Todo organismo vivo, evoluciona. Esta publicación ha mantenido su esencia y objetivos durante sesenta y cinco largos años, de la mano de sus directores, gracias al apoyo efectivo de algunas instituciones y de más de cuatrocientos autores, muchos de ellos reincidentes. Nos parece justo y conveniente un análisis de esa trayectoria, pero no es ese el propósito que nos anima, al escribir esta nota editorial. Muy por el contrario; queremos mirar hacia el futuro y tratar de marcar algunas pautas de inmediata aplicación y necesaria continuidad.
En junio de 2010 recibimos del FONACIT los resultados de la evaluación integral que hicieron de nuestra revista, con base en los volúmenes 2007 y 2008. Al margen de algunas opiniones que no compartimos, preciso es reconocer que la mayoría de ellas son razonables y deben ser atendidas, por autores y por editores. A los primeros les solicitamos encarecidamente que comprendan nuestras exigencias y pongan mayor empeño al elaborar sus trabajos, particularmente en lo atinente al resumen, las palabras clave, la estructura misma del artículo y las referencias bibliográficas. El resumen debe ser redactado en castellano y en inglés, con una extensión menor de doscientas palabras y que cumpla su objetivo de describir —resumidamente— el tema tratado con sus motivaciones, desarrollo y conclusiones. Aun cuando la mayoría de los estudios históricos se apartan de la estructura formal de un trabajo rigurosamente científico, porque la historia dista mucho de ser una ciencia exacta; no debe abusarse de títulos y subtítulos que más bien confunden y/o fatigan a muchos de nuestros buenos lectores. En cuanto a las referencias, es indispensable ceñirnos a las normas internacionales, citando únicamente los trabajos que hayamos mencionado en el texto, en estricto orden de aparición y con las pautas establecidas por las Normas de Vancouver. A quienes hemos sido Jurado de trabajos de investigación, nos inquieta esa manera arbitraria de anotar las referencias, en las que con frecuencia se utilizan diferentes esquemas, sin respetar ninguno. Casi siempre ocurrirá que la cita queda incompleta y no nos damos cuenta, pero el lector que resulta motivado por un determinado dato, se siente frustrado al comprobar que no le aportamos los elementos suficientes para acceder a la fuente citada. Les aseguro que para los responsables del arbitraje de cada artículo, resulta un trabajo bastante arduo completar los datos de una cita bibliográfica, o peor aún, rechazar un trabajo, que por lo demás representa el esfuerzo intelectual, físico y hasta económico de un investigador y aporta información valiosa, para la memoria histórica de nuestro país.
A los editores, el FONACIT nos exige mayor rigurosidad editorial. Debemos especificar y respetar la periodicidad de la publicación, seriamente afectada en los últimos años por crecientes costos de impresión; incluir una Tabla de Contenidos en inglés y el Índice Acumulado anual y lustralmente; asegurarnos de indicar la dirección electrónica de cada autor. Así como citamos la fecha de envío del artículo, debe publicarse la fecha en que se completó la revisión por los árbitros. Finalmente nos piden organizar y promocionar un sistema de subscripciones y/o canje de la revista, para lo cual debemos especificar el valor anual de dicha subscripción y —lógicamente— asegurar el envío oportuno y confiable de la revista a dichos subscriptores.
Sea oportuno ratificar que la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina ha mantenido siempre una política de apertura en su órgano de divulgación. Nunca se ha exigido ser miembro de la misma, ni menos aún se han rechazado trabajos por provenir de personas ajenas a nuestra institución. Baste como prueba este dato: si repasamos el Índice Acumulado de la Revista hasta 1999, que inició el Dr. Aldo González Serva (www.sovhm.org.ve/downloads/indiceglobal.pdf) podemos verificar que muchos de los autores citados en la primera página no han sido miembros de la SVHM. Y, sin embargo, han hecho sus valiosos aportes desde los años iniciales de la revista, hasta la fecha actual. Baste citar nombres como los de José Ignacio Baldó y Domingo Luciani, entre esos autores no miembros de la sociedad y advertir ya en el número inicial de 1945, como se incluyeron al menos tres trabajos de meritorios colegas ajenosa la institución. De tal forma, que el señalamiento de endogamia no está totalmente fundamentado, aunque reconocemos que la mayoría de los trabajos publicados en años recientes corresponden a miembros de la SVHM, lo cual está sobradamente justificado, en nuestra modesta opinión.
Trabajamos en ampliar la visibilidad de la revista, a través de la presencia en índices como REVENCYT (ULA, Venezuela) y REDALYC (México). Es muy probable que a mediano plazo, pasemos a ser una publicación electrónica. En esa dirección apunta la vitalidad que señalamos al comienzo. Lo importante para todos es poner máximo empeño en alcanzar y mantener las características de alta calidad editorial y de contenido.