* Residente del Postgrado de Cirugía, Hospital José Gregorio Hernandez. Caracas
** Médico Cirujano del Hospital José Gregorio Hernandez. Caracas. Numerario de la SVHM
Recibido para publicación Junio 9, 2014
Un número nada despreciable de médicos se ha caracterizado por destacar en otros ámbitos, tanto así, que se desconoce su formación en esta disciplina y solo se identifican por su otra actividad. Esto ha sucedido en ambientes deportivos, artísticos y literarios, entre otros. Pero ha habido médicos que han descollado por haber tomado otro camino Como es sabido, el código moral del ejercicio de la Medicina ha sido el Juramento Hipocrático, el cual, con algunas modificaciones a través de dos milenios y medio de vigencia, se ha mantenido como base rectora del honor, la responsabilidad y la ética de la práctica médica. Pertinente agregar la máxima atribuida también a Hipócrates, aunque no figura en el texto del juramento, “Primium non nocere” Con esta investigación documental se pretende un repaso a personas relacionadas con el campo de la salud, cuyo atroz desempeño les ha hecho acreedores a un triste lugar histórico. Sin hacer juicios, ni interpretaciones a priori, delegando ésto en cada lector, se narraran hechos resaltantes de esos actores, tal y como han sido plasmados en documentos consultados. Para efectos puramente didácticos, se ha dividido en tres partes: asesinos políticos; los llamados “en serie” y los eutanásicos. Entre ellos apreciaremos a médicos que se destacaron por sus actos crueles, rodeados de sentimientos de racismo, xenofobia y discriminación; pasando por aquellos que –quizás- buscaban solo satisfacción personal, hasta aquellos que, buscando ayudar al prójimo, saltaron los límites del juramento. El objetivo de este trabajo es inducir al lector a analizar las distintas perspectivas que pudieran considerarse, en contraposición a lo que moralmente se ha considerado como equivocado o incorrecto.
Palabras Clave: Medicos criminales. Campos de Concentraciòn. Asesinos en Serie. Eutanasia
A considerable number of physicians has been characterized by excel in other areas, so much so that their training in this discipline are known and are only identified by their other activity. This has happened in sports, artistic and literary circles, among others. But there have been doctors who have excelled for having taken another road As is known, the moral code of practice of medicine has been the Hippocratic Oath, which, with some modifications through two means of force millennia and has remained leadership base honor, responsibility and the ethics of medical practice. Relevant also add the maximum attributed to Hippocrates, though not in the text of the oath, "Primium non nocere" With this documentary a review of research related to the field of health is to people whose atrocious performance has made them worthy to sad historical place. Without making judgments or interpretations a priori, delegating this in each player, outstanding facts of those actors narrate, as are embodied in documents consulted. For purely educational purposes, it has been divided into three parts: political murderers; called "serial" and euthanasia. These physicians appreciate that stood out for their cruel acts, surrounded by feelings of racism, xenophobia and discrimination; through-perhaps-those seeking only personal satisfaction to those seeking help others, jumped the boundaries of the oath. The objective of this work is to induce the reader to analyze the different perspectives that could be considered as opposed to what is considered morally wrong.
Key words: Medical criminals. Concentration camps. Serial Murderers. Euthanasia
La Sociedad, ha estado bien definida desde el inicio de los tiempos, siempre regida por la moral y las buenas costumbres y arraigada encarecidamente en la constitución de la familia. La interacción y organización entre los individuos que la conforman es lo que define con certeza la capacidad social de una población. ¡ Y qué mejor figura a citar dentro de la sociedad, que el emblemático MÉDICO!. Siempre formado bajo la premisa del juramento Hipocrático, nacido de la histórica Grecia para mantenerse vigente y consolidar la práctica médica basada en la ética. Sin embargo, son muchos los que, definitivamente, lo olvidaron e iniciaron la práctica inversa a lo predicado por Hipócrates. Es interesante acotar que lo que a continuación se desarrollará está íntimamente relacionado con el desvío total del propósito de aquellos dedicados a preservar la salud.
Si se revisa un poco la historia, es impactante percatarse de cuántos de nuestros colegas desviaron el camino y aplicaron la práctica de la medicina en contra de la vida. También se considera un hecho curioso, que muchos de los que a continuación se mencionan, vinieron de hogares bien constituidos, con formación religiosa inculcada, que llevaría a preguntarse sobre los factores desencadenantes de semejantes acciones.
