«La razón humana tiene el peculiar destino de cargar con cuestiones que no puede repudiar (...), pero que tampoco puede responder».
Kant, Crítica de la Razón pura.
El tiempo transcurre y se repite la historia. Concepto polisémico que ha premiado y castigado, aceptado y discriminado a unos y otros. Término dicotómico asociado con la enfermedad. En su nombre dioses y demonios han causado desastres en la historia; se comprendió que era exógena y endógena al ser vivo; se le interpretó como un comportamiento normal, un estado de aceptabilidad; se le dio categorías adjetivas (física, mental y social); se le ha planteado como estabilidad homeostática biopsicoecosocial; se flexibiliza su condición de normalidad a estadios intermedios que permiten el afrontamiento social de personas con deficiencias, discapacidades y minusvalías. Se define como bien-estar (calidad de vida) desatendiendo al bien-ser y al bien-hacer ser humano. En definitiva, un misterioso estado biopsicoecosocial aún en construcción e inconcluso, necesario en la sociedad y objeto de las ciencias de la vida.
Palabras clave: Salud. Enfermedad. Normalidad. Aceptabilidad. Homeostasis biopsicoecosocial.
It is a polysemy approach on the time that has rewarded and punished, accepted and discriminated against each other. Dichotomous term associated with the disease. In his name gods and demons, they have caused disasters in history. It was understood that it was exogenous and endogenous to the living. It was interpreted as normal behavior, a state of acceptability. He was given adjectival categories (physical, mental and social). It has raised him as Biopsychosocial Homeostasis stability; their condition of normalcy to intermediate stages that allow social coping of people with impairments, disabilities and handicaps is relaxed. It is defined as well-being (quality of life) disregarding the well-being and the well-to-do man. Definitively, it is a mysterious biopsychosocial still under construction and unfinished state, necessary in society and purpose of life sciences.
Keys words Disease; Normal; Acceptability; Biopsychosocial Homeostasis.
El presente artículo versa sobre la salud, un término polisémico que siento continua siendo una “sinfonía inconclusa” (Unvollendete) que requiere ser conceptualizada en la sociedad postmodernista y posthumanista del siglo XXIi. Pero ante la brevedad del artículo, se restringe al concepto de salud humana, personal y vinculada con la Medicina, más cuando el siglo XX, fue prolijo en concepciones sobre la salud. Partiendo de su etimología, en el Diccionario de la Lengua Española (D.L.E.), el término “salud” (lat. salus, -ūtis) significa el estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones; o, el conjunto de las condiciones físicas en que se encuentra un organismo en un momento determinado.
Los seres vivos manifiestan diversas conductas funcionales aceptadas como “normales”, en “tiempos y lugares específicos”. Las vicisitudes existenciales del cuerpo, debidas a su personeidad y personalidad,ii se inicia al ser concebidoiii, y se desarrolla en los diversos estadios del nacimiento, el metabolismo (crecimiento, nutrición y asimilación de la energía externa), la reproducción, la evolución y la capacidad de adaptación al medio, lo homeostasis, la sensibilidad (o las diversas formas de taxias) y, la autonomía motriz. Desde la ontología: ¿la salud es una idea, un pensamiento, un estado, una razón de ser, de-estar y dehacer? Desde la epistemología: ¿la salud es un hecho, una opinión, una interpretación o un juicio? ¿La salud es independiente de la enfermedad o son mutuamente-dependientes? ¿Puedo decir que tengo salud estando enfermo? ¿La salud se restringe a lo estrictamente corporal? Y, desde lo corporal: ¿la salud podría incluir factores psíquicos? Si se analiza al ser-humano como un ser biopsicoecosocial: ¿la salud podría adicionar además, los aspectos ecológicos y sociales de su(s) ecosistema(s) en que participa? Es más siendo preciosista, ¿Podría definirse de manera ideal y utópica (felicidad plena y la calidad integral de vida)? (…)
