corporación. La doctrina de la descendencia triunfó en la Academia, pero la Academia se exhibió entonces sin convicciones propias determinadas. Triunfó la doctrina porque no tuvo sino dos adversarios en su seno y esos adversarios, a pesar de su talento e ilustración, no presentaron argumentos fuertes en contra de sus conclusiones. Sus planteamientos fueron más allá, fue el país, la prensa, la Iglesia, los hombres de ciencia y de letras quienes se nutrieron de este saber el cual invitaba a la reflexión y a una nueva visión cósmica.
En la última década del siglo XIX y los inicios del siglo XX estas ideas y planteamientos se hicieron habituales en los círculos intelectuales, la influencia de la ciencia era indiscutible (observación, predicción, verificación y réplica).
Ahora, después de más de un siglo, la polémica comentada continúa en el debate a la luz de la ciencia y de la religión, el hombre sigue preocupado por su origen, creación y su evolución. La Iglesia Católica ha asumido posiciones; entre las más recientes encontramos en un discurso del Papa Juan Pablo II (22-10-1996). “La Evolución no puede considerarse ya como una simple hipótesis. Es más que una hipótesis. Es una teoría que se ha impuesto con base firme al espíritu de los investigadores. No está en discusión” (2l). Más recientemente el Papa Benedicto XVI ha señalado que la teoría evolutiva no está probada fehacientemente, así mismo en Berlín a propósito de la publicación de un libro “Creación y Evolución” (publicado en alemán) Benedicto XVI elogió el progreso obtenido por la ciencia, pero advirtió que la evolución plantea cuestiones filosóficas que la ciencia por sí misma no puede responder (22).
En sus primeras reflexiones sobre evolución publicadas como pontífice, afirma que la teoría de Darwin no puede ser demostrada en última instancia y que la ciencia ha estrechado de forma innecesaria la visión de la humanidad sobre la creación, pero se abstuvo de respaldar la teoría del diseño inteligente.
El Papa Benedicto XVI señala: “La cuestión no es tomar una decisión en favor de un creacionismo que fundamentalmente excluye a la ciencia, o para favorecer una teoría evolutiva que cubre sus propias lagunas y no quiere ver las preguntas que se ciernen más allá de las posibilidades metodológicas de las ciencias naturales (…) la razón científica y la filosófica deben trabajar unidas, de manera que la fe no pueda ser excluida” (publicado 20-04-2007) (22,23).
En la actualidad la organización científica más importante de los Estados Unidos, la “National Academy of Sciences” (2), publicó en 1984, 1999 y 2008, obras acerca de las evidencias científicas que sustentan a las teorías, es decir acerca del conjunto de pruebas que evidencian los procesos biológicos de la transformación de las especies a lo largo del tiempo y el paso de las generaciones. En este mismo país se ha establecido una batalla cultural que parece haber trasladado, a la nación más poderosa del mundo, a tiempos pretéritos y al más férreo fundamentalismo. Los avances científicos en la ingeniería genética (genoma humano), la teoría del “Big Bang”[*6], En la actualidad, el mecanismo de sustentación del transformismo es la selección natural actuando sobre mutaciones aleatorias, recibe también el nombre de “Teoría Sintética de la Evolución”, por su parte los neodarwinistas y otros científicos revisan la evolución desde la perspectiva genética y trabajan en los nuevos avances científico-tecnológicos y por otro lado, los defensores de fuerzas conservadoras cargadas de dogmatismo plantean la vigencia de los diversos tipos de creacionismo incluido el “diseño inteligente”. En 2005 el sacerdote George Coyne habla de la creación continua, negando que haya oposición entre evolución y creación, aparece así el término “ciencias de la creación”, el dilema “Evolución biológica o creación divina” hace necesario un diálogo y entendimiento entre ciencia y teología. La controversia debe permitir conocer y aceptar Ciencia, Evolución y Creación como diferentes formas de entender el mundo y comprender la base de la ciencia evolutiva más que como visiones antagónicas (23,24,25).
[*1] Adolfo Ernst (1832-1899) Nace en Silesia (Prusia) Fundador de la escuela positivista venezolana. Realizó estudios en la Universidad de Berlín Llega a Venezuela en 1861 procedente de Hamburgo Fundó la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales de Caracas y posteriormente el Museo Nacional (1874), dio impulso a la Biblioteca Nacional. Regentó la cátedra de Historia Natural en la UCV. Participo en la creación y publicación varios periódicos científicos (Revista Cientifica de la UCV, Vargasia, Gaceta Científica de Venezuela, entre muchos otros. Gran divulgador de la ciencia venezolana. Publicó innumerables trabajos.
[*2] Positivismo: Escuela filosófica nacida del empirismo (1789-1857) posición que valoró la ciencia y la técnica; corriente que amplía la percepción sensorial a través de registros y medidas instrumentales, busca los principios de los fenómenos y la relación causa-efecto y elimina el horizonte de la metafísica. El positivismo dominó el desarrollo de las ciencias de la época, en medicina la era de la bacteriología. Este movimiento significó el renacimiento de la esperanza de los hombres libres que creyeron en la emancipación. Fue un pensamiento aglutinador de las elites intelectuales y políticas venezolanas, dirigido a buscar una salida a los cambios y tempestades sociales provocadas por el rompimiento del orden colonial para salir de la anarquía social al orden y progreso. Fue un movimiento genuino venezolano y contribuyó a los cambios filosóficos y paradigmáticos de la Venezuela de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
[*3] Rafael Villavicencio (1838-1920). Doctor en Ciencias Médicas (1860) y farmaceuta (1858). Rector de la Universidad Central de Venezuela, uno de los más fervientes divulgadores del positivismo en Venezuela, diputado y senador al Congreso Nacional, cuya presidencia ocupó en 1895. Regentó la cátedra de fisiología y química en el Colegio Zulia, Dictó en la Universidad Central de Venezuela las cátedras de Historia Universal, Patología, Obstetricia y Antropología e Historia de la Medicina (1897). Discípulo de Adolfo Ernst y uno de los divulgadores de la teoría positivista de Augusto Comte. Fue fundador de la cátedra de Filosofía de la Historia. Fue Masón y miembro y presidente de varias corporaciones y sociedades científicas y humanísticas.
[*4] Cientificismo: Movimiento filosófico. Teoría según la cual las cosas se pueden conocer mediante la ciencia como son realmente. La investigación científica basta para satisfacer las necesidades de la inteligencia humana.
[*5] Metafísica: Parte de la Filosofía que trata del ser, considerando éste en su aspecto más general. Su objeto es la indagación de las primeras causas y principios de las cosas, la naturaleza íntima y el destino de los seres. Su nombre fue dado por los comentaristas de Aristóteles al tratado filosófico que éste llamó Filosofía primera y Teología. Desde Wolf se ha dividido en Ontología o doctrina del ser y Metafísica especial, la cual se subdivide en Cosmología, que trata de la naturaleza causas y origen del mundo; Psicología racional que se refiere al estudio del alma humana y Teología natural o Teodicea, cuyo objetivo es la demostración de la existencia de Dios, la naturaleza divina y sus relaciones con el mundo.
[*6] “Big–Bang”: Expresión que significa gran explosión. Hipótesis cosmológica según la cual el universo se originó hace unos 15.000 millones de años, por la violenta explosión de un átomo inicial o bola de fuego superdensa, comprimida en un mínimo espacio, a una temperatura de 10 grados Kelvin, que contenía materia y energía.