Paulita Santiago de Sanoja nació en Yayuja (Puerto Rico) el 23 de marzo de 1905. Se graduó a los 23 años de edad en la Escuela de Formación de Enfermeras del Hospital Presbiteriano de San Juan de Puerto Rico el 20 de agosto de 1928. En 1930 llega a Venezuela contratada por la recién creada Policlínica Caracas para encargarse de los servicios de enfermería de esa institución. Vista la deficiencia de personal de enfermería capacitado emprende una campaña para promover la creación de Escuelas de Enfermería, en la cual contó con la colaboración del doctor Francisco Antonio Rísquez. Se desempeñó como Directora de varias escuelas públicas de enfermeras entre 1936 y 1958, año en que funda la Escuela Particular de Enfermeras Trabajo y Estudio, con un plan de estudios de 4 años y de la cual egresaron 13 promociones. También tuvo una destacada actuación gremial que se inició en 1941 con la fundación de la Asociación Venezolana de Enfermeras Graduadas, de la cual fue su primer presidente. Falleció en Caracas el 30 de septiembre de 1975, a los 70 años de edad.
Palabras clave: Paulita Santiago de Sanoja, Francisco A. Rísquez, Escuela de Enfermería, Historia de la enfermería.
Paulita Santiago de Sanoja was born in Yayuja (Puerto Rico) on March 23, 1905. She graduated at 23 years of age from the Nursing School of the Presbyterian Hospital of San Juan de Puerto Rico on August 20, 1928. In 1930 arrives in Venezuela hired by the recently created Caracas Polyclinic to take charge of the nursing services of that institution. In view of the deficiency of trained nursing personnel, she began a campaign to promote the creation of Nursing Schools in Venezuela, in which she had the collaboration of Dr. Francisco Antonio Rísquez. She served as Director of several public schools for nurses between 1936 and 1958, the year in which she founded a Private School for Nurses, with a 4-year study plan from which 13 classes graduated. He also had an outstanding union performance that began in 1941 with the founding of the Venezuelan Association of Graduate Nurses, of which he was its first president. He died in Caracas on September 30, 1975, at the age of 70.
Keys words Paulita Santiago de Sanoja, Francisco A. Rísquez, Nursing School, History of nursing.
Hablar de Paulita Santiago de Sanoja es recordar a una emprendedora mujer, que la vida trajo a Venezuela para desarrollar la carrera de Enfermería con la vocación de una enfermera maestra que hizo de la docencia su apostolado, llegando a considerársele Pionera de la Enfermería venezolana; enseñó a varias generaciones de esta noble profesión que hoy, a 114 años de su nacimiento, cumple 88 años de la legalización de la carrera. Escribir su apasionante vida es enfatizar su historia como legendaria dama que vino desde Puerto Rico a iniciar su nueva vida en nuestra tierra. Hurgando en la historia de la isla Borinquen, nombre indígena de la que hoy es Estado Libre Asociado de los Estados Unidos de Norte América, me doy cuenta de los grandes lazos que nos unen a esta importante nación a través de la existencia de la enfermería venezolana. Muchas de las enfermeras llegadas a Venezuela a mediados del pasado siglo son puertorriqueñas como lo fue Paulita. Desde la Isla del Encanto llega a nuestro país esta estelar mujer, joven y soñadora, para traernos esos conocimientos que aún quedan en el recuerdo de quienes tuvimos la gracia de Dios de ser sus alumnas.
Nació Paulita Santiago (Fig. 1) el 23 de marzo de 1905, en Yayuya, Municipio de Puerto Rico, en una región montañosa central de la isla, al norte de Ponce, dando su primer llanto por la vida y posteriormente, a los seis años de su existencia, presencia que su terruño natal es azotado por una tormenta que la deja sin sus padres y sin un cercano familiar, lo que obliga a las autoridades a colocarla como refugiada en el Hospital de San Juan de Puerto Rico, recibiendo el apoyo solidario de los profesionales de la salud de la época, prodigándole amor, educación primaria y secundaria, hasta graduarse de enfermera, con calificaciones sobresalientes, en la Escuela de Formación de Enfermeras del Hospital Presbiteriano de San Juan de Puerto Rico (Presbyterian Hospital Training School for Nurses), el 20 de agosto de 1928 (Fig. 2), a los 23 años de edad, siendo jurado examinador un tribunal de médicos.