Muchas preguntas que parten de la esencia de la vida misma del hombre y que se generalizó desde la observación biológica de forma dicotómica (Del gr. διχοτομί α, dichotomía), se tiene salud o se está enfermo. Dos conceptos recurrentes que se usan tan cotidianamente y que las personas no cuestionan adecuadamente su significado. Así, el concepto de “salud”, acuñado en la Antigua Roma, nace como un concepto abstracto, un estado ideal o anhelado de la vida, el don de la divinidad dada a sus hijos en herencia (visión teocentríca y absoluta). Mientras que la concepción de “enfermedad” (del lat. infirmĭtas, -ātis) significa falta de firmeza o de estabilidad que la salud debe ofrecerle a la persona. Este términoiv, resulta ser la antítesis del primero. La clásica idea griega de “principio de toda enfermedad” y por lo tanto, de falta de salud”, venía dada desde Hipócrates, por una variedad de desequilibrios de los humores o desadaptación al medio. Luego, la enfermedad con su cortejo de sufrimientos, plantea un problema básico del hombre y su respuesta dependerá de la idea que se haga éste del mundo en que vive y de las fuerzas que los dominan. Por ello, en la Antigüedad, la salud era considerada un don divino, desde el pensamiento teocentrista o mágico-religioso. En un vuelo razante por la historia de la Medicinav, uno se encuentra en el Antiguo Oriente, que la enfermedad era considerada como una plaga causada por “espíritus maléficos” o por la enviada por “dioses irritados” ante alguna falta cultual. El “médico” para curar, oraba y practicaba exorcismos destinados a expulsar a los demonios y, se imploraba el perdón de los dioses con súplicas y sacrificios. En consecuencia, la medicina era ante todo cosa de “sacerdotes”. El espíritu observador de los griegos dará el salto para que la salud sea tratada como una ciencia positivavi, no sin dejar de mantener su relación espiritual con los dioses.
La salud evoluciona las civilizaciones egipcia y mesopotámica de la ancestral concepción mágica-religiosa a una concepción naturalistavii, basada en la higiene personal y pública. Hecho que se adopta en la Ley Mosaica del pueblo hebreo, siendo uno de los primeros códigos sanitarios de la humanidadviii. La salud establece un giro en la Antigua Grecia y Roma, extendiéndose al mundo bajo su influencia. La medicina es más científica y se apoya de conocimientos de carácter urbanístico para la salud pública, construyendo grandes acueductos y cloacas, sistemas de dotación de aguas y de manejo de las sustancias de desecho.
Estos conceptos de salud siguen innovándose y ampliándose en la Edad Media y, en el Renacimientoix. Hay todo un proceso de cambio, de fortalecimiento a la observación de la naturaleza, de centrarse en el paciente y de replantearse las posturas de los grandes maestros médicos.
En paralelo se desarrolla la concepción idealista de la salud, como un estado inalcanzable, una utopía, tanto en la medicina árabe como europea. Durante estos tiempos se desarrolla un pensamiento más antropocéntrico, propio del Proyecto de Modernidad iniciado con los monasterios y las universidades europeas.En la Modernidad, se favorece una visión pragmática y somato-fisiológica de la salud, la mera «ausencia de enfermedades biológicas», se vincula con la necesidad de explorar el cuerpo, mediante un método, examen de signos y síntomas de manera más científica, la objetividad (Medicina Clínica) y hasta normativistax. De igual manera la postura vitalista de la salud, relacionada con la plenitud de fuerza vital en la persona. Se desarrolla también la concepción psíquica y subjetiva. La salud no es sólo del cuerpo sino también de la mente, por parte de la Psiquiatría y la Psicología clínica. La medicina del siglo XIX sigue manejando la salud dentro del ars-medica y verá nacer la teoría de la evolución, expresión antropológica del positivismo científico. La realidad puede medirse, comprenderse y predecirse mediante leyes, que a su vez van siendo corroboradas por los sucesivos experimentos.
El siglo XX fue decisivo y prolífico en sus concepciones de la saludxi, entre las que se mencionan, tenían orientación: (a) Sanitarista, donde la salud se circunscribía desde un enfoque de salud pública, donde el Estado se responsabilizaba con Proyectos y Programas a partir de una Medicina más preventiva y social, que curativa; (b) Economicista, donde el recurso humano y su desarrollo era clave. Conjuntamente con el precio de la salud y el costo asistencial se circunscribían a los condicionantes de la productividad del factor humano y de la salud; (c) Económico-social, en un ejercicio multidisciplinario: las ciencias biológicas, sociales y económicas se combinan en lo que se denominó Economía de la salud, los Programas de control y vigilancia epidemiología, de salud pública y de prevención social y, (d) Político-legal, basado en los derechos fundamentales y los derechos de la seguridad social (aseguramiento, medicina del trabajo).