Lo expuesto a continuación estará dividido, con fines exclusivamente didácticos, en tres capítulos: Los asesinos políticos, los asesinos en serie, y los eutanásicos.
Sin lugar a dudas, la política ha sido capaz, a lo largo de la historia, de cambiar la perspectiva de esa sociedad bien estructurada y de valores definidos que se mencionaron en la introducción. Y un buen ejemplo de ello se podría considerar la influencia del Estado en alterar los factores mencionados, así como a la conciencia individual y colectiva, como sucedió durante la Segunda Guerra Mundial con el trato dado a la población civil por los estados nazi y nipón.
En este sentido, habría que analizar con calma, cómo por ideología política, médicos alemanes y japoneses llegaron a participar y cometer actos atroces, de los peores crímenes en contra de la Humanidad. El mejor de los ejemplos serían los seguidores del Führer -Adolf Hitler - quienes se encargaron de realizar los peores experimentos con prisioneros en los distintos campos de concentración. Médicos como Josef Mengele, mejor conocido como el “Ángel de la Muerte”; Edmund König, Karl Brandt, Horst Schumann, Klaus Endruweit, Kurt Borm, Kurt Schmalenbach, Ewald Worthmann, Viktor Brack, Verner Blankenburg, Erwin Ding Schuler, Claus Shilling, son algunos de aquellos que pasaron a la historia, a nuestra manera de ver, como Asesinos Médicos por razones políticas.
Ahora, desde el final de esta conflagración, ha surgido la duda al tratar de explicar las razones que llevaron al pueblo de unos de los países más cultos y civilizados de la época, a tomar, colectivamente, estas actitudes, a todas luces, reñidas con cualquier valor ético y humanitario, y que, en el mejor de los casos, se constituyó en tolerancia colectiva, pero, difícilmente, ignorancia.
Ya, desde el punto de vista individual y dirigido al tema que ocupa, todos los médicos involucrados no tenían motivos aparentes para aceptar y participar en estos horrores; privilegiados, de buenas familias, económicamente estables, buenos cristianos, en su mayoría protestantes. Lo cierto es que participaron activamente en la planificación, organización y ejecución – directa o indirectamente – en sentido contrario a lo expresado en el Juramento Hipocrático
Los más sobresalientes fueron:
Josef Mengele, el “Ángel de la Muerte”, recordado por los más despiadados y sádicos experimentos en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau -Polonia -como Jefe Médico. Este joven médico acabó con la vida de cientos de miles de personas con la firme intención de erradicar a los que consideraba inferiores y de buscar la perpetuación y proliferación de la raza aria. Dedicado a la antropología y a la genética, Mengele, con tan sólo 27 años, luego de haber verificado la pureza de sus antepasados arios, es aceptado, en 1937, por la SS - organización militar, policial, política, penitenciaria y de seguridad de la Alemania nazi, cuyo acrónimo significa Schutzstaffel , compañías o escuadras de defensa en español. - haciéndose reconocer inmediatamente en Auschwitz entre reclusos y nazis, por dar solución a la epidemia de tifus, llevando a la cámara de gas a más de 1600 reclusos judíos (1). Además, también fue reconocido por experimentos con gemelos, siendo este el más perverso y notable de sus experimentos. Increíble pensar, que a través del estudio de la genética de los gemelos lograrían clonar la raza aria, y para esto, utilizó cualquier cantidad de gemelos, incluyendo recién nacidos. Pero el punto cumbre de su mentalidad despiadada se basó en tratar de crear gemelos siameses (2,6).
Mengele fue influenciado notablemente por el doctor Ernest Rudin, suizo de nacimiento, conocido como uno de los padres de la higiene racial; psiquiatra y experto en genética y eugenesia, quien publicó sus primeros resultados acerca de la genética de la esquizofrenia en 1916. Se caracterizó por su percepción de que los médicos debían apiadarse de aquellos cuya vida no tuviese valor, la que se expresaba en la eliminación de estas vidas, concepto que despertó la admiración de Mengele hacia Rudin.