De todo esto se puede hilar que, quizás en el hospicio recibió las enseñanzas que la convirtieron en esa enfermera de templanza y le llevaron a ocupar importantes cargos en instituciones de salud en su país, entre ellos el de Instructora de Enfermería, en el que se destaca la creación del primer curso de Post Básico en la primera Unidad Sanitaria de Puerto Rico, auspiciada por la Fundación Rockefeller. Se desempeñó como enfermera en la empresa “P. R. Relwallight and Power Co”. Prestó sus cuidados de enfermería en la Clínica Psiquiátrica “Julia”, de Puerto Rico, centro asistencial familiar del Dr. Mario Julia donde se atendían a veteranos de la Primera Guerra Mundial. Antes de venir a Venezuela también laboró en el Hospital Presbiteriano, dedicado a obras sociales, atendiendo a personas menesterosas, institución donde fue creada la primera Escuela de Enfermería de la Isla, de donde egresó, según documentación original de su título, institución en la cual fue nombrada Presidenta de la Sociedad de exalumnas por su condición de armoniosa lideresa.
La joven enfermera llegó a Venezuela en noviembre de 1930, contratada por la Policlínica Caracas, donde comenzó su virtuosa y vertiginosa carrera como Jefe de Enfermeras; solicita hacer su reválida y es informada que no necesita hacerlo por no existir estudios de enfermería a su nivel en el país; de este hecho se desprende la iniciativa de la creación de estos, por lo cual envía una comunicación al Presidente de Venezuela, General Juan Vicente Gómez, el año 1931, exponiendo la necesidad de esta formación para las personas que realizaban cuidados de enfermería. Es ese año que, de igual manera, llena de ilusiones, esta osada mujer, se dirige al abnegado Dr. Francisco Antonio Rísquez, exponiéndole sus proyectos; este se entusiasma y no desmaya en prestar su colaboración y prodigiosos conocimientos, debiendo destacar, en este segmento de su historia, que le correspondió, como cosas del destino, ser una de las personas que le compete cumplir el mandato de la Dirección de Instrucción Superior y Especial, de evaluar y aprobar, nada más y nada menos, a un binomio de científicos como lo fueron los doctores Rísquez y Razetti, por ser ellos miembros del Consejo Superior de Instrucción del momento; logra promover los cursos al status de escuela y se crea la correspondiente Escuela de Enfermeras en la ciudad de Mérida (Fig. 3), con un plan de estudios de tres (3) años, siendo designada Paulita Santiago su primera Directora y, a la vez, la primera enfermera que dirige una escuela de enfermería.
teniendo que enfrentar y salvar muchas dificultades como la poca preocupación e interés del público por la carrera, prejuicios sociales y la falta de preparación de las aspirantes, recayendo, en su persona, desde la educación primaria hasta la instrucción de Enfermería. La dificultad más grande que tuvo fue la de encontrarse con el único hospital de Mérida que aún existe, “Hospital San Juan de Dios”, que carecía de buenas condiciones higiénicas, viéndose en la necesidad de dirigirse al Ministerio de Instrucción Pública, solicitando autorización para la organización de un dispensario en la Universidad de los Andes, inclusive algunos gastos fueron costeados por ella con la colaboración de algunas alumnas quienes además realizaban asistencia domiciliaria; no obstante ante todas estas dificultades se ve en la necesidad de trasladarse a Caracas, con las alumnas, a la sede de la Cruz Roja en el año 1934 en busca de recursos asistenciales para una mejor preparación, continúa el peregrino viaje de la nueva carrera en el cual se destaca su traslado a la Escuela Normal de Mujeres que funcionaba en Villa Zoila en Caracas y es en septiembre de 1934 cuando rinden sus exámenes finales las referidas alumnas, con un jurado nombrado por el Ministerio de Instrucción Pública quien expide el correspondiente certificado.
