Profesor de Historia de la Medicina, Universidad del Zulia. Maracaibo
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Recibido Octubre 12, 2014
La segunda mitad del siglo XIX constituyó la edad de oro de la intelectualidad zuliana. Unos interpretan esta intensa actividad intelectual de este siglo como vía de evasión de la realidad social y urbana de Maracaibo, otros señalan que la profusión de hombres renacentistas fue el resultado de la elevada formación académica gestada en el Colegio Nacional de Maracaibo y, seguidamente, en la Universidad del Zulia, la cual respondía tanto al esquema laico y republicano – autonomista como a la concepción utilitarista de aquel entonces. Éste fue el cimiento de la generación de polímatas que autografió el horizonte político, económico, social y cultural de Maracaibo en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, tornándose la ciudad en centro de la actividad ilustrada del Zulia. Muchos médicos zulianos de las épocas mencionadas, no conformándose con circunscribirse a su profesión, procuraron por vocación el cultivo de la polimatía, expresada en los saberes de la Historia, la Política, el Derecho, la Literatura, la Filosofía, la Comunicación Social, la Música y la Pintura; y, aún en la actualidad, subsisten en el estado Zulia un conglomerado de galenos que aseguran la continuidad de esta simbiosis entre la Medicina y la intelectualidad.
Palabras clave: Medicina. Intelectualidad. Zulia. Simbiosis. Polimatía.
The second half of the nineteenth century was the golden age of the Zulia intelligentsia. Some interpret this intense intellectual activity of this century as a means of circumventing social and urban reality of Maracaibo, others point to the profusion of Renaissance men was the result of high academic training gestated in the National College of Maracaibo and then in University of Zulia, which responded to both secular and republican scheme - autonomy as the utilitarian conception of the time. This was the foundation for the generation of polymaths who autographed the political, economic, social and cultural horizon of Maracaibo in the second half of the nineteenth century and early twentieth century, the city becoming a center of enlightened activity of Zulia. Many times doctors zulianos mentioned not limited to complying with their profession, vocation attempted cultivation polymathy expressed in the knowledge of History, Politics, Law, Literature, Philosophy, Social Communication, the music and Painting; and, even today, remain in Zulia state a conglomerate of doctors to ensure the continuity of this symbiosis between medicine and the intelligentsia.
Key words: Medicine. Intelligentsia. Zulia. Symbiosis. Polymathy.
En el siglo XIX, Maracaibo era una ciudad con rasgos económicos, societarios y políticos expresamente particulares, y respecto a sus rasgos societarios, tenemos a una Maracaibo que por su característica de ciudad – puerto, y la intensa actividad comercial que dicha condición conlleva, torna a los pobladores susceptibles ante las influencias externas. Esto hizo que los maracaiberos adoptaran una actitud apática ante la situación urbana de deficiencia de servicios y desatención por parte de las autoridades estatales, ya que sus necesidades de subsistencia y bienestar eran resueltas mediante el movimiento portuario donde convergían los comerciantes, industriales, marinos, domésticas y demás (1).
Los comerciantes europeos y norteamericanos, quienes ya hacían vida en Maracaibo desde el comienzo de la época republicana, se valen de su control sobre el mercado para introducir sus elementos culturales como instrumento de modernización e intentan formar ciudadanos de corte universal, lo cual engranaba dentro del proyecto de consolidación del Estado Nacional, idea claramente positivista y liberal que tomó auge y fuerza en la segunda mitad del siglo XIX. Dicho afán de modernización era sustentado por los intelectuales y profesionales del momento, quienes abogaban también por una mejora de las condiciones ambientales y de infraestructura de una ciudad que no se desvinculaba de su pasado (1).
Sin embargo, y más adelante, la dirigencia maracaibera, profundamente vinculada al pensamiento liberal, positivista y masónico, se empeñó por transformar el escenario ambiental y urbano de Maracaibo, dotándolo de una confortabilidad que pasaba por la renovación de la estructura arquitectónica, la consolidación de los servicios públicos y el fomento de iniciativas económicas, culturales y recreacionales. Naturalmente, en todo esto ejerció influencia el esquema europeo, en especial el francés (1).
Ante aquella realidad, inicialmente adversa y posteriormente atenuada mediante el auspicio del progreso moral y material ejecutado por la dirigencia maracaibera y alentado por la elite intelectual, se presenta esta última como la expresión de un estereotipo diferenciado y distinguible del ciudadano maracaibero decimonónico: el intelectual integral que es, en la mayoría de los casos, y al mismo tiempo, jurista, científico, político, letrado, políglota y servidor público, y como características humanas ejerce la filantropía, el talento, el don de gentes, el valor, la constancia y el librepensamiento. A esto se podría añadir la filiación masónica, lo cual no era atípico en la fisonomía del intelectual zuliano decimonónico (1,2).