Al final de la guerra El 26 de noviembre de 1944, se dió la orden de desmantelar el campo de concentración que había sido el parque de experimentos de Mengele. Abandonó el campo el 17 de enero de 1945, durante la evacuación del campo, diez días antes de la liberación por parte del Ejército Rojo. Se dirigió al campo de concentración de Gross-Rosen, pero ya había sido cerrado en agosto de 1944 y en abril de 1945 huyó hacia el oeste camuflado como un miembro de la infantería regular alemana con identidad falsa, pero fue capturado. Fue prisionero de guerra en un centro de detención estadounidense, cerca de Núremberg, hasta que resultó liberado por los aliados, que desconocían su identidad. Huyó hacia América, presumiblemente. El antropólogo y especialista en genética que realizaba investigaciones en gemelos y otros pacientes prisioneros en Auschwitz permaneció oculto en Argentina y Brasil hasta su muerte en 1979(13). Durante los juicios de Núremberg no se le mencionó como genocida.
Otro conocido médico nazi, fue Karl Brandt, fanático ferviente de Hitler, y ejecutor principal de la Aktion T4, conocida como la solución final, y responsable del asesinato selectivo de enfermos mentales en Alemania.(3, 4)
También tenemos a Horst Schumann, quien dirigió un centro de exterminio en el castillo de Sonnenstein, localizado en un cercano a Dresden, en la Zona de Pirna (Alemania), inició como centro de Salud mental en 1811 y hasta 1939, cuando cerró sus puertas para ser reabierto como Centro de Eutanasia, en 1940 (5). Tuvo como ayudantes a otros cuatro médicos con edades entre 27 y 34 años y sin especialidad psiquiátrica que fueron Klaus Endruweit, Kurt Borm, Kurt Schmalenbach y Ewald Worthmann, quienes desarrollaron sus funestas actividades en diferentes etapas durante el funcionamiento del castillo (6).
Si de fría crueldad se trata, Erwin Ding Schuler, cirujano de Buchenwald tiene una importante posición; experimentó en unos mil prisioneros, mucho de los cuales murieron en estas pruebas, utilizando sustancias y agentes infectantes de cólera, fiebre amarilla y rubeola. Fue detenido por la fuerzas aliadas y se suicidó el 11-08-1.945(7). También experimentó con balas envenenadas con acónito de nitrilo.
Es Claus Shilling, especialista en Medicina Tropical, quien experimentó con los prisioneros del campo de Dachau, usando un gran número de sustancias sintéticas para la malaria. También realizó pruebas con armas biológicas con prisioneros a los cuales se les exponía a la malaria, tifus y otras enfermedades. Con los mismos se ensayaron igualmente diversos antídotos y medicamentos para contrarrestar sus efectos (5,8).
Lo trascendental de la guerra, es cómo se lleva a cabo en forma simultánea en diferentes territorios la ejecución de actos atroces contra la población civil. Mencionemos a Edmund König quien realizó, también en Auschwitz-Birkenau, experimentos con electricidad sobre prisioneros judíos para establecer el efecto de la energía eléctrica sobre los cerebros. Las víctimas eran en su mayoría mujeres jóvenes judías. También, bajo su autorización, se ensayaron técnicas de recuperación de heridas de combate. Para ello se provocaban en los prisioneros heridas de combate y se les aplicaban diferentes técnicas médicas para lograr mecanismos exitosos de cirugía y/o recuperación (6).