Debemos significar, en letras de oro, que la llegada de Paulita a Venezuela es un hecho por demás importante y lo considero una conspiración del Universo en favor de Venezuela que, una mujer de su altura profesional y sentimental, cumpla con la materialización del sueño de muchos. De sus propias palabras “No fue fácil ante ciertas resistencias por diferentes sectores por ser extranjera,” pero la voz alentadora y decisoria del eminente médico venezolano Dr. Francisco Antonio Rísquez la estimula a no desfallecer. En 1913, Rísquez (Fig. 4) había sido director del primer curso de enfermería dictado en la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres (creada mediante Decreto del 28 de octubre de 1912).
Este curso, denominado Arte de Enfermería, convertía esta empírica profesión en una verdadera carrera; sin embargo, este hecho no tuvo el impacto social deseado por él. Rísquez insiste en coadyuvar en la misión de esta digna emprendedora y soñadora con quien colaboró con denuedo, de donde infiero que fue su pasión por la medicina, de sus ciencias y artes auxiliares, que este filantrópico hombre se convirtió en el mejor aliado para conducir y orientar una canoa de ilusiones a la orilla de un innavegable rio, hasta llenar de adelantos médicos a la población venezolana con los prodigiosos cuidados médicos asistenciales que requería el país, casi en condición de ruralidad. Continuando con su preciosa vida debo destacar con el recuerdo imborrable de este maravilloso ser, que para el año 1932 contrae nupcias con su compañero de vida Don Luis Antonio de la Trinidad Sanoja, en la ciudad de Mérida (Fig. 5), convirtiéndose esa unión en ejemplo de amor y convivencia. De ese matrimonio nacen dos hijos quienes, con el amor y ejemplo familiar, tuvieron un comportamiento apegado a principios y valores de calificada ciudadanía y son ellos Luis José Sanoja Santiago (†), biólogo de profesión, y Jesús Alberto Sanoja Santiago, dedicándose, este último, a la vida castrense para retirarse con el grado de Coronel del Ejército, siendo fuente directa y de inspiración para la realización de este trabajo, convirtiéndose en especial y apasionado aliado quien me proveyó de importante documentación para insumos de estas líneas que, con respeto y admiración, dedico a la memoria de esta gran pionera enfermera.
En 1935 Paulita de Sanoja regresa a Caracas y se convierte en Directora fundadora de la Escuela de Enfermería del Hospital Vargas.
1936 / 1942 Directora de Enfermería del Hospital Municipal de Niños en Caracas. Durante estos años es creada la Escuela de Enfermería del Hospital de Niños y nombrada su Directora. Se destaca por su deseo de enseñar y organiza cursos de Primeros Auxilios en la Cruz Roja Venezolana.
1942 /1943 Directora de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja
1945 / 1948 Enfermera Jefe de la Unidad Sanitaria de Valencia.
1950/ 1953 Enfermera Jefe de la Unidad Sanitaria de Caracas.
1959 / 1969 Asesora Técnica en el Hospital Universitario de Caracas.
Durante el año 1958 funda la Escuela Particular de Enfermería Trabajo y Estudio (E.P.E.T.E)E, inspirada en la gran debilidad por la cual atravesaba la enfermería de entonces, con la modalidad de externado y un plan de estudios de cuatro años, aprobada por el entonces Ministerio de Educación; se convierte ésta en única y sirve de ejemplo para la creación de otras instituciones formadoras al mismo estilo.