La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), en 1948, define la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades»xii. Más tarde, la Organización Panamericana de la Salud aportó un dato más, «la salud también tiene que ver con el medio ambiente que rodea a la persona», quedando: «La salud es un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades y en armonía con el medio ambiente».
Este concepto ante las cambiantes circunstancias hacen que se cuestione: ¿Qué sucede o cómo se-está en un “término medio” aristotélico? El estar entre ambos extremos se presenta un amplio espacio indiferente o de cruce de tolerancias o “zonas grises” en que el individuo no se siente ni enteramente sano ni enfermo todavía. Luego, la salud no es un “estar-sano” o “estar-enfermo”, ni estar-enfermo y sentirse-bien, “estar sin dolorxiii o viceversa, son dicotomías e imprecisiones. Otras que se considerarán están en función de la condición de deficienciaxiv, discapacidadxv o minusvalíaxvi de las personas y su derecho a hacer una vida “normal” y que la O.M.S. tuvo que definir.
Contrastes: entre la antropología y la ética se establece una circularidad en la que el "ser" y el "deber ser". Las consideraciones de vida y muerte, salud y enfermedad no son en esta óptica meros argumentos de especulación abstracta, sino los puntos centrales de referencia de un diseño antropológico que adquiere forma a partir del debate cultural provocado por la experiencia de la corporeidad en la medicinaxvii. La salud comienza a definirse por contrastes a la Reductio ad absurdum, expresión latina que significa literalmente “reducción al absurdo”.
Aunque este método lógico de demostración de proposiciones categóricas se encuentra limitado si uno se cuestiona ante un término dicotómico, ya que salud y enfermedad son un par complementario cuya subdivisón depende de una variación observable, que bien puede ser ambigua. ¿Cuántas veces estando enfermo, te dicen “que bien te ves”? o viceversa.
Lo normal y lo anormal: En relación lo planteado anteriormente, hay sinónimos aparentes de los conceptos «sano» y «enfermo», y las nociones de normal y anormal. También en biología y medicina hay normas. Se dividen en tres grupos.
Tales valores son, por tanto, valoresobligadosde una constitución regular, cuya modificación considerable es, consiguientemente, patológica.
El concepto de insano (morboso, patológico) define un estado o proceso que daña la salud de individuos y, por ende, pone enfermo. Las nociones de lesionado y herido significan enfermedad por una herida; mutilado designa el estado permanente que es efecto de la herida. Tampoco ese estado debe identificarse con la enfermedad. La dicotomía salud-enfermedad son nociones que se derivan de la experiencia de la vida diaria, particularmente de la vida médica. Deben, por tanto, orientarse primeramente a los fenómenos. Así, el fenómeno fundamental es el estado general del hombre: si se pone malo, pasa a ser paciente, no por tener paciencia, sino porque padece (lat.“pati”,padecer), ante el dolor que lo empuja al médico. Sin embargo, la indisposición subjetiva es un fenómeno que acompaña a muchos procesos «fisiológicos» y se presenta en casos de adaptación: en el trabajo muscular como agujetas, en la adaptación al calor como sentimiento de desgana e incapacidad para el trabajo pesado, entre otros.
El estado general, el ¿cómo «se encuentra» uno? Es ambiguo, sólo puede ser estimado como signo de enfermedad cuando es indicio de perturbaciones que en el sentido más amplio son una amenaza para la vida. Toda enfermedad significa amenaza, impedimentos y hasta muerte. Por eso una perturbación del estado general ha de tomarse tanto más en serio cuanto más fundado aparezca en el cuerpo por las mediciones (resultados) que se apartan de la norma. Los «resultados» del examen médico apoyan los diagnósticos, que han de sacarse del estado del paciente (p. ej., fatiga por falta de hemoglobina), y son por lo general suficientes, pero no siempre, para atestiguar una «enfermedad». Pueden faltar en considerables perturbaciones subjetivas (p. ej., dolores de cabeza) y pueden amenazar la vida sin perturbación subjetiva (cáncer). Toda enfermedad consta de una relación entre un huésped (sujeto), un agente (síndrome) y ambiente (factores que intervienen).