El 19 de agosto de 1947, los médicos capturados por las fuerzas aliadas fueron llevados a juicio en el proceso de Estados Unidos contra Karl Brandt, que es comúnmente conocido como el Juicio de los doctores, uno de los 12 conocidos como “Los Juicios de Nuremberg” llevados a cabo bajo la acusación de Crímenes de Guerra y contra la Humanidad, en el que, de 23 acusados, 20 eran médicos (2). Todos fueron imputados por planear y ejecutar experimentos médicos sin el consentimiento de los afectados, tanto en pacientes de hospitales como en prisioneros de los campos de concentración, durante los cuales se cometieron asesinatos, torturas, y otros actos inhumanos. También lo fueron de planear y llevar a cabo el asesinato masivo de gente estigmatizada como anciana, débil, insana, enfermos incurables, etc., mediante el envenenamiento con gases, inyecciones letales, desnutrición y otros medios, en ancianatos, asilos, hospitales y otras instituciones de salud, durante el Programa de Eutanasia, conocido como La Aktion T4 creado y ejecutado bajo la responsabilidad principal de médicos durante el régimen nazi , cuyo único objetivo era el de eliminar a personas señaladas como enfermos incurables, niños con taras hereditarias o adultos improductivos. Se estima que fueron asesinadas sistemáticamente entre 200.000 y 275.000 personas en este programa. El nombre T4 viene de los cuarteles generales de la organización que ejecutaba estos planes, que estaban situados en Berlín, en la Tiergartenstraße 4 (calle del Jardín Zoológico, número 4). Finalmente, se les inculpó de participar y colaborar en el asesinato masivo y exterminio de la gente internada en los campos de concentración (3). Los acusados alegaron que no existía una ley internacional concerniente a la experimentación médica.
Esto es apenas una minúscula muestra de lo sucedido en Europa en manos de galenos, durante la Segunda Guerra Mundial, pero sin embargo, muy representativa de cómo los ideales políticos pueden adoctrinar de manera tan contundente la mente del colectivo, apoderándose incluso de la de aquellos juramentados para trabajar en pro de la salud y bienestar de los pacientes.
Entre 1937 y 1945 se lleva a cabo la Segunda Guerra sino-japonesa, cuando el ejército japonés inició la invasión del norte y el este de China. La invasión concluyó con la rendición de Japón en 1945 (9). Durante este controversial momento histórico, existió un personaje relevante para este capítulo; se trata del Dr. Ishii Shiro, quien fue un microbiólogo japonés y el Teniente General al mando del Escuadrón 731 del Ejército Imperial Japonés, culpable de efectuar experimentos con humanos y de crímenes de guerra.
Estudió medicina en la Universidad Imperial de Kyoto y se destacó en sus estudios por lo cual en 1922 fue asignado al Hospital del Primer Ejército y Escuela Médica Militar de Tokio. El trabajo que hizo allí impresionó a tal grado a sus superiores, que dos años más tarde obtuvo una beca para un posgrado en la Universidad Imperial de Kyoto. Posteriormente en el año de 1928, Realizó un viaje de dos años a Occidente, y durante este tiempo se dedicó a extensivas investigaciones sobre los efectos de la guerra biológica y la guerra química desarrollados desde la Primera Guerra Mundial (10,11).
En 1932 empezó sus experimentos preliminares sobre guerra biológica como un proyecto secreto para el Ejército Imperial Japonés en la Fortaleza Zhongma. En 1936 se formó el Escuadrón 731. El 9 de febrero de 1939, Ishii dio una conferencia sobre guerra biológica en el Gran Salón de Conferencias del Ministerio de Guerra en Tokio. Y es a partir de 1940, que Ishii es nombrado Jefe de la Sección de Guerra Biológica del Ejército de Kwantung, manteniendo el puesto simultáneamente con el del Departamento Bacteriológico de la Academia Médica del Ejército (10).
En 1942, Ishii inició el ataque aéreo con armas biológicas sobre la población china, tanto sobre prisioneros de guerra chinos como operativamente en combate y contra civiles en ciudades chinas, que incluían peste bubónica, cólera, carbunco y otras enfermedades. Esta unidad también llevó a cabo experimentos con seres humanos, como vivisecciones, abortos forzados, accidentes cerebrovasculares y ataques cardiacos simulados, congelamiento e hipotermia. (11)
En 1945, las tropas japonesas demolieron con explosivos los cuarteles del Escuadrón 731 para destruir las evidencias y finalmente es arrestado por las autoridades estadounidenses al final de la Segunda Guerra Mundial. Es de notar la habilidad e inteligencia del Dr. Shiro, que en 1946 logra negociar y se le otorga inmunidad por todos los crímenes de guerra ante el Tribunal de Tokio a cambio de todos los datos sobre guerra biológica basados en experimentos en seres humanos (10). Ishii cambió sus conocimientos no sólo por su indulto y el de sus hombres; también porque fuera borrado por completo su historial y pudiera llevar una vida normal. Shiro Ishii tras su estancia en Estados Unidos volvió al Japón recibiendo los máximos honores (12). Ishii nunca fue procesado por crimen de guerra alguno (10). Vivió y ejerció impunemente hasta que en 1967 muere por cáncer de garganta.