Cabe destacar que la fundadora realizó una campaña de captación en el sector de instituciones públicas para concientizar en la necesidad de profesionalizar a personas que ya estaban en servicio, que era la mayor masa laboral en los establecimientos como auxiliares de enfermería, logra excelentes respuestas, entre otras obtiene la valiosa colaboración de la Universidad Central de Venezuela (U.C.V.) a través de la Facultad de Medicina, convirtiéndose la Escuela en una fuente de trabajo para médicos recién graduados e igualmente para bachilleres cursantes del último año de medicina, entre ellos Armando Díaz Lovera, Nicolás Celta, Gabriel Guerra Torrellas , Ramón Zamora, Rojas Muñoz, Atilio Porras y Gabriel Golding, en materias de complejidad como anatomía, farmacología y especialidades médicas, entre otras. Se preguntará este respetable auditorio la razón de dar la información de profesores médicos primero que el cuerpo de docentes de enfermería, deseo con este trabajo demostrar el vínculo histórico de solidaridad que existe entre estas carreras, debido a la condición de altruismo manifestado por Doña Paulita; de igual manera consiguió aliados de otras escuelas de la U.C.V., y del Instituto Pedagógico de Caracas para instruir en materias como Historia de Venezuela, Castellano y Literatura, Historia Universal, Inglés, Matemáticas y Desarrollo Social. Vienen a mi memoria profesores de la altura como Ronald Golding, Omar Sánchez, Felipe Álvarez y Héctor Hurtado, entre otros.
Como son las cosas en nuestra sociedad, esta escuela fue víctima de muchos ataques de parte de un sector de enfermería y varios médicos de la época, pero la forjadora de esta escuela inculcó en sus alumnas que la única forma de combatir cualquier adversidad debía ser con el conocimiento y estudio permanentes, por eso todo el cuerpo de docentes de enfermería, compuesto por insignes enfermeras, estimularon a sus semillas el tener sentido de pertenencia con su ente formador. Entre estas valiosas enfermeras se destacan las licenciadas Antonia Fernández, Margot Alfonso, María Amparo La Rosa, Rosario Sánchez, Elisa Sosa Arévalo, Iginia Ruiz y Ulandia de Toro, quienes eran maestras en el aula y asistentes en las pasantías. La “Escuela Particular de Enfermería Trabajo y Estudio” era casa dedicada sobre todo a la profesionalización de auxiliares de enfermería en servicio, con una rígida selección para las aspirantes. Durante la vida de esta institución educativa egresaron trece (13) promociones de calificadas enfermeras que se distinguieron por sus deseos de superación en la búsqueda de prestar los mejores cuidados de enfermería a la población venezolana, destacándose en diferentes áreas de especialización y en el aspecto gremial inducido por sus formadoras para defender los derechos de la profesión de enfermería, al igual que los derechos de todo aquel que recurriera en la búsqueda de lo más preciado del ser humano como es la vida y la salud.
Es de destacar el inquieto espíritu de lucha de Doña Paulita de Sanoja, no solo por dedicarse a iniciar e impulsar la carrera sino que, en abril del año 1941, crea con otras compañeras de la época, la Asociación Venezolana de Enfermeras Graduadas y da inicio a las grandes luchas por la conquista de un mejor estatus educativo y social para la enfermería de entonces y como no tenía donde ubicar la sede prestó su casa para el funcionamiento de la recién creada organización, ubicada en los Jardines del Valle, Quinta Yayuya, casa donde nace el primer Estatuto de la hoy Federación de Enfermeras, el 25 de abril de 1941, siendo electa la primera Presidenta de la novísima organización gremial; estimo que, aparte de tener las condiciones para presidir esta organización, es un reconocimiento a esta excelsa mujer; durante las sesiones de trabajo realizadas en su casa y ya constituida en Asociación, la Junta Directiva comienza a dar sus primeros pasos contactando otras enfermeras graduadas de diferentes centros de salud y médicos directores para buscar locales donde hacer sus actividades; es así como se realiza la tercera reunión de la Sociedad en las instalaciones de la casa de la Escuela de Enfermeras del Hospital Municipal de Niños, ubicada de Remedios