La persona se siente enferma cuando ella misma considera que ya no puede trabajar o desempeñarse en su rutina diaria y, se declara enfermo. Sin embargo, su decisión necesita la confirmación del médico, que emite «atestado». Entonces pudiera decirse que la salud es ante todo capacidad de trabajar (estudiar, hacer deporte o divertirse), tal como la juzga el individuo mismo. Lo que le aleja de su quehacer diario de manera involuntaria. La enfermedad se percibe como una amenaza futura a la capacidad de trabajo (p.ej., cáncer o arteriosclerosis). Un juicio sobre la razón con que el paciente se declara enfermo, no siempre puede darse objetivamente. Incluso las manifestaciones del médico pueden de tal forma modificar el estado del paciente que (sin motivo objetivo) éste se sienta enfermo: «enfermedad iatrógena».
El estar enfermo se complica por el hecho de que lo psíquico corre paralelo con lo corporal y a la inversa, y, por tanto, el hombre sólo puede entenderse como unidad de cuerpo y almaxviii.Esta acción recíproca se ha comprobado recientemente también por experiencias en animales; también el animal puede enfermar psicosomáticamentexix. Pero la constitución psíquica del hombre depende también fuertemente de su posición y ambiente sociales; el éxito y la esperanza le ayudan a autorrealizarse; la falta de perspectiva, la monotonía del trabajo, la soledad y el aislamiento lo deprimen, y modifican de tal forma su estado general; que él no sólo soporta peor las molestias, sino que, por la variación del sistema simpático, las recibe más fácilmente. Weizsäcker habla de fenómenos y enfermedades socio somáticas y de salud socialxx (v.). Según Mitscherlich, las neurosis y psicosis ostentan un fuerte cuño social. El hombre nace con un potencial de salud que está condicionado por su genoma y también con una capacidad de adaptación al entorno cambiante, pero los vertiginosos cambios sociales impiden que este se adapte a su entorno físico psíquico y social, produciéndose grandes desajustesxxi.
El problema de la globalización no ha sido sólo económico, sino también social, sobre todo, en las transculturizaciones de los valores de salud en otros paísesxxii. Éste, es un fenómeno que ocurre cuando un grupo social recibe y adopta formas culturales que provienen de otro grupo. La comunidad, por lo tanto, termina sustituyendo en mayor o menor medida sus propias prácticas culturales. Ratifico lo planteado por T. Schroeder-Kurth, de que cualquier intento de globalizar la medicina "occidental", debe respetar e integrar el patrón de pensamiento heredada y sistema médico de una población con el fin de beneficiar a la gente. Así, el concepto de la salud, de lo que es saludable (comidas, bebidas, rutinas de vida), tienden a homologarse, perdiéndose los referentes culturales que hicieron de esos pueblos sanos.
Mis padres me insistían el dicho: «Donde fueres, haz lo que vieres». Por educación, acomodarse a las costumbres y usos del país en el que uno se encuentra, al tiempo que aconseja no singularizarse saliendo de los modos y usos establecidos en cada lugar para evitar conflictos. Más aún, mi padre me insistía en: «comer o beber el zumo de las frutas de la región donde iba». Pero la experiencia indica que El consumo de frutas y verduras locales, favorecía antes de la globalización, a la alimentación saludable y la adecuada proporción de nutrientes que puedan asegurar una mejor calidad de vida de las poblaciones de dicha región.
Autonomía y enfermedad: la salud es garantía de la libertad, toda enfermedad es pérdida de ella, es decir, una pérdida de posibilidades. El enfermo no es libre, porque la enfermedad le impone merma de prestación o trabajo, convalecencia o (en enfermedades psicosomáticas o mentales) una conducta anormal y contraproducente. Pero la salud puede ser también causa de mediocridad espiritual y moral; mientras que la enfermedad puede ser fuente de un desarrollo espiritual debido al sufrimiento. Todo sufrimiento enriquece la experiencia psicosomática, y lleva a reacciones espirituales y morales de la más alta importancia social.