Pero Latinoamérica no se escapa de haber escrito su propio capítulo en esta historia. Sí, se trata de médicos que dirigieron actividades cruentas en contra de la humanidad; no podemos obviar a personajes como Darwin Arriagada, Camilo Azar Saba, Guillermo Aranda, Alejandro BabaichSchmith, Gregorio Burgos, Alejandro Jorge Forero Alvarez, entre muchos otros. Todos médicos de diferentes especialidades, destacados por su funesta praxis durante uno de los episodios más turbios vividos en Chile, como lo fue la bien conocida dictadura de Augusto Pinochet, ejercida entre 1973 y 1990. Durante este período, el número de víctimas oficiales entre ejecutados, desaparecidos y torturados durante los 17 años del gobierno de Pinochet quedó establecido en 40.280 personas (13).
Como en toda dictadura, se consolidan estados perennes sin garantías de ningún tipo, donde la tortura y los actos impunes están a la orden del día, a continuación mencionaremos, algunos médicos destacados por ser cómplices o ejecutores principales de acciones muy opuestas a nuestro bien estructurado Juramento Hipocrático.
Iniciemos citando a Darwin Arriagada, médico, dirigente del Colegio Médico de Chile en 1973, Fue nombrado por la Junta Militar como Director General de Salud. Participó en el plan de administrar drogas en los alimentos para asesinar a presos políticos. Entregó a numerosos médicos de izquierda, 30 de los cuales fueron asesinados. Aparentemente, realiza su ejercicio médico en Santa María 217, oficina 34, comuna de Independencia (13) Destacándose como médico de la Central Nacional de Información, el cual era un organismo de inteligencia durante el régimen militar de Augusto Pinochet, Camilo Azar Saba, fue suspendido por seis meses del Colegio Médico por su participación en torturas aplicadas a prisioneros en cuarteles de la CNI.
Al igual que él, Guillermo Aranda, quien era Médico de Punta Arenas, Cardiólogo, aplicó sus conocimientos para la tortura de presos en esta ciudad. Alejandro BabaichSchmith, era Director del Hospital “Cirujano Guzmán” de Punta Arenas y se conoció también como asesor en torturas contra prisioneros políticos (13, 14).
La Dirección de Inteligencia Nacional, era la policía secreta del régimen, responsable de numerosos casos de infiltración política, y violaciones a los derechos humanos entre los que se cuentan asesinatos, secuestro y tortura de personas. Lo notorio de todo esto, es que existió un gran número de médicos, que aportaron sus conocimientos a los miembros de esta organización para infligir daño. Tal es el caso de Gregorio Burgos, médico del Regimiento de Los Angeles: Asesoró a agentes de la DINA en buscar formas de tortura sin que el detenido perdiera el sentido (14). En la capital de la Provincia de Iquique, el pediatra Werner Gálvez, Coronel de Sanidad, se dice que administraba inyecciones intravenosas de pentotal sódico, alterno con solución fisiológica durante los interrogatorios a los prisioneros políticos. Mientras, en Valdivia, el traumatólogo Fernando Jara de la Maza participó directamente en la aplicación de métodos de tortura (15, 17).
La DINA, Dirección de Inteligencia Nacional, fue el ente ejecutor de la política de exterminio decretado por la Junta Militar, pero particularmente por su autoridad principal, el General Augusto Pinochet (17). Estuvo al servicio de su proyecto político y económico, hasta llegar a consolidarlo como dictador. La DINA se dedicó, entre otras cosas, a eliminar a personas peligrosas para el régimen de Pinochet, utilizando también a los médicos para el desarrollo de estas acciones. Diecisiete años después de recuperada la democracia, el juez Alejandro Madrid, ordenó el encarcelamiento de cuatro médicos por la utilización del mortal gas sarín para eliminar a los adversarios del régimen.