a Caridad N° 32, en la Parroquia San José, donde se desarrollaron sucesivas reuniones, siendo de particular relevancia para este recuento histórico, que en el acta número 5, de fecha 21 de mayo de 1941, se decide unánimemente entre otras importantes decisiones, nombrar a personalidades que colaboraron con esta incipiente profesión y gremio a Miembros Honorarios, ellos fueron el General Isaías Medina Angarita y esposa, General Eleazar López Contreras y Sra., Doctor Francisco Antonio Rísquez y Sra., Dr. Julio García Álvarez y Sra., Dr. P. González Rincones y Sra., Dr. Rafael González Rincones y Sra., Dr. Antonio J. Castillo y Sra., Dr. Gustavo Machado y Sra., Dr. Fernando Rubén Coronil y Sra., y las señoras María Escobar Saluzzo y Margarita Guinán. Para cumplir con esta misión se constituyen en comisión la cual fue presidida por la pionera e integrada por otras calificadas enfermeras tales como Carmen Cadenas, María T. Dávila, Bertha Poleo y Emérita Cordero, para hacer entrega personal de su selección y nombramiento, lo cual fue recibido con gran alegría y satisfacción. Nunca imaginó tan distinguida comisión que uno de los Honorarios fallecería a los dos meses, el Patriarca e Ideólogo de la Enfermería, el Ilustre e inolvidable Francisco Antonio Rísquez que no solamente fue galeno, sino también un destacado maestro que fue un irradiador de luz en diferentes áreas de la vida nacional tanto por su proficua personalidad, sentimientos de amor marcados hacia la familia y lo demuestra con frases de sus escritos como: “Mi madre es una santa, mi padre un héroe del trabajo”, “No olvido mi primer maestro, Andrés Aurelio Level, quien me motivo a amar las letras y el magisterio” destacando a su vez la influencia en su vida como un modelo a seguir las enseñanzas de Jesús Muñoz Tébar entre las cuales destaca: “La difícil conciliación de la pulcritud con la pobreza”.
Después de ir hilando los actos de los insignes, me permito inferir que este merecido agradecimiento es por haber sido grandes aliados para materializar todo lo realizado en el nacimiento de la Enfermería Venezolana, deduciendo por los hechos y escritos realizados por su hijo, que Doña Paulita llega a nuestro país contratada por la Policlínica Caracas, a través del Dr. Julio García, Fundador y Presidente de esta clínica. Al hacer esta investigación puedo afirmar que la profesora Sanoja trató, dentro de las posibilidades de la época, ubicar la profesión en altos niveles sociales, políticos, administrativos y culturales y demostró con su actuar la altura de sus sentimientos de progreso y ascenso de la profesión. Demuestra Paulita Sanoja su humildad y carácter de luchadora cuando, después de ser la primera Presidenta y fundadora de la Asociación de Enfermeras, acepta ser Vicepresidenta en el año 1950, en su empeño por la recuperación y relanzamiento de la organización, siendo presidida en ese entonces por otro adalid de nuestra profesión como fue la Srta. Antonia Fernández, gestión en la cual se proponen la revisión del Estatuto con asesoría del Dr. Fernando Rubén Coronil, brillante profesional de la medicina venezolana; entre las modificaciones del cuerpo estatutario propuso la creación de convertir la organización en Colegio de Enfermeras de Venezuela, ilusión que se materializa 20 años después, en el año 1970.
No solamente esta valiosa mujer se dedicó a la enfermería en funciones docentes y asistenciales, sino que orientó parte de su intelecto y tiempo en proyectar su talento en otras áreas de la sociedad caraqueña tales como:
Toda su actividad dedicada a Venezuela, por el impulso del amor hacia su segunda patria, le hacen acreedora de méritos, distinciones y reconocimientos entre los cuales se destacan:
En este delicado trabajo no puedo dejar de incluir testimonios de enfermeras privilegiadas de haber sido orientadas al ser alumnas de esa dama de blanco en las aulas de su última creación en docencia, como fue la Escuela Particular de Enfermería "Trabajo y Estudio" llamada cariñosa y popularmente “Paulita Sanoja” quienes con mucha responsabilidad y acertados recuerdos con el cabello encanecido recordaron inolvidables momentos de la presencia de un ser tan preclaro como fue la pionera.
