La Medicina, disciplina eminentemente basada en la deducción, amerita de un proceso intelectual sistematizado y complejo, llegando a niveles superlativos en no pocas ocasiones. Desde hace unos años, nuevas generaciones se impresionan con series médicas televisivas -basadas en obras literarias- cuyos protagonistas apasionan con acrobacias diagnósticas y estrafalarios modos de vida, en que combinan ciencia, arte y debilidades de su personalidad. Podemos nombrar como ejemplos, al padre Brown, Hércules Poirot, anónimo agente de la Continental, Philip Marlowe o al Teniente Columbo. Entre las figuras contemporáneas de fama internacional, el genio amargado, cínico, sociópata y cascarrabias de Gregory House. En una época en que la tecnología orienta los diagnósticos; recursos como la deducción y la inducción aplicadas a la clínica, llaman la atención de noveles galenos, olvidando que -hasta hace poco- esos procesos mentales erancasi la única herramientadel cual los médicos disponíamos. Grandes figuras han destacado con ese método, llenando la historia nacional y mundial y hasta una sagrada premisa se ha derivado de ella: “la clínica prevalece”¿Cuántos jóvenes conocen a un protagonista de novelas de finales del siglo XIX, también estrafalario, disoluto, drogadicto, artista y con una capacidad inductiva superior? No era médico, pero se apoyaba en uno. Su nombre, Sherlock Holmes. Su creador, el Dr. Arthur Conan Doyle, médico escocés, que pasó a la historia como creador de todo un género literario. ¿Quién fue el inspirador de esa figura, que alcanzó la cúspide literaria? Esta es solo una pequeña investigación documental, sobre el ilustre desconocido –como muchos en nuestra profesión- el Dr. Joseph Bell.
Palabras clave: Joseph Bell. Arthur Conan Doyle.Sherlock Holmes. Historia de la Medicina
Medicine, a discipline eminently based on deduction, deserves a systematic and complex intellectual process, reaching superlative levels on many occasions. During years, new generations have been impressed by medical television series - based on literary works - whose characters are passionate about diagnostic stunts and quirky ways of life, combining science, art and weaknesses in their personality. We can name as examples, Father Brown, Hercules Poirot, anonymous agent of the Continental, Philip Marlowe or Lieutenant Columbo. Among contemporary figures of international fame, the bitter, cynical, sociopathic and grumpy genius of Gregory House. At a time when technology guides diagnostics; resources such as deduction and induction applied to the clinic, attract the attention of newcomers, forgetting that - until recently - these mental processes were almost the only tool available to phisician. Great figures have highlighted this method, filling national and world history and even a sacred premise has been derived from it: "the clinic prevails" How many young people know a fictionary novelist protagonist of the late nineteenth century, also quirky, dissolute, drug addict, artist and with a superior inductive capacity? He was not a doctor, but he relied on one. His name, Sherlock Holmes. Its creator, Dr. Arthur Conan Doyle, scottish doctor, who went down in history as creator of a whole literary gender genre. Who was the inspirer of that figure, who reached the literary peak? This is only a small documentary research, about the illustrious unknown - like many in our profession - Dr. Joseph Bell. / novice physicians. inspirational character
Keys words Joseph Bell. Arthur Conan Doyle.Sherlock Holmes. Historyof Medicine
* Médico Cirujano. Hospital José Gregorio Hernández de Los Magallanes, Caracas. Individuo de Número de la SVHM. Correo rogerescalona@gmail.com. Recibido Nov. 14 - Marzo 5, 2017
Por definición, la deducción es la acción de extraer un juicio a partir de hechos, proposiciones o principios, ya sean generales o particulares. Según la Real Academia de la Lengua, el término deducir comprende sacar una conclusión de algo; o también extraer una verdad particular a partir de un principio general.Por naturaleza, la medicina, al ser una disciplina eminentemente basada en la deducción, amerita de un proceso intelectual sistematizado y complejo, llegando a niveles superlativos en no pocas ocasiones. En este sentido, y desde hace unos años, los médicos que conforman las nuevas generaciones se han impresionado con series televisivas – basadas en obras literarias - cuyos principales actores apasionan con sus acrobacias diagnósticas y sus estrafalarios modos de vida, en los que se combinan la ciencia, el arte y…las debilidades propias de estas personalidades. Entre ellos podemos nombrar, como ejemplo, al padre Brown, Hércules Poirot, el anónimo agente de la Continental, Philip Marlowe o al teniente Colombo. Pero de entre todas estas figuras contemporáneas, la de mayor fama internacional en los albores del tercer milenio es el genio médico, amargado, cínico, sociópata y cascarrabias de Gregory House (1).