Los doctores Pedro Samuel Valdivia Soto, Osvaldo Leyton, Horacio Taricco Lavín y Vittorio Orvieto Teplinsky fueron procesados como miembros de la asociación ilícita responsable de la falsificación de una ficha clínica y del asesinato del cabo Manuel Leyton Robles, perpetrado el 29 de marzo de 1977 (15, 16). Esto demuestra con claridad, cómo ideales políticos tergiversan la mente de un colectivo, donde incluso, el emblemático Médico es capaz de desviar su centro y hacer uso de todo su conocimiento para ser puesto en práctica con fines erróneos. El número de casos citados es sólo una muestra de una totalidad de galenos implicados en actos atroces durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.
Es el distrito de Whitechapel, un barrio de clase baja en el Municipio londinense de Tower Hamlets en 1888(18), donde se desarrolla la aparición de uno de los asesinos en serie más famosos de la historia y de data más antigua; conocido popularmente como Jack el Destripador, quien cometió varios crímenes y jamás fue identificado.(18) Siete mujeres fueron asesinadas, y no es más que la crueldad de sus muertes lo que sacudió la comunidad londinense y dio lugar a la leyenda de Jack el Destripador. Durante más de un siglo, la identidad de este asesino ha sido considerada como uno de los enigmas más famosos de la historia, dando lugar a varias teorías que orientan hacia posibles autores de los crímenes, y entre ellos figura la idea de que el implicado, pudiera ser médico, basados en el hecho de que pudiera manejar conocimientos de anatomía y cirugía (18) Se dio a la tarea de tomar como víctimas a jóvenes mujeres prostitutas y desarrollar un modus operandi distintivo que consistió en una sistemática forma de asesinar, iniciando con estrangulación, degollamiento y posterior mutilación de órganos intraabdominales, lo cual dejaba en evidencia la frialdad, la astucia e inteligencia con la cual contaba (18).
Entre otros, figura el nombre de Thomas Neill Cream, un escocés nacido en mayo de 1850, quien fue el primer asesino en serie llevado a la horca en Gran Bretaña en 1892. Se traslada con su familia a Canadá a los 4 años, inscribiéndose luego en la Universidad de MacGill, donde obtiene su título de médico en 1876. Entre los años de 1876 – 1878, vuelve a Inglaterra, donde realiza estudios de postgrado, y retorna a Canadá e inicia la práctica de abortos, lo cual lo conlleva a problemas legales. Fue implicado en varias muertes por abortos fallidos, pero siempre, bien sea por la astucia que lo caracterizaba o falta de pruebas contundentes, lograba salir en libertad. Sin embargo, no es hasta 1881, cuando estando en Norteamérica obtuvo su primera condena por el asesinato de un hombre llamado Mr. Daniel Scout, esposo de una de sus amantes, y fue condenado a cadena perpetua, pero años después se benefició de un indulto, saliendo en libertad en Junio de 1891. En octubre de ese año decide volver a Inglaterra, y se establece en la ciudad de Liverpool, donde solo dos semana más tarde inicia su actividad delictiva, esta vez, la metodología consistía en el envenenamiento de jóvenes mujeres prostitutas a través de cápsulas de estricnina, que no es más que un pesticida (19, 20).
Es importante remarcar, que en la compleja personalidad de este personaje, resalta que además de encontrar satisfacción en la ejecución de estos homicidios, Thomas Neill Cream tenía predilecta fascinación por enviar cartas a terceros en plan de extorsión, con el firme objetivo de inculpar a otros de sus homicidios y obtener dinero a cambio de su silencio (19) En abril de 1892 llevó a cabo su último crimen, cometiendo doble homicidio contra dos jóvenes prostitutas quienes fueron envenenadas, con el importante detalle de que al huir, fue visto por la arrendadora del lugar donde vivían las víctimas y logró dar una específica descripción del médico, lo cual permitió su captura apenas escasos días después. Fue condenado a la horca, y al momento de su ejecución gritó: “Yo soy Jack…”, frase que no logra concluir por acción de la soga (19) A pesar de autoinculparse como Jack el destripador, surge la duda tangible de que en realidad no lo haya sido, ya que para el año en el cual se llevaron a cabo en Whitechapel los asesinatos, este se encontraba recluido en una cárcel en Canadá; sin embargo seguirá existiendo la teoría nunca corroborada de que Jack El Destripador era médico. Si bien es cierto que la psicopatología de éstos es muy distinta a los asesinos por ideas políticas, éstos también equivocaron el camino, o escogieron la profesión para tener acceso a un coto de caza.