Los profesionales de la Medicina Zuliana se han caracterizado, no solamente por su vasta instrucción y sus aportes al progreso científico en el Zulia y en Venezuela, sino también por detentar mayoritariamente una erudición ejemplar y holística que les ha permitido destacar en diversas ramas del saber, distintas, aunque no lejanas, a la ciencia de Vargas y Esteva Parra. Al respecto, el Dr. Germán Cardozo Galué comenta:
(…) los biógrafos revelan y ensalzan para esa época el estereotipo del intelectual en quien convergen simultáneamente el hombre de letras cultor de la forma, el pensador, el científico, el político y el servidor público. Las cualidades naturales de la filantropía, el talento, la constancia, el valor y el don de gentes se conjugan y confunden con las virtudes cristianas de la fe, austeridad y recta conducta.
Sea médico, jurisconsulto o sacerdote, como un halo brilla sobre sus personalidades el humanista, formado al calor del estudio febril de las lenguas clásicas, el castellano, la filosofía. De allí que todos también sean poetas, oradores y escritores; componer, redactar e imprimir constituye una actividad tan vinculada a su cotidianidad como la atención a los pacientes, el asesoramiento legal, la actividad docente o las funciones administrativas en un despacho gubernamental(3).
Es así como la segundad mitad del siglo XIX constituye la edad de oro de la intelectualidad zuliana. No sin razón. Aunque hay quienes interpretan esta intensa actividad intelectual de este siglo como una vía de evasión de la realidad social y urbana de Maracaibo, expresada fundamentalmente en el cultivo de las letras, otros señalan que la profusión de hombres renacentistas fue el resultado de la elevada formación académica gestada en las aulas del Colegio Nacional de Maracaibo, la cual no consistía en el clásico esquema educativo de los siglos anteriores, sino que respondía, por una parte, al esquema laico y republicano – autonomista inserto en el proyecto político de los masones venezolanos pensadores de aquel entonces; y, por otra parte, a la concepción utilitarista, según la cual la utilidad de toda creencia o institución debía ser probada, teniendo como resultado el bienestar de sus integrantes. La Dra. Nevi Ortín de Medina opina asertivamente sobre el particular:
El Colegio Nacional de Maracaibo (…) formó la generación de intelectuales humanistas maracaiberos que para finales del siglo XIX ocupaban diferentes roles sociales, en lo científico, político, económico, educativo y cultural. El que Maracaibo durante esos años no hubiese tenido universidad, obligó a los egresados del Colegio a emigrar a Caracas, a Mérida o al exterior para continuar y perfeccionar sus estudios, esto les permitió conocer otras realidades y nutrirse de variados y actualizados conocimientos lo que favoreció el desarrollo científico, económico y sociopolítico de Maracaibo.
La formación humanística, literaria y científica que recibieron en el Colegio a partir del estudio de las lenguas clásicas, el castellano y la filosofía, condujo a sus egresados a que además de ser médicos, sacerdotes o jurisconsultos, fueran políticos, educadores, escritores, militares, poetas y oradores, de allí la gran actividad política, económica, científica y cultural de Maracaibo a fines del siglo XIX (4).