Ahora bien, ¿Cuántos de estos jóvenes conocen las aventuras de un protagonista de novelas de finales del siglo XIX, también estrafalario, disoluto, drogadicto, artista y con una capacidad deductiva superior a la del Dr. House? No era médico, pero se apoyaba en uno. Su nombre, Sherlock Holmes. Su creador, el Dr. Arthur Conan Doyle, médico escocés que pasó a la historia como aquel que inició todo un género literario.(2,3) Nacido en Edimburgo como Arthur Ignatius Conan Doyle, el 22 de mayo de 1859, además de médico, fue un prolífico autor en distintos ámbitos literarios, tales como la Ciencia-Ficción, la Novela Histórica, el Teatro y la Poesía. Pero también tuvo una llamativa incursión en el espiritismo. (3-5)
Pertenecía a una familia católica irlandesa que había proporcionado varios ilustradores y caricaturistas, entre los que destacaban su abuelo, John Doyle– nacido en Dublin 1797 y fallecido el 02 de enero 1868 en Londres - quien era conocido por el seudónimo HB, gran caricaturista, sobre todo del ambiente político, y que también se desempeñaba como pintor y litógrafo(6); y su tío, el ilustrador y escritor Richard Doyle.
Su padre, funcionario de obras públicas con gran afición hacia el dibujo, nacido en Inglaterra, había sido destinado a Edimburgo en 1849. Artista y alcohólico, a lo largo de su vida ameritó ser internado en una institución sanitaria en diversas ocasiones, por sus profundos cuadros depresivos(3) Como es de notar, una familia de artistas.
Algunas fuentes manifiestan que los hijos de Charles eran nueve; algunas otras mencionan diez, aunque parece que tres murieron pequeños. En 1864 la familia se dispersó, debido al creciente alcoholismo de Charles, y los niños fueron alojados temporalmente en diversas instituciones de Edimburgo.(3)
En 1868, Conan Doyle, con el apoyo económico de sus tíos, ingresa en la Escuela Stonyhurst Saint Mary's Hall, de la orden de la Compañía de Jesús, situada en la comarca de Lancashire, que era un centro preparatorio del Stonyhurst College, al que accedería dos años después, en 1870, y hasta 1875. De 1875 a 1876, continuó su educación en Austria, en otra escuela de la Compañía de Jesús, Stella Matutina, en la ciudad de Feldkirch(3)
En 1876, comenzó su carrera de medicina en la Universidad de Edimburgo, donde destacó en los deportes, especialmente en rugby, golf y boxeo. A principios de 1880 se embarcó, para ejercer como cirujano - en sustitución de un amigo suyo - en un ballenero denominado The Hope, que durante seis meses, navegaría hacia el Ártico. A los 22 años, en 1881, se graduó como médico y recibió el doctorado cuatro años después, en 1885, con un trabajo sobre Tabes dorsal . Fue en estos años cuando hizo una gran amistad con escritores escoceses que alcanzarían renombre, como J. M. Barrie y Robert Louis Stevenson.(3)En esta época de En 1876, comenzó su carrera de medicina en la Universidad de Edimburgo, donde destacó en los deportes, especialmente en rugby, golf y boxeoEn 1881, después de terminar su etapa universitaria, volvió a embarcarse como médico naval del buque SS Mayumba en su viaje a las costas de África Occidental, y los mares árticos.(3) Más tarde, ejerció como médico general en Portsmouth, donde se establecerse por su cuenta en junio de 1882, ya con 23 años, con poco éxito inicial, por lo que, mientras no tenía pacientes, comenzó de nuevo a escribir historias como “El Misterio de Cloomber”, no publicada hasta 1888, la inacabada Narrativa de John Smith, El Capitán del Estrella Polar y La Declaración de J Habakuk Jephson, estas últimas inspiradas en las expediciones marinas realizadas por Doyle(3)
Es su autobiografía -Memories and adventures, 1924- Doyle narra que su amigo, Malcom Morris, médico dermatólogo, lo convenció de estar perdiendo el tiempo como médico general de provincia, y que debería ir a Viena para especializarse en oftalmología para, posteriormente, mudarse a Londres, donde, como especialista, podría llevar una vida desahogada y con tiempo libre suficiente para dedicarlo a sus afanes literarios. Siguió al pie de la letra los consejos de Morris: estudió oftalmología en Viena y abrió consultorio en Londres, para cerrarlo poco después, pues participó en la Campaña de Suráfrica. Luego, sus éxitos literarios le permitieron vivir holgadamente de la escritura.(3,5,6)