Auto realización de la persona: la verdadera salud guarda una estrecha relación con la autorrealización de la persona humana. Un concepto de salud puramente fisiológico, es decir, entendida como ausencia de dolor y como vitalidad exuberante, es un concepto demasiado limitado y peligroso. En una visión tan restringida como ésta, la salud podría incluso impedir el bienestar verdaderamente humano. Cada individuo tiene la obligación de conservar su propia salud. Pero el factor decisivo es el grado de caridad con que se mira la salud, aceptándola como un medio para realizar la propia vocación de vida. La salud es un estado de bienestar físico, psíquico y social. Por consiguiente, no es solamente del estudio del cuerpo de donde puede sacarse la definición de salud, sino de la consideración de toda la persona en su vocación global y en su destino final.
Entre la ética y la antropología se establece una circularidad en la que el "ser" y el "deber ser" se relacionan recíprocamente. Vida y muerte, salud y enfermedad y muerte son en esta óptica no argumentos de especulación abstracta, sino los puntos centrales de referencia de un diseño antropológico que adquiere forma a partir del debate cultural provocado por la experiencia de la corporeidad en régimen de sanidad moderna.
La reivindicación de una "medicina a medida del hombre" es el contenedor más vasto en el que se colocan estos itinerarios antropológicos. El programa de la humanización de la medicina se ha perseguido inicialmente como prescripción de actitudes filantrópicas a los profesionales -médicos, enfermeros, personal auxiliar-, que prestan servicios terapéuticos al enfermo. El trato "humano" del destinatario de la acción sanitaria, en forma de respeto a la persona que sufre y de participación emotiva en el dolor ajeno, es uno de los elementos que definen esencialmente la práctica de la medicina. Mas ni la actitud filantrópica del empleado sanitario ni la superior motivación caritativa del que ejerce la profesión con el espíritu del "buen samaritano" son de suyo suficientes para conferir a la práctica del arte terapéutico aquella densidad que permite definirla como "humana". El programa de una medicina humana sólo se realizará con un tipo de intervención integrativo que, con la fórmula preferida de Viktor von Weizsácker, puede llamarse "Introducción del sujeto en la medicina". El modelo operativo que caracteriza a la medicina supone, en efecto, la eliminación del sujeto que atraviesa las crisis existenciales relacionadas con los acontecimientos patológicos.
La salud es un término autorreferencial de la vida de la persona, de cómo es autopercibida y sentida, del cómo es afrontada dicha posibilidad como “proyecto” existencial (Entwurf), sin que la enfermedad lo limite. Cuestiono la salud como antítesis de la enfermedad, que se generalizó con la idea de que «Salud es ausencia de enfermedad o afecciones». Nadie es perfectamente sano, ya desde su estado embrionario adquiere de sus ancestros su herenciaxxiii y -al nacer de una compleja multivariabilidadxxiv en su-ser-siendo- va construyendo su personalidad (mientras se sigue moldeando su personeidad), en dicho transcurrir, se van cumpliendo sus diversos estadios de la vida (kayros) en una diversidad de estabilidades y adaptaciones (homeostasis y cibernesis) que le permiten interactuar, crecer, madurar y envejecer. Así mismo, cuestiono el hecho de que el dolor sea un criterio de salud, ya que depende de cuestiones biológicas influenciables por la mente, como en la fibromialgia. La sensación del dolor es relativa en las personas. En este sentido, el dolor puede ser tanto en la potencia apetitiva sensitiva como de la espiritual y referirse al conocimiento de cosas distintas de daños corporales (dolor anímico) De los estudios antropológicos y bioéticos, se concluye que la salud es un estado de compromiso y afrontamiento que toda persona tiene de manera diferencial y definida, según su homeostasis funcional de su ser-biológicoxxv y la cibernesisde su ser-psicológicoxxvi y de su ser-ecosocialxxvii, en su contextualidad.
La participación de todos los anteriores factores para provocar enfermedades es variable. En aquellas enfermedades carenciales, infecciosas y parasitarias hay un claro predominio de los factores ambientales. La pobreza está claramente ligada a este tipo de dolencias, por tal razón las enfermedades infecciosas configuran el perfil de mortalidad y morbilidad predominante en los países pobres subdesarrollados. Por el contrario, las enfermedades crónicas no transmisibles, no dependen tanto de la pobreza o del subdesarrollo como sí de factores como el estilo de vida, comportamiento individual, bien sea que se presenten entre ricos o pobres. Hoy en día, estas enfermedades son la primera causa de incapacidad, enfermedad y muerte en todo el mundo, incluyendo los países subdesarrollados.