Éste fue el cimiento de la generación de polímatas que autografió el horizonte político, económico, social y cultural de Maracaibo en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, tornándose la ciudad en centro de la actividad ilustrada del Zulia, al unísono con la hegemonía política y económica que ejercía sobre su región histórica. Los médicos no estuvieron al margen de esta oleada, y así descollaron en el tiempo decimonónico, tanto en la Medicina como en otras ciencias y artes, los nombres proceros de: Francisco Eugenio Bustamante, Manuel Dagnino, Rafael López Baralt, Marcial Hernández, Ildefonso Vázquez, Jesús Semprum, Gregorio Fidel Méndez, Manuel Bracho Barrios, Alcibíades Flores, Guillermo Quintero Luzardo, Candelario Oquendo, Octavio Meléndez, Antonio María Delgado, Juan Crisóstomo Tinoco, Simón Montiel Pulgar, Juan Bautista Jiménez, Adolfo D’ Empaire, Santiago Rodríguez, Antonio Acosta Medina y Juan Evangelista Fernández (3,5-8)
No obstante, y pese a la momentánea clausura de nuestra casa de estudios superiores, la pujante actividad comercial, la incipiente era del petróleo y las tiranías de Castro y Gómez, la estirpe intelectual siguió creciendo a lo largo del siglo XX, especialmente tras la reapertura de la Universidad del Zulia, y en el ámbito médico tuvo como dignos representantes a: Manuel Noriega Trigo, Nerio Belloso Hernández, José Rafael Fortique, Humberto Gutiérrez, Claudio Bozo, Gabriel Briceño Romero, Américo Negrette, Humberto Fernández – Morán, José Hernández D’ Empaire, Ángel Emiro Govea, Luis Guillermo Hernández, Romer Arapé García, Héctor Rodríguez Boscán, Fernando Bermúdez Arias, Adolfo Pons, Nora Bustamante, Ciro Añez Molina, Orlando Arrieta, Heberto Santana Márquez, Alirio Molina y Enrique Parra Bernal (3,5-9)
En este apartado no puede pasarse por alto la relevante presencia de los médicos e intelectuales zulianos en las corporaciones académicas regionales, nacionales e internacionales, especializadas en la Historia. Partiendo de su raíz genésica, el Centro Histórico del estado Zulia, encontraremos que 15 médicos han sido individuos de número de la Academia de Historia del estado Zulia: José Hernández D’ Empaire, Héctor Rodríguez Boscán, Manuel Noriega Trigo, Claudio Bozo, Adolfo Pons, Nerio Belloso Hernández, Ángel Emiro Govea, Julio Árraga Zuleta, Roberto Jiménez Maggiolo, José Rafael Fortique, Humberto Gutiérrez, Guillermo Ferrer, Luis Guillermo Hernández, Orlando Arrieta y Ernesto García Mac Gregor (9-10).
Igualmente, es menester hacer referencia al Centro Zuliano de Historia de la Medicina, institución filial de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina que aglutinó en su seno a los investigadores de la historia de la Medicina en el Zulia. Instalado el 15 de junio de 1984, durante su trayectoria tuvo como integrantes, entre otros, a los Dres. Fernando Bermúdez Arias, Humberto Gutiérrez, Orlando Arrieta, Eliéxer Urdaneta Carruyo, Luis Guillermo Hernández, Roberto Jimenez Maggiolo, Rafael Molina Vílchez, y Ernesto García Mac Gregor. Todos ellos conspicuos médicos e historiadores. Cabe mencionar que, aunque entró en inactividad años atrás, el Centro Zuliano de Historia de la Medicina se encuentra en fase de reactivación (9).
Siguiendo el orden de ideas, en el ámbito nacional se encuentran tres médicos zulianos que integraron la Academia Nacional de la Historia: Rafael López Baralt, Juan Crisóstomo Tinoco y José Rafael Fortique; el primero, individuo de número, y los dos últimos, miembros correspondientes. Por otra parte, en la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina formaron filas en el pasado 10 médicos zulianos: Santiago Rodríguez (uno de sus fundadores), Manuel Noriega Trigo, José Rafael Fortique, Gabriel Briceño Romero, Nerio Belloso Hernández, José Hernández D’ Empaire, Nora Bustamante, Eliéxer Urdaneta Carruyo, Orlando Arrieta y Fernando Bermúdez Arias. Ya en el espectro mundial, se contaron dos médicos zulianos como integrantes de la Academia Panamericana de Historia de la Medicina: Manuel Noriega Trigo, uno de sus miembros fundadores, y Nerio Belloso Hernández (9)
En 160 años de historia médica regional, el estado Zulia acunó a una pléyade de galenos insignes, y muchos de ellos, cuando no todos, no se conformaron con circunscribirse al contorno de su profesión, sino que procuraron por vocación el cultivo de la polimatía, expresada en los saberes de la Historia, la Política, el Derecho, la Literatura, la Filosofía, la Comunicación Social, la Música y la Pintura. A decir del Prof. Tito Balza Santaella: “Esta diversidad académica no implica inseguridad vocacional, sino búsqueda y sed de cultura y conocimientos” (11). Se trata de la vitalización de la célebre sentencia del médico, polígrafo, músico, pintor y catedrático universitario español, José de Letamendi y Manjarrés: “El que sólo de Medicina sabe, ni de Medicina sabe” (11)
Felizmente, que el Zulia aún cuenta en nuestros días con la presencia proactiva de insignes patricios, tales como: Guillermo Ferrer, Roberto Jiménez Maggiolo, Rafael Molina Vílchez, Eliéxer Urdaneta Carruyo, Alvia Gaskin de Urdaneta, Jorge García Tamayo, Ernesto García Mac Gregor, Ney Alliey, Legio Joaquínez, Ney Max Alliey, José Esparza Bracho, José Antonio Santeliz (estos dos miembros de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina), Yaneth Borregales y Fernando Guzmán Toro (9). Ellos continúan enalteciendo la diáfana simbiosis entre Medicina e intelectualidad.