Rosario Sánchez. Enfermera preclara Maestra de la Enfermería venezolana, de quien me siento orgullosa de ser su alumna. Opinó lo siguiente:
"Considero que Paulita fue de capacidad integral combinado con vocación de servicio mística y liderazgo logró infundir en sus alumnas excelentes iniciativas en el plano asistencial, docente e investigación; fui su compañera de trabajo de tiempos imborrables de mi memoria por el cual siento particular admiración, Sra. Sanoja excelente relacionista pública, persistente acuciosa y determinante y esto infundió en sus alumnos, ella particularmente se desenvolvió en altos niveles sociales, administrativos y culturales. Siempre pensó en un profesional integral y buen ciudadano. De mi parecer fue una visionaria y que Venezuela y su enfermería le deben mucho".
Petra Zurita de Chacín. Integrante de la primera promoción de la “E.P.E.T.E” de 1963 evoca después de escarbar sus recuerdos lo siguiente:
"Recuerdo a un ser formador de grandes virtudes, quien nos enseñó a entender y asimilar los sinsabores de la vida tanto en lo personal como en lo profesional, que la actividad escogida por nosotras es un estilo de vida y una manera ser, que siempre hay que lograr estar preparados para todos los adelantos de la carrera y no debemos dejar de estudiar nunca igualmente dejar muy en alto profesión y la escuela".
María Edilia Morales de George. Representante de segunda promoción de nombre Armando Díaz Lovera afirmó lo siguiente:
"Soy testimonio de la labor de Paulita Sanoja quien me recibió con gran afecto e inquietud quizás por la edad de mi aspiración de ser enfermera; me enseñó y hoy rememoro, por ejemplo que era muy entregada a su profesión de enfermera docente, muy rigurosa, nos educó con valores y siempre nos decía: “No se puede saber solo Enfermería. Hay que tener preocupación por la cultura, las artes, siempre en sintonía con la ética".
Eris de las Mercedes Palacios. Egresada de la última promoción, nos afirma lo siguiente: "En este proceso de clausura de la Escuela fueron dos factores determinantes para que su promoción fuese denominada con el nombre de esta eximia enfermera. Privó el reconocimiento de su esfuerzo y la dolorosa decisión del cierre de las escuelas técnicas".
Es entonces cuando esta venezolana de sol y esfuerzo se despide del ámbito docente emprendiendo su retirada para disfrutar de su familia, entre ellos sus nietos, seguir como mentor de quienes continuaríamos sus enseñanzas haciendo caso a sus consejos, proyectando su legado y enalteciendo su nombre. Es a los 70 años de edad cuando atendiendo el llamado de Dios pasa a otro plano para hacer coro con Ángeles, el día 30 de septiembre de 1975 y seguir desde el cielo su lucha por la salud de los pueblos y de la gente más desposeída. En esta historia me permito citar palabras de su hijo:
“Madre sé que te hicieron muchos honores, pero el estar al lado de Dios no lo superará” tu hijo Jesús Sanoja Santiago.
Tuve el privilegio de ser su alumna, estoy segura de haber captado sus enseñanzas pero tengo la certeza que ella es irrepetible, es así como por mi admiración quiero dejar plasmado en este trabajo, huellas de mi existencia como enfermera y la regalía que me dio la vida de haber tenido dentro de mis formadores a este eximio personaje la cual es una de mis fortalezas en el tránsito, que dentro de sus enseñanzas estuvo el reconocer al Patriarca Francisco Antonio Rísquez como magnánimo en el acontecer de la salud y la sociedad del siglo XX. Para concluir me permito afirmar que si me toca estar aquí, amar aquí, es por mandato divino, solo con esta convicción puedo aprender todo lo que este lugar tiene para enseñarme y aprovechar toda su riqueza. Si estoy aquí, ahora este es mi lugar hoy, es el mejor lugar del planeta para mí. Para terminar, inspirada en las vidas de la Pionera y el Patriarca me permito un consejo para las nuevas generaciones: “Copia de tu maestro lo mejor, si consigues una piedra en tu andar no permitas que detenga tu avanzada, recuerda el río que sigue su cauce y deja la piedra, sigue, continua, sin volver la vista atrás, supera a tu maestro y que siempre sea para bien tanto para ti como para la sociedad”.