En su biografía mencionaba que ningún paciente entró en su clínica, lo que le dio más tiempo para escribir, muy en especial aventuras del personaje que lo haría inmortal, Sherlock Holmes, pero que jamás apreció.Mientras aún ejercía, empezó su periplo por el género detectivesco al escribir novelas policíacas. Para 1887, publicó su primer libro exitoso Un estudio en escarlata, lo que le indujo a abandonar por completo la actividad médica para entregarse a la literaria(2)Contrajo matrimonio con Louise Hawkins, más conocida como Touie, en 1885, con quien tuvo dos hijos: Mary Louise (1889-1906) y Alleyne Kingsley (1892-1918). Louise murió de tuberculosis el 4 de julio de 1906, tras la estancia de la familia en Suiza como parte del tratamiento. Un año más tarde, después de 20 años de amor platónico, contrae nupcias con una mujer llamada Jean Leckie, con quien tuvo tres hijos más: Jean Lena Annette, Denis Percy Stewart (1909-1955) y Adrian Malcolm. Jean moriría años después que él, el 27 de junio de 1940(3)
Ahondando un poco sobre la relación de amor/odio entre Doyle y su célebre personaje, en 1891 le escribió a su madre diciéndole que quería "matar a Sherlock Holmes, ya que estaba gastando su mente", a lo que su madre respondió: "la gente no lo va a tomar de buena manera". Finalmente, cumpliría su deseo en la historia titulada "El problema final". Sucedió, sin embargo, que el público británico se tomó muy mal la muerte del detective, tanto, que inundó a Doyle con cartas que iban de las súplicas a las amenazas pasando por los insultos y en las que se pedía que resucitara a Holmes(3)Tras diez años de resistirse, Doyle cedió y en la historia titulada "La Casa Vacía" hacía reaparecer a Holmes, aunque antes ya había publicado, con enorme éxito, su famosa novela "Los Sabuesos de Baskerville", también protagonizada por Holmes, pero en la que se había cuidado de fecharla antes de la supuesta "muerte" del detective.(3)
En 1900 escribió su libro más largo, “La guerra de los Bóers”. Ese mismo año se presentó como candidato para la Unión Liberal; a pesar de que era muy respetado, no fue elegido. Tras “la Guerra de los Bóers” escribió un artículo, “La guerra en el sur de África: causas y desarrollo”, justificando la participación del Reino Unido, el que fue ampliamente traducido. En su opinión, fue ésto lo que provocó que le nombraran caballero de la Orden del Imperio Británico en 1902, otorgándole el tratamiento de Sir(3).
Al estallar la Primera Guerra Mundial, en 1914, con 55 años, intenta alistarse como simple soldado raso, aduciendo su fuerza y el poseer una voz audible. Lo rechazan, pero ayuda con la propaganda y con el apoyo de voluntarios civiles desde el Reino Unido. La muerte de uno de sus hijos, Kingsley, por una neumonía que contrajo en la guerra, le hace estrechar su vínculo con los círculos del Espiritismo, doctrina fundada por Allan Kardec, seudónimo utilizado por el pedagogo y escritor Hippolyte Léon Denizard Rivail, a la que dedicó mucho tiempo y energías, publicando además, en 1926, “La Historia del Espiritismo”. Fue su acérrimo defensor en sus numerosas polémicas, en las que incluyó a su propio amigo, Harry Houdini.(3,4)
Murió el 7 de julio de 1930, a los 71 años, de un ataque al corazón, en Crowborough, East Sussex (Inglaterra). Una estatua suya se encuentra en esa localidad donde residió durante 23 años. Fue enterrado en el cementerio de la iglesia de Minstead en New Forest, Hampshire(3,4) Dejemos hasta aquí esta muy breve biografía sobre Conan Doyle, pues no es objetivo de este trabajo. Como mencioné al inicio, el tema a tratar es la inducción en la medicina, la que fue brillantemente expuesta y explicada por este autor a lo largo de su obra. Pero… ¿Quién sirvió de modelo para este héroe literario creado por Doyle? ¿Existió un humano con esa percepción? Pues sí. Alguien que surge de las nieblas del tiempo en que Doyle estudiaba medicina, en su Escocia juvenil. Un profesor de nombre Joseph Bell.