Uno de los casos, que quizás pueda causar gran impacto dentro de esta clasificación es el del Dr. Harold Shipman, basándonos en aspectos como su larga trayectoria delictiva, que supera los 27 años; su prontuario criminal que confirma 218 víctimas y que fácilmente pudiera ascender a 260 aproximadamente, su desmedida traición a los pacientes y su absoluta falta de arrepentimiento (21,22). Varios componentes dignos de análisis. Los psiquiatras que lo examinaron llegaron a la conclusión de que nunca hablaría de sus crímenes porque era incapaz de reconocerse a sí mismo su culpabilidad. Era un hombre de pocos amigos que podía volverse agresivo, pero la mayoría de sus pacientes lo adoraban. Lo describían como una persona muy amable, sobre todo con los ancianos, ante los que se mostraba como un amigo verdadero a la par que médico. Sus víctimas eran pacientes con dolencias leves que le desagradaban, enfermos crónicos y enfermos terminales. (22,23) La mayoría de los compañeros de trabajo lo consideraban como un médico en el que se podía confiar, adorable, entregado al cuidado de los pacientes, siempre disponible, trabajador y competente; pero para algunos colegas era también un poco extraño, siniestro y arrogante (sobre todo con los superiores) (23) Pero conociendo un poco su historia, Harold Shipman nació en Nottingham el 14 de Enero de 1946, a los 17 años, muere su madre de 43 años, por cáncer de pulmón. En 1965 inicia sus estudios de Medicina en la Universidad de Leeds, y contrae nupcias con su novia embarazada Pimrose Oxtuby en su primer año de facultad. En 1970 obtiene su título de Licenciado en Medicina y Cirugía e inicia su práctica como médico residente en Pontefract General Infirmary de West Yorkshire. En 1971 rota por los diferentes servicios, incluyendo medicina interna, cirugía, ginecología y obstetricia, y es allí cuando inicia sus asesinatos. En 1974 lo multan por recetar morfina a nombre de pacientes y utilizar la droga para consumo propio. Luego trabaja como médico familiar titular de varias clínicas y finalmente en 1992 abre su propia consulta en Hyde, atendiendo a unos 3000 pacientes. En 1998, la policía británica lo arresta como sospechoso del asesinato de Kathleen Grundy. En el 2000 es condenado a cadena perpetua por asesinar a 15 de sus pacientes: 171 mujeres y 44 hombres entre 41 y 93 años, a los cuales inyectó morfina. El 13 de enero de 2004 Shipman aparece ahorcado en su celda a los 57 años. (23)
Es sorprendente saber que la medicina ha proporcionado más asesinos en serie que el resto de las profesiones juntas. Uno de los casos más famosos de presunto Doctor Muerte que es declarado inocente fue el juicio del británico John Bodkin Adams en 1957 (24). Acusado de haber matado a un paciente para beneficiarse del testamento, Bodkin declaró en el juicio que todo el mundo tiene que morir alguna vez, por lo que deberíamos hacer lo que podamos para "facilitar el paso" (25). Esto se considera una muestra representativa de la marcada frialdad emocional que caracteriza el perfil de estos asesinos. Se considera que el Dr. Bodkin tuvo un gran golpe de suerte, ya que a pesar de estar presuntamente implicado en el asesinato de un gran número de ancianas adineradas y aparecer posterior a sus muertes como beneficiario de los testamentos de no menos de 132 de ellas, fue declarado Inocente (26).