Doyle se lo encontró en 1876, en la Universidad de Edimburgo, donde era profesor y relator. Nacido en 1837, nació en el seno de una familia con precedentes en el campo de la medicina, entre los que destacaba Sir Charles Bell, quien describiría y se convertiría en el epónimo de la parálisis facial. Sus inquietudes científicas venían de otros familiares, pues era bisnieto del Dr. Benjamin Bell, considerado el primer cirujano científico escocés, y reconocido como el padre de la Escuela Quirúrgica de Edimburgo(6,7) Ambos personajes, bisabuelo y bisnieto, aplicaron la acuciosa observación de los detalles y los relacionaron con los hechos al hacer los diagnósticos.
Joseph fue un reconocido cirujano, investigador y escritor científico, que aplicó esa habilidad a la medicina forense como una importante contribución, hechos que despertaron una combinación de sorpresa y admiración en la comunidad estudiantil, sobre todo en cierto joven de nombre Conan Doyle, quien, 10 años después, usaría como modelo a su excéntrico profesor, para su creación máxima, lo que le deparó su discreta fama. Tan semejantes fueron el modelo y el personaje, que más de un escritor, como Stevenson y Kipling, reconocieron al Dr. Bell al leer el primer libro de Doyle, tanto por su descripción física como por su vestimenta. Incluso, ambos personajes eran deportistas y desarrollaban la observación de las aves, como hobbies(7)
Tal fue su reputación científica, que el Dr. Bell fue investigador de uno de los más famosos asesinos en serie: Jack El destripador. Luego de siete días de estudiar el archivo policial de este caso, escribió sus conclusiones y hasta dió un sospechoso (6,7) En el área forense y de la investigación criminal, su influencia fue de tal magnitud, que el Centro de Estadísticas Forenses y Razonamiento Jurídicos (Centre for Forensic Statistics and Legal Reasoning) de Edimburgo, lleva su nombre y difunde sus ideas. El objetivo de esta institución es la correcta evaluación, presentación e interpretación de las pruebas – sobre todo las forenses – como un aspecto crítico de la investigación y persecución de delitos, especialmente aquellos contra las personas, como el asesinato, el asalto grave o aquellos con implicaciones sexuales (7,8). Para ello, echo mano de las autopsias como parte importante de la investigación criminal, mereciendo ser conocido como el pionero en este terreno (8)Su incursión en el mundo de investigación criminal fue gracias a su amigo Henry Duncan Littlejohn, cirujano también, quien era consejero de la Real Corona escocesa, y quien solicitó su ayuda para aclarar la causa de muerte de un caso de una mujer que había sido apuñalada y cuya muerte había ocurrida dos semanas después de la agresión.(9) Podría llamar la atención esta solicitud, a la vista de progresos actuales, pero debemos tomar en cuenta que a finales de 1800 la industrialización había tomado a Europa, y con ello, había aumentado la criminalidad en las grandes ciudades de forma tal, que rebasaba las competencias de la policía, por lo que era difícil comprobar si la causa de una muerte era por homicidio, suicidio o accidente.
El caso estimuló a Doyle y realizó la primera autopsia forense, diagnosticando que la causa de muerte se debió a una sepsis de punto de partida de una infección de las heridas por arma blanca. Era su sueño realizado, aplicar la ciencia a la investigación criminal(8)Tal era la dedicación del Dr. Bell a la ciencia forense, que entre 1874 y 1878, se dedicó a entrenarse en química, toxicología, patología y análisis grafológico, pasos para abrir las puertas al inicio de la Investigación de la Escena del Crimen (CSI), dedicándose a esta actividad hasta los 74 años, en 1911, fecha de su deceso(9)
Bell fue un hombre de gran energía, deportista y aficionado a las aves y a la poesía, que estudió, con precisión, los detalles de las personas que lo consultaban, como el modo de caminar, el acento, las manos y la indumentaria, y con esta información podía llegar a conclusiones determinar. Así, solía animar a sus alumnos a reconocer a sus pacientes como un zapatero zurdo o como un sargento jubilado que había servido en Barbados mediante la observación precisa del individuo y la deducción lógica. A menudo asombraba tanto al propio paciente como a sus alumnos, haciendo afirmaciones de esta índole, incluso antes que el paciente dijera nada. Bell, quien gustaba de mantenerse al margen del reconocimiento y la fama, llegó a considerar que la fama que Conan Doyle le había otorgado, había sido una maldición. Tan era así, que dejó que su amigo, Sir. Duncan Littlejohn, cargara con los laureles de los éxitos obtenidos en las exitosas investigaciones criminales realizadas(9) Para la historia, es otro ilustre desconocido.