Otro de los más famosos y repugnantes doctores asesinos, es el francés Marcel Petiot que fue ejecutado en 1946 por 24 asesinatos. Petiot llegó a confesarse autor de 63 muertes. (27) El médico francés construyó unas fosas en su casa parisina para marinar a las víctimas en cal viva. Después quemaba los restos en la estufa. En 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, se le incendió la chimenea y, cuando regresó a la casa, se encontró con la policía y los bomberos. Le preguntaron si aquellos cadáveres eran suyos y él dijo que sí, pero que se tenía que ir porque debía avisar a la Resistencia que acababan de descubrir el Cuartel General. Cuando se dieron cuenta de que las muertes no tenían nada que ver con la Resistencia empezaron a buscarle y le detuvieron un año después (27,28) Petiot atraía a judíos ricos a su casa ofreciéndoles ayuda para huir de Francia. Una vez allí, los mataba con inyecciones letales, suministradas con el pretexto de cumplir los requisitos sanitarios para entrar en otro país. Petiot se quedaba con el dinero y los objetos de valor que los judíos intentaban llevarse en su viaje (28) Todos cumplen a cabalidad con el patológico perfil del asesino en serie y sería interminable llegar a nombrar el número nada despreciable de médicos conocidos a lo largo del tiempo como homicidas seriales. Sin embargo, citamos diferentes nombres y es de relevante importancia hacer énfasis en que todos poseían un elevado intelecto que les permitió ejecutar sus planes y durante mucho tiempo evadir la justicia, además cada caso se desarrolló en momentos históricos muy diferentes pero sin perder los comunes denominadores.
Un buen inicio para este capítulo sería definir eutanasia; aunque ni siquiera al hacerlo dejaríamos a un lado la controversia y la polémica que rodea al término; pero lograr unir palabras como asesino y eutanasia dependería sólo del contexto al cuál lo lleve el lector, porque si bien es cierto que según la Organización Mundial de la Salud, Eutanasia es la acción médica que provoca deliberadamente la muerte del paciente, es debate continuo el determinar si esta acción médica puede conllevar de la mano un “beneficio” al otorgar el buen morir o simplemente estamos en el contexto de un homicidio (29,30) A continuación citemos el nombre emblemático de esta clasificación, y no es otro sino: Jack Kevorkian, polémico defensor de la eutanasia, quien desde temprano mostró su afinidad con este tema y estableció contundentemente su posición a favor del suicidio asistido. Durante su carrera diseñó y confeccionó minuciosamente dos máquinas denominadas: Thanatron y Mercitron, ambas con la finalidad de proveer eutanasia (31).
Nació en Michigan en 1928, obteniendo su título de médico en la Universidad de Michigan en 1952. Ya para 1980 publica artículos acerca de la eutanasia que evidencian su clara posición a favor de la misma, y es en 1987 cuando se da a conocer en Detroit a través de la prensa como médico para la orientación a la muerte (34), lo cual le costó su licencia para ejercer en 1991 en Michigan. Desde el año 1990 a 1998 asistió aproximadamente la muerte de 130 pacientes diagnosticado terminales, utilizando el Thanatron en un inicio, pero en vista de requerir barbitúricos para su uso y la imposibilidad de adquirirlo, es cuando diseña el Mercitron, que consistía en una máscara a través de la cual el paciente inhalaba monóxido de carbono (31,33) En 1998, es publicada una videocinta del Dr. Kevorkian asistiendo un suicidio y retando a las autoridades a encarcelarlo. Por ello, terminó siendo condenado a 25 años de cárcel por homicidio en segundo grado.
En el año 2007, se le otorga libertad condicional por su condición de salud y su buena conducta (32,33) Este personaje denota gran seguridad. Muestra fehaciente de ello, es que él decide asumir su defensa ante la corte, donde mantuvo clara y contundente su posición a favor del suicidio asistido, aseverando siempre que su intención jamás fue “matar pacientes”, sino “evitar el sufrimiento” (31)
Hemos dado una breve revisión de diferentes momentos en la historia y en una variabilidad de circunstancias, donde se ha puesto en evidencia que el emblemático Médico del que hablamos en nuestra introducción, no siempre se ha destacado por llevar a cabo acciones cónsonas con los lineamientos que juramos cumplir el día que se inicia nuestro ejercicio profesional. Por el contrario, nos hemos paseado por un sinfín de nombres, que han puesto en evidencia que no somos más que seres humanos, capaces de errar de manera contundente y llevar a cabo actos lamentables. El resultado en todos los casos siempre fue el mismo, se hizo uso de los conocimientos adquiridos para trabajar en pro a la vida para hacer daño. A pesar de que los mecanismos desencadenantes pudieron ser diferentes, se demostró que la vulnerabilidad de la mente siempre es susceptible a cambios, incluso a conllevar a aquellos formados para preservar el bienestar y la salud, a cometer actos atroces y de fría crueldad, para convertirlos en Médicos que desviaron el camino.